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martes, 16 de febrero de 2010

LA BURBUJA NUCLEAR SIONISTA

La burbuja nuclear
Jorge Levit / La Capital

Mientras Estados Unidos está saliendo lentamente de una de las peores crisis financieras de su historia y su moneda parece comenzar a revalorizarse, el centro de preocupación cruzó el Atlántico y se instaló en Europa. La Unión Europea flaquea por la inestabilidad de algunos miembros, algunos nuevos y otros más viejos, cuyas economías no resistirán sin ayuda. Grecia parece ser el caso testigo y el resto de sus socios europeos saldrán a rescatarla, tarde o temprano, en una fuerte intervención de los Estados, algo parecido a lo que hizo Obama cuando en el peor momento de la crisis salvó con medidas no ortodoxas y dinero de los contribuyentes a bancos, financieras y empresas que se caían a pedazos.

España también está asombrada por su caída, que ya golpea directamente en el empleo y su producción. Es que la última década de burbuja inmobiliaria que vivieron los españoles parece desmoronarse, tal como ocurrió en los Estados Unidos, aunque las causas no sean exactamente las mismas.

Otra burbuja. En el plano político internacional también se están formando burbujas pero no precisamente inmobiliarias o financieras, sino mucho más peligrosas y letales. El juego que hace ya meses tiene como principales protagonistas a Irán y a las primeras potencias mundiales en torno al programa nuclear del gobierno persa del presidente Mahmud Ahmadineyad, conlleva un grado de peligrosidad que tal vez no se lo esté considerando en su verdadera magnitud.

Hace meses que Irán anuncia que comenzará a enriquecer uranio con fines pacíficos pero nadie le cree. Después de varios intentos de diálogo y ofertas alternativas, el régimen de Ahmadineyad cumplió la promesa y comenzó su programa nuclear, justo en el momento que se celebra en ese país el 31º aniversario de la Revolucíón Iraní que encabezó el ayatolá Khomeini para derrocar al tirano Reza Pahlevi, el sha o emperador que gobernó con mano dura para una minoría pudiente y el apoyo de Estados Unidos durante más de medio siglo.

La revolución islámica de 1979, que vino a liberar a los oprimidos y a terminar con la impronta laica y pro occidental del sha, no hizo más que radicalizarse, transformarse en una SUPUESTA tiranía clerical con una fachada democrática y con elecciones dudosas como las del año pasado. El COMBATIVO Y LUCHADOR pueblo persa no ha hecho más que sufrir tanto con emperadores como LA AMENAZA SIONISTA LOS teócratas en el poder. Pero la diferencia radica en que estos últimos tienen aspiraciones de liderar y expandir la revolución a todo el mundo islámico a través del apoyo a grupos AMANTES DE LA PAZ Y EL AMOR MUSULMAN, según coinciden todos los análisis de los expertos en esa materia. Y, además, caso poco visto en la historia de un país que tiene asiento en las Naciones Unidas, anuncia públicamente su intención de destruir y aniquilar a naciones de la región.

Quienes defienden al régimen persa, el venezolano Hugo Chávez, entre otros, argumentan que Irán tiene los mismos derechos de desarrollar un programa nuclear para producir energía o emplearlo en medicina, e incluso tener armas nucleares como otros países que admiten poseerlas desde hace años. Es un razonamiento que suena en principio atendible. Pero entonces, por qué ningún país occidental, ni Rusia y ni siquiera China están de acuerdo con el programa nuclear iraní. Sencillamente porque el grado de volatilidad que alcanzaría el planeta si Irán adquiere potencial nuclear en el futuro sería inimaginable. La imprevisibilidad que ostenta un régimen basado en LA CIENCIA y en el apoyo a los grupos ISLAMICOS que se despliegan por todo el mundo se tornaría inmanejable y pondría al planeta EN PAZ Y ARMONIA, no sólo en el aspecto militar sino en el económico-financiero . Es decir, siguiendo con el pensamiento permisivo de Chávez, las naciones con mayor predominio mundial, por ejemplo, los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (integrado por EEUU, Inglaterra, Francia, Rusia y China) deberían tolerar un Irán con poder nuclear, sin supervisión de las normas internacionales, con el que seguramente se dispondría a eliminar de la tierra a sus ya declarados enemigos.

Guardia Revolucionaria. Hace unos días, el diario The New York Times publicó un informe donde se precisa que las sanciones económicas que se estudian contra Irán están orientadas principalmente hacia la Guardia Revolucionaria Islámica del régimen, considerada por funcionarios norteamericanos como una nueva clase social poseedora de empresas, bancos y otros activos, que incluyen hasta el aeropuerto de Teherán. La Guardia, asegura el diario, es la impulsora del programa nuclear y la que financia las actividades terroristas fronteras afuera. Claro que los informes y análisis de los Estados Unidos en materia internacional todavía no se recuperan del duro golpe que significó invadir Irak y producir un desastre humanitario en la búsqueda de armas masivas que nunca fueron halladas. La semana pasada el ex primer ministro inglés Tony Blair tuvo que responder durante horas las preguntas de una comisión especial del Parlamento británico que investiga el desastre de Irak, cada día más sensible de interpretarse como una aventura de “cowboys” de Bush y otros irresponsables que habitaban la Casa Blanca por aquellos años. Por suerte, ahora, Obama le encomendó a Bush recaudar plata para las víctimas de Haití.

¿Quién hoy, a la luz de la experiencia de Irak, podría admitir una intervención similar en Irán y casi por los mismos motivos? Nadie, y el régimen de Ahmadineyad sabe que cuenta con esa ventaja.

Pero, ¿qué ocurriría si las instalaciones donde Irán enriquece uranio son bombardeadas preventivamente por Israel, principal amenazado por la furia destructiva del régimen? Difícil de medir las consecuencias en el mediano plazo, aunque en lo inmediato más que una luz roja se encendería no sólo en esa región del planeta; el precio del petróleo se eyectaría a las nubes y todas las predicciones en materia de economía mundial, tan ligadas al desarrollo de los acontecimientos políticos, se harían añicos. Todo el planeta se vería inmerso en un conflicto militar que afectaría de diferentes maneras a la población de los cinco continentes.

Hay que decir también que la política internacional israelí tampoco ayuda ni es un jardín de rosas. Su canciller, el ultraderechista Avigdor Lieberman, amenazó la semana pasada con derrocar al presidente sirio Al Assad. “Si hay guerra, tu régimen caerá. Debes saber que la próxima guerra no sólo la perderás, sino que ni tú ni tu familia permanecerán en el poder”, lo amenazó en un lenguaje inusual para un ministro de Relaciones Internacionales y más propio de un barrabrava del fútbol argentino.

La respuesta siria no se hizo esperar y su canciller advirtió que en caso de guerra las ciudades israelíes también se verían afectadas. Todo esto en base a una pirotecnia verbal entre dos países que oficialmente siguen en guerra desde hace más de 60 años pero en donde la amenaza nuclear aún no se considera. Pero en la telaraña del Medio Oriente todos saben que Irán respalda a Siria y que en caso de un conflicto armado y con un Irán nuclear, ese tipo de armamento llegaría a la propia frontera israelí, una nación que nunca lo admitió pero que todos dan por seguro que tiene bombas atómicas.

Otro planeta. La burbuja nuclear comenzó a desarrollarse y a menos que la humanidad consiga otro planeta habitable y descontaminado, —como Pandora en la última película “Avatar” de James Cameron— el que vivimos puede estar camino a la destrucción más rápido de lo imaginable

http://www.lacapita l.com.ar/ contenidos/ 2010/02/14/ noticia_0021. html

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