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martes, 2 de noviembre de 2010

israel un estadomason terrorista

El problema no es el ser judio, ni siquiera el ser sionista, sino que el 40 % de los Judios pertenecen a la Masoneria conspiradora, dueña del mundo pero siguen ambicionando TODO O NADA, como buenos viejos politicos.

Todos estan detras del Club Bilderberg, que determinan quienes gobernan el mundo y estan tras del NUEVO RDEN MUNDIAL: que significa -Un solo Gobierno Mundial
Un Solo Ejercito, una sola religion
Poblacion Mundial reducida a lla Tercera parte , a traves de las Guerras mundiales, y las enfermedad.
ISRAEL, UN ESTADO TERRORISTA
Filed under: Uncategorized — antonsaavedra@ 3:14 pm

David Ben Gurion gestor del Estado terrorista de Israel con la foto superior de Theodor Herzl el padre del sionismo criminal.


“Nosotros no podemos celebrar el nacimiento de un Estado fundado en el terrorismo, masacres y la expulsión de una tierra de otro pueblo”.

(Declaración de cien intelectuales judíos al The Guardian de Londres en mayo de 2008).


Comenzaré diciendo que siempre he apoyado y seguiré apoyando al pueblo judío en su derecho a la existencia, aunque sea en la Luna, pero que también tiene los mismos derechos el pueblo palestino, hoy oprimido y masacrado por el Estado de Israel que, desde mi punto de vista, nada tiene que ver con el hecho judío y sí mucho de movimiento sonista y nido de violencia como “portaaviones de EE.UU. anclado en el Oriente Medio” para defender los intereses de Washington en esa estratégica zona del mundo.

Resulta muy doloroso tener que señalar los comportamientos aberrantes que el Estado sionista de Israel viene cometiendo contra el pueblo palestino, atacando, destruyendo, oprimiendo y masacrando a la población, mujeres y niños, que nos obliga a levantar la voz para denunciarlo públicamente. La foto que ilustra este artículo, donde aparecen los cuerpos de cuatro niños palestinos muertos por un proyectil mientras desayunaban con su madre en su casa de Beit Hanín (Gaza) el pasado 28 de abril de 2008, sólo es un botón de muestra del terrorismo que practica diariamente el Estado sionista de Israel.


En efecto, sesenta años después de la proclamación del Estado de Israel por David Ben Gurion el 15 de mayo de 1948, caracterizada por la expulsión de 750.000 palestinos y la apropiación de territorios que no le correspondían en el Plan de Partición de la ONU, las cífras que sigue provocando la ocupación sionista de Palestina continúan siendo trágicas: 4.500.000 refugiados en 58 campos, 12.000 presos políticos, un Muro de Separación que convierte en ghetto a las ciudades de Cisjordania y un bloqueo que ha provocado que Gaza sea una prisión. Es muy bonito invertir más de cinco millones de euros para celebrar los sesenta años de su fundación, invitando más de 6.000 artistas de todo el mundo para que vengan a apoyar el Estado sionista de Israel, pero lo feo es ignorar los sesenta años de ser refugiados, los sesenta años de constantes violaciones de los derechos humanos, los sesenta años de discriminación y apartheid, los sesenta años de resistencia de un pueblo frente a la indiferencia de la comunidad internacional.


Y es que la historia de los sesenta años del Estado sionista de Israel es una sucesión de ataques a los derechos del pueblo palestino. Desde el primer día que Israel proclama su independencia, comienza la catástrofe – NAKBA – para el pueblo palestino: Israel mata a 13.000 palestinos, fuerza al éxodo a otros 750.000 y cerca de 400 pueblod palestinos son arrasados. En el año 1967, como resultado de la Guerra de los Seis Días entre Israel y los países árabes, Israel ocupa Cisjordnia, Gaza, Jerusalén, el Sinaí egipcio y el Golán sirio; en 1982, invasión de Líbano para atacar las bases de la OLP y provocar las masacres de los campos de Sabra y Chatilah; en 1993, establecimiento del actual sistema de “autonomía” en Gaza y Cisjordania, que estableció una serie de bantustanes similares a los de la Sudafrica del Apartheid; en el año 2002, la construcción del Muro de Separación de más de 400 kilómetros que discurre por territorio ocupado de Cisjordania, …


