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lunes, 24 de enero de 2011

EL RECIENTE PASO DE VENUS FRENTE AL SOL

EL RECIENTE PASO DE VENUS FRENTE AL SOL


por Ariadne GALLARDO FIGUEROA


(Ariadne GALLARDO FIGUEROA es comunicadora social y reportera de radio, especializada en entrevistas sobre Ciencia y Tecnología)




Uno de los eventos más fabulosos que la naturaleza celeste puede ofrecer, es sin duda el paso de Venus por la cara del Sol, dicho espectáculo se volverá a presentar hasta el año 2012, han de transcurrir 8 años, sin embargo, el fenómeno, me dio la oportunidad de dialogar con investigadores mexicanos que han dedicado su vida a dialogar con el firmamento.




ENTREVISTA AL ASTRÓNOMO DR. ARCADIO POVEDA

En primer término contacté en la capital de la república mexicana al investigador yucateco Dr. Arcadio Poveda. Él estudió astronomía en la universidad de Berkeley, California, con algunos de los especialistas más famosos de la época, como Otto Struve. Realizó ahí su tesis doctoral y en 1956 regresó a México, convirtiéndose en el primer astrónomo mexicano con una formación científica formal. Actualmente el observatorio ubicado en la ciudad de Mérida, la de Yucatán, lleva su nombre.

De sus trabajos más memorables mencionaremos el que se relaciona con la predicción, en 1965, de la existencia de discos de gas y polvo alrededor de estrellas aun en proceso de formación. Estos discos, restos de la nube de la cual se formaron las estrellas estudiadas en esta investigación, pueden dar lugar también a la formación de planetas.

Pero lo interesante de llamarle a México fue poder platicar con él acerca del tránsito de Venus.

Dr. Arcadio Poveda, es del conocimiento general que para todos los pueblos mesoamericanos los planetas han sido fuente de inspiración, lo mismo que para otras culturas del mundo, ¿qué nos puede decir desde su perspectiva respecto al fenómeno del pasado 8 de junio?

El fenómeno del tránsito de Venus por el disco del Sol fue muy importante en el pasado por que la observación de los tiempos del cruce del disco de Venus, frente al Sol, que permitió establecer la distancia de la tierra al Sol.

Actualmente se cuenta con tecnología de punta que nos permite definir con gran precisión esta medida que se traduce en la unidad astronómica: 149 millones 597 mil 970 kms.

¿Para México que representa el paso de Venus, desde el punto de vista histórico?

Es muy relevante, puedo decirle que un colega mío el Dr. Jesús Galindo Trejo, ha estudiado las pinturas que se encuentran en los vestigios arqueológicos de Mayapán, en Yucatán y, él piensa que ahí hay evidencia de que los mayas observaron el tráfico de Venus en el año 1275, seguramente se pudo haber realizado en el atardecer o muy temprano, al despuntar el Sol en el horizonte.




Observatorio
Foto cortesía de SECTUR (Secretaría de Turismo)
Previo a este acontecimiento, nos podemos remontar a la época cuando una expedición mexicana, decidió incursionar hacia tierras japonesas con afán de encontrar el paralaje justo para observar el tránsito de Venus en el año 1874 teniendo al frente al científico Francisco Díaz Covarrubias.

Por aquellas fechas una gran cantidad de astrónomos se organizó para observar el tránsito de Venus desde diversos sitios, Inglaterra, Francia, Rusia y Alemania, buscaban el mejor lugar para la observación de este fenómeno con afán de medir los instantes del cruce del planeta por el disco solar.

Covarrubias y su equipo, instalaron dos pequeños observatorios, uno en Yokohama y otro cercano a dicho sitio, fue un 8 de diciembre de 1874 que afortunadamente con buen clima se logró captar el paso de Venus por el disco solar, dichas observaciones se integraron a las de otros sitios para poder establecer la distancia que define la unidad astronómica con gran precisión.

Para que la Tierra, Venus y el Sol se orienten en esa forma tan especial, no es un asunto fácil, las órbitas deben coincidir y para ello debemos esperar hasta junio del 2012 y posteriormente hasta dentro de 105 años más podríamos ver este fenómeno estelar.

Volviendo a su pregunta sobre la importancia histórica le diré que se dio un evento especial en 1874, como ya le dije en Japón, que recién se estaba abriendo al mundo occidental, no había relaciones diplomáticas entre nuestros países y fue a través de Estados Unidos que se logró establecer el primer contacto, los japoneses tuvieron mucho interés y el ministro de cultura dio permiso para que varios estudiantes asistieran a la estación mexicana a observar el tránsito estelar y como recuerdo de este feliz acontecimiento, el gobierno de Japón en Yokohama, estableció una placa conmemorativa de este evento que se encuentra en un parque público.




