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jueves, 24 de marzo de 2011

Libia, la ¿maldición? del petróleo

Libia, la ¿maldición? del petróleo
Frida Modak
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Los acontecimientos que se suceden en Libia tienen varias lecturas que van de la derecha a la izquierda y que ponen de relieve las “movidas” y los intereses que están en juego, los que no tienen nada que ver con las demandas del pueblo libio.

Ya hemos señalado en estas páginas que en estos sucesos juegan un rol de gran importancia los intereses particulares de algunas conocidas figuras políticas de nivel mundial, lo que finamente se convierte en parte de los intereses de los países que representan. La revista Foreign Policy publicó en su edición del 22 de febrero un interesante artículo de Cameron Abadi, cuyo contenido ayuda a entender mejor por qué lo que debería ser un asunto interno de Libia se ha convertido en un conflicto internacional de la magnitud que estamos observando y que puede derivar en hechos muy diferentes a las aspiraciones de los libios.

Bajo el título de “Un régimen en el que podemos confiar” y después de preguntar cómo pudo Occidente equivocarse tanto con Jaddafi, informa sobre las relaciones que gobernantes europeos y la Casa Blanca han tenido con Jaddafi, desde que en el 2004 éste renunció a su propósito de tener armas de destrucción masiva y los que antes lo marginaban le abrieron las puertas.

Tony Blair

Señala Abadi que las relaciones de Gran Bretaña con el gobierno de Jaddafi eran difíciles, no sólo por el avión derribado en Lockerbie, sino también por un incidente en que personal de la embajada libia en Londres disparó contra quienes participaban en una manifestación en su contra.

Por eso, cuando el Primer Ministro Tony Blair anunció que iría a Libia, en febrero de 2004,la noticia no fue bien recibida, pero Blair dijo que no se trataba de olvidar el pasado sino de mirar hacia adelante y apoyó la apertura libia a Occidente, felicitó a Jaddafi por renunciar a las armas nucleares y le agradeció su contribución a la lucha contra el terrorismo islámico.

La sorpresa se produjo el 24 de febrero, cuando Blair informó que la petrolera Shell, empresa anglo-alemana, había firmado un convenio por $550 millones que le daba derecho a hacer exploraciones de gas en la costa libia. Posteriormente trascendió que el mismo Blair había hecho el lobby para el negocio y que la Shell le había otorgado un poder.

Nicolas Sarkozy

Según señala Abadi, cuando Nicolas Sarkozy asumió la presidencia en Francia se comprometió a modificar la política ”gaullista” de desentenderse de los derechos humanos en las relaciones internacionales y por eso no gustó que se involucrara en una negociación con Gaddafi para liberar a unas enfermeras belgas acusadas en Libia de infectar a varios cientos de niños con el virus del Sida. Meses después, Sarkozy invitó a Jaddafi a visitar Francia, estadía que se extendió por cinco días y comenzó el Día Internacional de los Derechos Humanos.El ministro francés encargado de velar por esos derechos quiso restarle importancia diciendo que Francia era un “felpudo” en el que el líder libio podía “limpiarse la sangre de sus crímenes”.

Por su parte el canciller Bernard Kouchner dijo que estaba resignado a hospedarlo porque “Era necesario”.

Sarkozy declaró que Jaddafi merecía una recompensa por sus gestos hacia Occidente.El mandatario francés anunció también que empresas de su país habían suscrito un convenio para invertir 10 billones en Libia. Además, dijo que al gobernante libio no se lo consideraba dictador en el mundo árabe, que era el jefe de Estado más antiguo en esa región y que allí “eso cuenta”.

Silvio Berlusconi

Ya nos hemos referido a sus relaciones financieras con Libia. El artículo de Abadi sostiene que el Primer Ministro italiano buscó el entendimiento con su ex colonia para frenar la inmigración desde el norte de África hacia su país y se acordó una reparación por 5 billones. Después Jaddafi viajó a Italia, donde incluso se reunió con mil mujeres a las cuales les habló sobre las virtudes del Islam. Las relaciones económicas entre los dos países crecieron,I talia importa el 20 por ciento de su petróleo desde Libia y la empresa italiana de petróleo, ENI, ha hecho fuertes inversiones en la industria petrolera libia. Berlusconi ha sido el mandatario europeo más renuente a una intervención en el país nor-africano.

Richard Perle

Es un consejero político estadounidense que ha trabajado con varios gobiernos, entre ellos los de Ronald Reagan y George W.Bush. Cuando el 2004 se levantaron las sanciones a Libia el gobierno de ese país contrató a varias empresas que se dedican al lobby o cabildeo para mejorar su imagen en Estados Unidos.

Una de esas empresas, Monitor Group, contrató los servicios de Perle, quien durante el gobierno de Bush tuvo un cargo directivo en la secretaría de Defensa, viajó en dos oportunidades a Libia y se entrevistó con Jaddafi el año 2006,rindiendo cuenta de ello al vicepresidente Dick Cheney.

En su artículo Abadi cita una nota de Político, publicación estadounidense, en la que se señala que el Monitor Group continúa abogando por Libia y desarrollando programas en los que han participado académicos conocidos como Francis Fukuyama y Nicholas Negroponte, catedrático del Tecnológico de Massachussets y hermano del ex director de Inteligencia estadounidense John Negroponte. Si algo se desprende del artículo que hemos citado, es que por distintas vías la realidad de África del Norte y Medio Oriente no podía ser ignorada por la Unión Europea, Estados Unidos y los organismos militares y de inteligencia de ambos. Es dable pensar que estimaron que no les convenía evitar que los acontecimientos se precipitaran.

Debate en la izquierda

Los hechos que estamos comentando han tenido especial repercusión en América Latina, donde se desarrolla un interesante debate a través de numerosos análisis que se reproducen en distintos sitios de Internet. Todos plantean la necesidad de respaldar a los movimientos que han surgido en Africa del Norte y Medio Oriente, para que puedan alcanzar sus metas.

Jaddafi es analizado en función del cambio en sus políticas a partir de las nuevas relaciones entabladas con Europa y Estados Unidos, lo que significó su adscripción al modelo neoliberal. La diferencia entre el Jaddafi de las primeras décadas y el de ahora se examina a fondo y se concluye que la prioridad la tiene el pueblo libio.

Esto no debe confundirse con apoyo de ninguna especie a las políticas europeo-estadunidenses, las que están lejos de interpretar a los pueblos de esa región, como lo vemos a diario.

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