Más allá de los acuerdos firmados por Israel con Egipto en 1978 y Jordania en 1994, el Estado sionista de Israel mantiene conflictos abiertos no sólo con los palestinos, sino también con Líbano – mantuvo ocupado el sur del país hasta 2000 y volvió a ser derrotado por Hizbullach en el verano de 2006 – y Siria (desde 1967 ocupa los altos del Golán ). También lidera la criminalización del programa nuclear de Irán, aunque pardójicamente Israel posea uno de los mejores centros nucleares, si no el mejor, del mundo. De este modo, en estos sesent años el Estado sionista de Israel ha llevado al máximo el militarismo. Los ciudadanos de Israel están obligados a hacer el servicio militar durante tres años y medio y después tienen que quedarse en la reserva durante 30 años más. Es decir, todos los ciudadanos judios de Israel son soldados “en potencia” y son una parte más del paisaje urbano de cualquier calle o rincón israelí. Se trata, pues, de un Ejército que tiene un Estado más que de un Estado que tiene un Ejército.


Lógicamente, este ambiente militar en absoluto ayuda a llegar a ningún tipo de solución porque cuando se militariza a una sociedad civil y se civiliza a una sociedad militar, lo único que se está creando es una sociedad inhumana cuya supervivencia se basa en guerras continuas. Una sociedad incapaz de resolver los problemas mediante valores y principios que son ajenos a una sociedad militar jerárquica en la que el poderoso y el fuerte ganan. Por lo tanto y hasta la fecha de hoy no existe dentro de Israel un movimiento fuerte que exija la liberación de los territorios ocupados militarmente y el fin de la ocupación, aunque todos saben, sin excepción, que son ocupantes y que están matando a otro pueblo. El servicio militar en Israel no es más que una estrategia de represión y de contol que hace que todo ciudadano sea un cómplice del crímen de la ocupación. De esta manera le quitan la volountad de vivir en una situación de igualdad ciudadana. Cuando se trata de un tema que tiene algo que ver con lo árabe todos se levantan el unísono, creando un frente de bloqueo, olvidando que su propia sociedad israelí tiene problemas sociales y económicos de todo típo, relacionados con el régimen racista israelí y con su deseo de poder.

Lamentablemente, una vez más, las NACIONES UNIDAS han perdido presencia, coraje y decisiones para poder aportar a la solución del enfrentamiento entre los dos pueblos, situación que pone en serio riesgo la Paz Mundial. La ONU fue avasallada y sigue siendo avasallada por las grandes potencias y la usan cuando responden a sus intereses y no a las necesidades de la humanidad. En el caso concreto que nos ocupa, los EE.UU. respaldan esta posición de Israel no a causa de “sentimientos de culpa por el Holocausto que, por cierto, tiene mucho de HOLOCUENTO, o de valores democráticos compartidos” sino porque la ayuda a Israel “apuntala la pax americana en el Mediterraneo oriental” y proporciona “un modo de bajo coste de mantener el orden en parte de Oriente Próximo”.

La visita del pistolero texano, George Bush, a Israel para participar en el sesenta aniversario de la proclamación de Israel como Estado sionista dependiente de los EE.UU. fue muy esclarecedor al respecto: ” En Israel sois siete millones de habitantes pero cuando estáis enfrentados al terror, sois 307 millones ya que el pueblo estadounidense está siempre a vuestro lado”, aseguraba ayer, 15 de mayo de 2008, el presidente norteamericano en su intervención en el KNESET ( Parlamento israelí ) rendido a sus pies y a sus rotundas palabras. “Si permitimos que Irán tenga armas nucleares, sería una traición imperdonable a las futuras generaciones.El mundo no puede permitir que Irán tenga armas, por el bien de la paz mundial”, exclamaba un cínico Bush entre los largos aplausos de los asistentes. ¿ Cómo se puede ser tan hijo de puta para criticar el programa nuclear iraní, cuando Israel posee el mejor centro nuclear del mundo ?