JESÚS GALINDO TREJO, EN BUSCA DE UN SUEÑO LARGAMENTE AÑORADO

De esta forma, al enterarme de la visita del astrónomo Galindo a tierras yucatecas, quién labora en el Instituto de Astronomía de la UNAM, me di a la tarea de seguirle los pasos junto a un grupo de personas interesadas en el tema, fue muy enriquecedor poder hablar con él acerca de sus estudios sobre arqueoastronomía.

Dispuesto con cámaras y filtros para captar el momento especial el científico con gran incertidumbre miraba el cielo yucateco cubierto por una densa neblina, el horizonte de la planicie característica de la zona, que no se viste de montañas o edificaciones altas, estaba desdibujado por las nubes…

Las 6:16, marcaba la salida del Sol, el fenómeno se esperaba por espacio de 6 minutos con 38 segundos, las nubes persistentes impedían toda esperanza de observación de algo que Europa, Asia, África y Australia, contemplaban con nitidez, cruzando la parte baja del disco solar por espacio de 6 horas, desde su avizoramiento hasta la salida del planeta gaseoso de la cara solar.

Mientras transcurrían los instantes, el astrónomo comentaba que antes del tránsito observado por Covarrubias en Japón, Joaquín Hernández de León, 105 años antes (1769), lo observó en Baja California, se puede decir que fue el primer astrónomo mexicano en lograr esta observación.

-Podemos sin dudad recordar que El Capitán Cook en Tahití, embarcado desde Inglaterra llegó en ese mismo año para observar el fenómeno, como lo recordara en este sitio virtual Ángel Rafael López Sánchez, Presidente de la Agrupación Astronómica de Córdoba, de igual forma a lo acontecido para el astrónomo Galindo, el cielo se nubló y Cook no pudo realizar la observación que esperaba- mientras tanto escuchamos a Galindo Trejo:

Venus, el único objeto celeste con aspecto de estrella, lo más brillante que observamos en el cielo para los mayas era importante, se asociaba a la época de la siembra y la cosecha -reflexiona el investigador, mientras espera junto al grupo que le acompañamos en su visita al sitio arqueológico de Mayapán- a partir del 14 de junio desde estas tierras lo volveremos a ver como estrella de la mañana.

Nos comentó que ese 8 de junio un grupo de astrónomos mexicanos, se unió a otro grupo para realizar una expedición a Egipto con el mismo fin, pero él prefirió quedarse esos 6 minutos en nuestras tierras para corroborar lo que los mayas habrían visto en el pasado.

Pero las nubes definían que el astrónomo oriundo de Puebla, tendría que volver en 8 años para lograr su objetivo, más adelante nos platicó de su interés por aclarar desde su perspectiva profesional que no sólo se puede observar al Sol como estrella, sino entender a los hombres que hicieron observatorios antiquísimos para poder adorar a los astros y encontrar en sus construcciones que hay una medición acuciosa y precisa, producto de la observación estelar.

Al poder compartir con otros científicos que se dedican a la arqueoastronomía, podemos captar y aprender juntos -nos dice- en el Instituto de Astronomía de la UNAM, Galindo Trejo ha dedicado su tiempo a la física de plasmas, astrofísica Solar y la arqueoastronomía del México prehispánico, ya que su formación profesional es de físico matemático, egresado de la Escuela Superior de Física y Matemáticas del Instituto Politécnico Nacional en el año 1973.

Le pedimos que nos hable más de su trayectoria profesional y nos dice, tratando de eludir su frustración y nosotros la nuestra al no haber captado ese momento especial:

Yo tengo 14 años de laborar en un proyecto muy interesante de la UNAM, del Instituto de Investigaciones Estéticas, a cargo de la Dra. Beatriz de la Fuente, (madre del actual Rector, Juan Ramón de la Fuente), quien reunió a 25 personas de diferentes disciplinas, donde podemos encontrar arquitectos, antropólogos, biólogos, astrónomos, todos ellos con un objetivo, el estudio de la pintura mural desde la perspectiva multidisciplinaria, donde cada quien aporta lo que sabe para complementar el estudio. El estudio nos ha llevado a diferentes sitios y uno de ellos son los frescos de Mayapán, que se descubrieron hace aproximadamente 6 años y al comparar lo que queda de esa época, que en verdad no es remota, notamos una enorme destrucción de los detalles. El científico señala hacia las pinturas de los vestigios mayas y nos dice con tristeza, sin duda se perderán.

Observé podemos percibir que hay connotaciones astronómicas que avalan sus observaciones estelares, ahora que estamos aquí, tratando de revivir los momentos en los cuales ellos, los mayas, observaron el tránsito de Venus, podemos apreciar a personajes ricamente ataviados custodiando el Sol, en algunos de los detalles que aún se preservan, hay una influencia de posclásico tardío (1300, 1400), con la presencia de Quetzalcoatl-Kukulcan, deidad dominante del centro del país, donde se encontraba el reino de Tenochtitlán.

