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jueves, 24 de marzo de 2011

Bin Laden arrincona a Sarkozy

Bin Laden arrincona a Sarkozy
Juan Carlos Estarellas


Los intereses estratégicos del presidente francés Nicolás Sarkozy en Níger son sólidos e importantes y nada ni nadie podrá poner coto a sus pretensiones. En primer lugar, porque es objetivo prioritario garantizar una franja importante del suministro energético para el país y de materias primas para el funcionamiento de las centrales nucleares -contratos de explotación de minas de uranio firmados en 2009-, porque la demanda eléctrica no cesa. Y en segundo, porque cumplirá sus compromisos políticos en materia de seguridad y de lucha contra el terrorismo, especialmente con los norteamericanos.

La presencia militar en el Sahel -gran parte de Mauritania, Níger y especialmente el norte de Mali- se debe, sobre todo, a la defensa de los intereses reseñados pero, primordialmente, a la situación de inseguridad generada por la organización terrorista Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), que se consolida y se hace más fuerte día a día. Durante el pasado año, la participación gala en la lucha contraterrorista en la región no se limitó únicamente a la cooperación, colaboración y a las actividades de inteligencia, sino que fue mucho más lejos, participando incluso en el ámbito operativo -unidades de élite conjuntas mauritano-francesas- en acciones de rescate y de lucha contra la organización terrorista.

Uno de los aspectos que demuestran la enorme responsabilidad y la firme convicción de Sarkozy de estar actuando adecuadamente contra el terrorismo salafista yihadista, ha sido su mensaje claro y determinante ante situaciones de amenaza o coacción: "no negociará ni cederá ante nadie y menos ante los terroristas", aludiendo a la extorsión del AQMI y al posible pago por la libertad de los dos cooperantes españoles secuestrados que consideraba una estrategia equivocada.

Las acciones de venganza del líder de AQMI, Abd Al-Wadoud, contra las actividades contraterroristas de Sarkozy se han ido produciendo de manera simultánea desde el pasado verano hasta el día de hoy con secuestros y extorsiones, exigiendo el pago de un rescate y la libertad de presos yihadistas (hay en total seis rehenes franceses, los dos últimos secuestrados en enero, y la puesta en libertad a finales de febrero de la esposa de uno de ellos, además del togolés y el malgache), atentado contra la embajada francesa en Mauritania y ataques o emboscadas contra las tropas en la región, incluyendo el robo de vehículos y de armamento y munición.

Es inequívoco que esa política está generando un daño considerable a la infraestructura de AQMI, de ahí la respuesta terrorista: "la línea de trabajo es la correcta y los resultados obtenidos son los esperados'. Y por otro lado, se dispone de información sobre la forma de operar de los yihadistas y del trato que prestan a los secuestrados. Es decir, la vida de los seis rehenes franceses no corre peligro en la medida que el manual de Al-Qaeda impide la ejecución de extranjeros y de mujeres, permitiéndose el cobro de un rescate por su puesta en libertad, salvo si se trata de agentes de policía, de inteligencia o militares, en cuyo caso deben ser ejecutados sin contemplaciones.

Contra las cuerdas

Sin embargo, las venganzas de Abd Al-Wadoud se desvanecen temporalmente por la aparición de Osama Bin Laden -máximo líder de la organización- que ordena al responsable de AQMI (por email) la emisión de un comunicado dirigido a Sarkozy advirtiéndole que debe negociar con él la libertad de los rehenes.

Este nuevo escenario complica la posición de Sarkozy en la medida en que la estrategia de Bin Laden pretende: arrinconarlo contra las cuerdas, desgastarle políticamente, para luego golpearle con extrema dureza. Las exigencias para que continúen con vida los rehenes son: retirada de las tropas francesas de Afganistán y demás territorios musulmanes -incluyendo el Sahel- en un plazo hecho público y un cambio inmediato en su política interior en contra del islam y de las comunidades musulmanas, retirando la prohibición del velo integral islámico. En síntesis, unas medidas imposibles de cumplir en la práctica. Pudiera ser que la ejecución de los rehenes, a manos de Abd Al-Wadoud, se produjese aún en el caso de cumplir dichas exigencias.

En el plano de la política interior, Sarkozy no lo ha tenido nada fácil y Bin Laden lo sabe. Primero, como consecuencia de su política en Afganistán y la conveniencia de seguir participando en la lucha contraterrorista -con más de 3.000 militares- y su voluntad de regresar a las estructuras de mando en la Alianza Atlántica. Y segundo, por la tensión existente con las comunidades musulmanas como consecuencia de sus recientes manifestaciones: "el burka no es bienvenido en Francia".

Por ello, Bin Laden agrava la situación de Sarkozy en su último comunicado -finales de enero- más agresivo y amenazador, pero cuyo destinatario ya no es el presidente, sino el pueblo francés. El contenido del mensaje, que pretende herir la sensibilidad de la sociedad en contra de sus decisiones políticas culpándole de los males que sucedan en el futuro, asegura que "la negativa de Sarkozy a retirar las tropas de Afganistán es debida a su subordinación a EEUU. Por ello los secuestrados podrán ser ejecutados inmediatamente cuando lo estimemos conveniente, pero el pueblo francés y su presidente pagarán, de varias maneras, un alto precio por esta decisión, tanto dentro como fuera del país".

Osama Bin Laden intenta arrinconar contra las cuerdas a Nicolás Sarkozy poniendo a la sociedad francesa en su contra y descargando exclusivamente sobre él toda la responsabilidad sobre la suerte de los rehenes, que probablemente sean ejecutados. Todo ello motivado por una eficaz lucha contraterrorista en Afganistán y en el Sahel y por su política interior debido a las prohibiciones del velo integral. El líder francés no debería aceptar ninguna de las exigencias puesto que la política contraterrorista que viene desarrollando será la más acertada a medio plazo.

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