En definitiva, una fecha y dos sentimientos tal y como expresaría el presidente palestino, Abú Mazen: ” En esta tierra viven dos pueblos, uno celebra su alegría y el otro su tragedia. Israel no tendrá nunca seguridad si no acaba con la ocupación y los palestinos recuperan la libertad”. Es necesario y urgente que la comunidad internacional reaccione y detenga la locura de los gobiernos, antes de que sea tarde, y España debe de comenzar por suspender toda relación diplomática con el Estado sionista de Israel hasta que este cumpla estrictamente con las resoluciones emanadas de la ORGANIZACION DE LAS NACIONES UNIDAS.


ANTON SAAVEDRA




Público.es

Rebelión judía contra el ataque de Israel
Historiadores e intelectuales judíos rechazan los métodos empleados por el Gobierno israelí contra los palestinos

PERE RUSIÑOL Madrid 11/01/2009 13:35 Actualizado: 11/01/2009 14:06


Imagen de el humo que sale de los edificios de la ciudad de Gaza tras un bombardeo.


El historiador Ilan Pappé sostiene que hay que calificar de "genocidio" la campaña militar de Israel en Gaza. Su colega Yakov Rabkin se muestra escandalizado por la "masacre". La periodista Naomi Klein afirma que toda la economía israelí depende en realidad de su músculo bélico. Y la activista Diana Ralph advierte que los "crímenes de guerra" no pueden quedar impunes.


Si está pensando que la Liga Antidifamación debería intervenir inmediatamente para frenar este tipo de declaraciones y cortar así la extensión del antisemitismo, aguarde un segundo: todos ellos son judíos. La invasión israelí de Gaza ha desencadenado un alud de actos y proclamas de ciudadanos de tradición judía contrarios a la política de Israel. En ocasiones, la rebelión apunta a la esencia misma de este país como "Estado judío". Y casi siempre se dirige contra la pretensión de Israel de representarles y de hablar
en su nombre.


"Israel actúa en nombre de todos los judíos del mundo, pero muchísimos consideramos un error tremendo su política: por la violencia que genera y porque nos perjudica gravemente", explica, en conversación telefónica desde Montreal, Yakov Rabkin, catedrático de Historia de la Universidad de Montreal y autor de La amenaza interior. Historia de la oposición judía al sionismo, publicada en España por Hiru.


La creación del Estado, en 1948, supuso un auténtico cisma en el mundo judío, nunca resuelto. Pese a que el país tiene desde entonces las puertas abiertas para todos los judíos del mundo, la mayoría ha declinado establecerse en Israel, que alberga a menos de un 40% del total, aunque suele hablar en nombre de todos ellos.
Portavoces cuestionados

"Muchos de los autoproclamados portavoces de la comunidad judía en el mundo son en realidad portavoces del Estado de Israel pero, en los países democráticos, las comunidades culturales o religiosas no necesitamos portavoces", añade Rabkin. Y agrega: "Los demás somos gente corriente y no nos organizamos tanto ni tenemos tanto dinero, pero somos la mayoría".


"El problema es que una minoría de extrema derecha ha logrado imponer su agenda mientras los judíos no militantes están en los márgenes.

¿Una exageración? Nadie lo sabe. Los portavoces de las organizaciones judías son mayoritariamente proisraelíes. Pero ello no significa que los ciudadanos de tradición judía compartan sus postulados.


Las elecciones de EEUU, que cuentan con radiografías demoscómicas muy precisas, demuestran más bien que existe un divorcio notable. En los últimos años, las principales organizaciones judías han apoyado de forma entusiasta a los republicanos George W. Bush y John McCain. Pero los judíos han votado masivamente demócrata: siempre por encima del 70%, entre 20 y 30 puntos más que la media del pueblo estadounidense. En la pasada campaña, McCain incluso se rodeó permanentemente del senador Joe Liberman, judío proisraelí. Pero el 77% del voto judío fue para Barack Obama.


"Creo que hay una mayoría silenciosa de judíos en el mundo que apoya la aplicación de los derechos humanos para toda la gente", recalca CecilieSurasky, portavoz de Voz Judía para la Paz, organización con sede en California. "El problema es que una minoría de extrema derecha ha logrado imponer su agenda mientras los judíos no militantes están en los márgenes. Sucesos como los de estos días en Gaza convencen a los judíos que hasta ahora han estado callados de que deben levantarse y decir basta", añade.
"¡No en nuestro nombre!"