Hay detalles que me recuerdan la venganza de los tlaxcaltecas en Cacaxtla, pero estamos en territorio maya -argumenta Jesús Galindo- empero, el señalamiento de un concepto muy mexica de la observación del Sol nocturno, es notable, para los aztecas el paso del sol al otro lado del cielo, lo que ahora definimos sobre la base del movimiento de rotación, era su viaje al inframundo.

Realizando una serie de medidas notamos -nos dice- que de la pintura al centro del observatorio o caracol astronómico maya, se puede calcular dos momentos del año, donde el sol pintado es iluminado por el Sol real, sólo dos fechas del año: el 9 de abril y el 2 de septiembre.

¿Cuál es su significado, qué nos dicen esas fechas?

No son fechas astronómicas de relevancia, pero casualmente la pirámide de Los Nichos en el Tajín, e igualmente la alineación solar en el Templo Mayor de Tenochtitlán, coinciden con estas fechas. Lo mismo en Xochitecatl, Tlaxcala; incluso en Copal.

La explicación aparente en que las estructuras o recintos ceremoniales en Mesoamerica, durante estas fechas dividen el año en una proporción muy curiosa, que parte de un aspecto básico de lo mesoamericano, el calendario; cada cultura puede recrear un calendario dependiendo del objeto celeste que observa para guiarse, así podemos notar calendarios lunares o solares.

El Sol, al contar con un movimiento uniforme, monótono, constante, es fácil su seguimiento y la manera como se le puede relacionar con la unidad que lo mide, es decir, el día, lo convierte en la base de la gran mayoría de calendarios, sin embargo los mesoamericanos tenían una forma dual de medir el tiempo, una solar de 365 y la otra ritual de 260 días, dicho sistema doble, corría paralelo, pero para que ambos encajaran de forma perfecta, era necesario esperar 52 años para volver a comenzar de forma simultánea el conteo.

Por tanto, mientras el calendario solar da 52 vueltas, el ritual o Xolkín, o también nombrado Tonalpohualli, de acuerdo a la región su nombre cambia, tiene que dar 73 vueltas, tomando en cuenta su número menor de días.

Después de esta explicación sí observamos el 9 de abril desde este observatorio arqueológico, se nota que para el 10 la línea del sol se moverá un poco, hasta variar el ángulo a su extremo el 21 de junio, en el solsticio de Verano y posteriormente va de regreso.

Al llegar al solsticio de invierno contamos 73 días y de esa forma entendemos el número de ciclos que debe tener el calendario ritual para alcanzar los 52 años del solar.

Después de otros 73 días de regreso, se presenta la segunda alineación, que apunta al 2 de septiembre, dirigiéndose al 9 de abril del siguiente año para completar el periodo del Sol.

Es interesante reconocer que el número 73 es una curiosidad aritmética, ya que es la única división posible de 365 entre un dígito, el 5, la quinta parte del año. Lo cultural es que sea 3 veces 73, lo cual conmemora al ciclo antes señalado.




Pirámide de Mayapán, estructura similar a la de Chichen Itzá, pero de menores dimensiones.
Foto cortesía de SECTUR (Secretaría de Turismo)
Lo mismo sucede con 52, sí vemos la pirámide del Sol desde el Templo Mayor, vemos 52, 52 y 260, son una suerte de números mágicos que lo definen todo; el ciclo del calendario solar son 18 veintenas y el ritual, 20 trecenas.

Por tanto el calendario es tan importante que define una manera propia de encontrar direcciones, debemos entender que lo mesoamericano define momentos, es decir, no orienta al espacio, sino al tiempo.

De esa manera la división armónica de un calendario concebido para los dioses, ofrenda al hombre el tiempo.

¿Existe alguna relación de estos números con Venus?

Sin duda está el 73, el periodo sinódico de Venus es de 584 y esto lo podemos observar en códices tanto mayas como mixtecos, el Dresden, por ejemplo, lo describe.

Ahora sí usted suma 8 veces 73, obtiene 584, esa orientación solar sería la única que le daría la posibilidad de calibrar ese periodo venusino. El dios civilizador que le da nombre al calendario en Mesoamerica, es Quetzalcoatl-Kukulcán, el dador del tiempo.

Por esa razón vale la pena estar aquí dentro de 8 años, la importancia es esencial -apunta el científico- además vamos a tener mucho más tiempo para la observación ya que será en la puesta, 6 horas de oportunidad para que el dios maya Chac, de la lluvia, o las nubes, den su permiso para ver el tránsito de Venus en el 2012.

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