Su organización cuenta ya con 43.000 afiliados y la tendencia es al alza. La invasión ha activado iniciativas pacifistas similares en todos los lugares donde hay una comunidad judía importante: en Francia, Otra Voz Judía ha programado una catarata de actividades, incluyendo conciertos de rap palestino y obras de teatro. Hay entidades parecidas en muchos países de Europa, aunque no en España, donde la comunidad judía es reducida.


En Canadá, Voces Judías Independientes y otros grupos han promovido acciones como la ocupación del consulado israelí al grito de "¡No en nuestro nombre!". Y más de 340 profesionales judíos han firmado un manifiesto que pretenden publicar como "carta abierta a los soldados israelíes" en periódicos de este país contra la campaña militar en curso y los "crímenes de guerra" y las "atrocidades".


"Un Estado judío es intrínsecamente racista y no puede ser democrático porque por definición discrimina a todos los que no son judíos"

"Esta actividad criminal no hace nada para mejorar el bienestar y la salud de los judíos. Al contrario: desde Sderot hasta Sidney, pasando por Ashkelon y Amsterdam, todos nos beneficiaremos de que haya justicia para los palestinos", recalca este llamamiento a la insumisión impulsado, entre otros, por Judíos Americanos por una Paz Justa.


Que los judíos hostiles o indiferentes a la política de Israel son muchos más de los que el activismo de las organizaciones sionistas puede hacer pensar lo demuestra un estudio reciente publicado en EEUU por Steven M. Cohen y Ari Y. Kelman: Más allá del distanciamiento. Los judíos americanos jóvenes y su alienación de Israel. La investigación, que explota los datos de la Encuesta Nacional de Judíos Americanos de 2007, muestra el choque que provoca Israel en el mundo de tradición judía y subraya de manera rotunda que la desafección entre los más jóvenes es muy acentuada: entre los menores de 35 años, menos del 20% dice estar "siempre orgulloso de Israel".


El fenómeno va mucho más allá de rechazar las acciones militaristas o campañas como la invasión de Gaza y se refieren a los cimientos mismos del Estado de Israel. Son judíos, pero no sienten que Israel o el sionismo tenga nada que ver con ellos: por ejemplo, entre esta franja de menores de 35 años apenas el 50% se siente "confortable con la idea de un Estado judío". Y el dato más extremo: sólo el 50% dice que "la destrucción de Israel sería una tragedia personal", porcentaje que llega hasta el 80% en la franja de mayores de 65 años encuestados.


"Un Estado judío es intrínsecamente racista y no puede ser democrático porque por definición discrimina a todos los que no son judíos", opina desde Canadá Diana Ralph, coordinadora de Voces Independientes Judías. "El sionismo es desde su inicio un proyecto imperalista y racista condenado al fracaso si no fuera por el apoyo masivo de EEUU y sus aliados", remacha.


Las disidencias, que existen desde siempre en la tradición judía y que ahora se han acentuado, empiezan a dar signos de anidar también directamente en Israel. El apoyo a la contundencia bélica "como derecho a la autodefensa" sigue siendo muy alto en este país, pero las grietas existen, como demuestra el importante movimiento de objetores de conciencia.


Uno de sus miembros destacados es Jonathan Ben-Artzi, sobrino del halcón Benjamin Netanyahu, que ha hecho un llamamiento al Gobierno de EEUU: "Hablo como un israelí que apela a los estadounidenses para decirles que no tienen que apoyar ciegamente a Israel. Las acciones de Israel no son todas santas (...) A veces es necesario que se dirijan con firmeza a Israel y nos digan, le digan a nuestro Gobierno, que ponga fin a sus acciones."


El todavía embrionario cisma interior israelí ha dado un salto notable en el campo intelectual en muy poco tiempo con la publicación de obras revolucionarias por parte de los "nuevos historiadores", que han puesto en cuestión desde dentro los grandes dogmas de Israel, aunque suponen una corriente netamente minoritaria.

Quizá el caso más notorios es el de Ilan Pappé (Haifa, 1954), que ha sacudido Israel con la publicación de La limpieza étnica de Palestina (Crítica). El libro sostiene que la limpieza étnica ha sido deliberada y organizada desde el principio del Estado con el fin de asegurar una mayoría judía en Israel.


Las principales autoridades del mundo intelectual israelí, con Benny Morris al frente, se han volcado en rechazar el trabajo y en cuestionar su rigor. Pappé vive ahora en Reino Unido e incluso se ha sumado a las campañas de boicot académico contra las universidades israelíes, incluida la suya de siempre: la de Haifa.


En estos días de furia, el blog de Pappé echa humo. "Parece que incluso los crímenes más horrendos, como el genocidio en Gaza, son tratados [por la comunidad internacional] como acontecimientos discretos, sin conexión con nada del pasado y sin asociación con ninguna ideología", escribía en un post del 3 de enero.


A juicio de Pappé, es crucial que la opinión pública comprenda la naturaleza de la "ideología sionista" como "la mejor manera de explicar las operaciones genocidas como la que vive ahora Gaza" y al mismo tiempo avanzar en acciones que prevengan "cosas incluso peores" en el futuro.


"Hay una gran confusión entre los términos israelí, judío y sionista. El propio Estado de Israel la fomenta, pero es muy peligrosa"

Shlomo Sand (Linz, Austria, 1946), historiador de la Universidad de Tel Aviv, acaba de publicar otro libro rompedor, aún no traducido al español, Cómo y cuándo se inventó el pueblo judío, en el que hace añicos los mitos fundacionales. La academia oficial también ha salido en tromba a criticarlo, pero su extraordinario éxito de ventas en el país -más de 20 semanas consecutivas en la lista de más vendidos- muestra hasta qué punto las cosas están cambiando incluso en Israel.


El fenómeno ha sacudido la política tradicional en episodios aislados, pero de gran impacto simbólico. Abraham Burg, ex presidente del Parlamento de Israel, de la Agencia Judía y de la Organización Sionista Mundial, ha abjurado de manera estruendosa del sionismo y trata de agitar a la sociedad israelí para que empuje hacia un cambio de rumbo radical. De lo contrario, advierte, Israel no tiene ningún futuro.


La crítica de Burg va a la raíz del sionismo mismo: ha llegado a decir que la presión que observa en Israel contra los árabes tiene paralelismos con la que sufrieron los judíos en los regímenes nacional-socialistas antes de la Segunda Guerra Mundial. Su tesis es que Israel, en su actual formato que privilegia a los judíos, sólo puede sostenerse a través de la violencia y augura que esta será cada vez más brutal.


Responsables

El catedrático Yakov Rabkin le secunda desde Canadá: "Toda la idea de crear un Estado étnico contra la voluntad de gran parte de la población implica uso de la fuerza. ¡No hay otra manera de hacerlo!", opina. El historiador se pregunta cómo es posible que la comunidad internacional y la potencia colonial en la zona, Reino Unido, se laven ahora las manos ante una situación explosiva que a su juicio contribuyeron a crear.


"¡Hannah Arendt tenía razón! Ella advirtió exactamente qué iba a pasar: es imposible que este Estado viva en paz. Y los judíos de todo el mundo pagamos las consecuencias", concluye Rabkin. La consecuencias, aclara, es el aumento de ataques e intimidación contra los judíos en todo el mundo y la minimización del Holocausto.


"Hay una gran confusión entre los términos israelí, judío y sionista. El propio Estado de Israel la fomenta, pero es muy peligrosa", lamenta. Y concluye: "El antisemitismo tradicional sigue existiendo, pero ya no es la mayor causa de acoso a los judíos. Ahora, el principal riesgo de sufrir una agresión son represalias por la política de Israel".


La confusión causa estragos: si Rabkin estuviera hoy en Madrid y decidiera ir a la manifestación contra la guerra, muy probablemente avistaría más de una pancarta equiparando el símbolo nazi con la estrella de David. O haciendo lamentables juegos de palabras con el Holocausto.

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