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domingo, 24 de abril de 2011

La precesión de los equinoccios y su influencia en los calendarios

La precesión de los equinoccios
y su influencia en el calendario

¿Existe alguna relación entre la Navidad y el solsticio de invierno?, ¿y entre la noche de San Juan y
el solsticio de verano? ¿Y por qué la Semana Santa cambia cada año de fechas? ¿Por qué tenemos
Septiembre, Noviembre y Diciembre, y los demás meses se llaman de otra manera?; ¿tendrá por
ejemplo, Febrero algo que ver con “fiebre” y por qué sólo tiene 28 días? ¿Por qué necesitamos los
años bisiestos y por qué se llaman así?; y los días de la semana ¿tienen relación con los planetas?
Espero que este artículo les resuelva éstos y otros misterios que esconde nuestro calendario.
Figura 1: El eje de rotación de la Tierra describe un cono de radio angular 23,5º, con una periodicidad de unos 26000 años. Dentro de 8000 años el eje
terrestre apuntará a Deneb de Cisne. Imagen dcha.: vemos el círculo de precesión dibujado en la bóveda celeste.
Xurdimento Páxina 13
Lo que quizá no sea tan conocido, seguramente por tener
un efecto inapreciable sobre nuestras cortas vidas, es que nuestra
Tierra se balancea como una peonza gigantesca. Sí, este
movimiento no tan visible, llamado técnicamente de precesión,
es debido a perturbaciones ejercidas por el Sol y la Luna
sobre nuestro planeta, al estar éste más abultado en el ecuador.
¿Qué consecuencias tiene la precesión de los equinoccios?
El eje terrestre apunta actualmente a la estrella más brillante
de la Osa Menor. Esta estrella, conocida ahora como
Estrella Polar, nos indica siempre el norte. Si la observamos
pacientemente por la noche, veremos que permanece inmóvil
y que el resto de las estrellas giran a su alrededor. Hace 3000
años, cuando se construyeron las grandes pirámides de
Egipto, la estrella polar era Dubán (de la constelación de
Dragón) venerada en aquella época. Dentro de 8000 años el
eje terrestre apuntará cerca de Deneb, la “cola” del Cisne.
Otra consecuencia de esta precesión es que de un año al
siguiente, el “equinoccio de primavera” se retrasa unos 11
minutos y 14 segundos. Hiparco de Nicea descubrió este
retraso hace más de 2000 años y lo denominó precesión de
los equinoccios. Si multiplican esos 11 minutos y 14 segundos
por 400 años obtendrán un desfase de algo más de 3 días.
Curiosamente, esa es la diferencia que hay entre el solsticio
de invierno y el día de Navidad, o entre el solsticio de verano
y la noche de San Juan. Después volveremos sobre este asunto
dando más detalles.
¡Ah!, ¿y el Horóscopo?, ¿será verdad lo que nos auguran
los horóscopos de las revistas? Tomando como referencia la
asignación de los signos del Zodiaco en la época de Hiparco
(que es la misma de hoy en día), la precesión de los equinoccios
ha provocado que cada signo se retrase en uno. Así por
ejemplo, si usted nació un 30 de marzo, debería ser Aries.
¿Qué significa eso?, pues que el Sol debería estar en la constelación
de Aries, pero actualmente, en realidad en dicho día
el Sol se encuentra todavía en la constelación de Piscis. Sea
cual sea su horóscopo, por coherencia, debería consultar el
horóscopo anterior.
El primer calendario romano
El Rey Rómulo funda la ciudad de Roma el 24 de Abril
de 753 a.C. Ese año, el 1 a.u.c., abreviatura de “ab urbe condita”
(que significa “desde la fundación de la ciudad”), empezaría
a contar el primer calendario romano formado en un
principio por solo 10 meses, 4 de 31 días y 6 de 30 días,
dando un total de 304 días. El primer día del calendario sería
la Luna llena después del equinoccio de primavera. El primer
mes se llamaba “Martius” (de 30 días), dedicado al dios de la
guerra Marte, el planeta rojo. En este mes se organizaban y
preparaban las contiendas que tendrían lugar en el verano.
Los meses de las lunas de Enero y Febrero no se contaban en
este primer calendario romano, porque no se realizaba ninguna
actividad de interés social o económico. Le sigue “Aprilis”
(de 30 días), mes de la apertura de las flores y “Maius” (de 31
días), mes de la fiesta de la ninfa de la primavera Maia.
Después vendría “Junius” (de 30 días), mes dedicado a la
diosa madre romana Juno, patrona de las cosechas. A final de
este mes se llevaba a cabo el cobro de impuestos (costumbre
que se mantiene hoy en día con nuestra temida declaración de
la renta, antes con trigo y ahora con euros). Le seguirían los
meses “Quintilis” (de 31), “Sextilis” (de 30), “September”
(de 30), “October” (de 31), “November” (de 30) y
“December” (de 30).
Dos nuevos meses: Jano y el mes de las fiebres
El segundo rey, Numa Pompilio, introducirá más tarde el
mes “Januarius” (de 30 días) en honor al dios Jano, y
“Februarius” mes de las “fiebres” y resfriados. Este último
mes, que sólo contaría con 28 días (y así se quedaría para
siempre), se consideraba nefasto y gafe y estaba dedicado a
las divinidades infernales, provocadoras de enfermedades y
maleficios. Se añadió un día más a enero y se redujeron a 29
los demás meses de 30 días. Este cambio se piensa que se
produjo porque a los romanos no les gustaban los números
pares. Así pues quedaba un calendario de 12 meses con 355
días, que comenzando en marzo tendrían 31, 29, 31, 29, 31,
29, 29, 31, 29, 29, 29 y 28 días, respectivamente.
¿Cuándo y por qué se empieza a contar Enero como primer
mes del año? Con el comienzo de la República, allá por
el 510 a.C., los cónsules (que se renovaban cada dos años)
tomaban su cargo el día 15 de Marzo. Pero hacia el 153 a.C.,
por motivos militares, se empezaron a tomar esos cargos en
las calendas de Enero. De esta forma tenían un periodo razonable
de adaptación a sus ejércitos. Este cambio de inicio del
año se produjo únicamente en el sector occidental del imperio,
no siendo así en el oriental.
Figura 2: Hiparco de Nicea, descubridor de la precesión de
los equinoccios.
Con el fin de cuadrar las fases lunares con las estaciones,
cada dos años el Pontífice Máximo, directamente inspirado
por los dioses (y muchas veces también por su propia conveniencia),
intercalaba un mes adicional llamado “mercedonius”
de 27 o 28 días tras el 23 de Febrero, sexto día anterior
a las calendas de Marzo, y se olvidaban los 5 días restantes de
Febrero. En este mes se concedía la merced de liberar a los
esclavos, de ahí su nombre.
La reforma juliana
En el año 46 a.C. (707 a.u.c) y tras varias guerras civiles,
el desfase del calendario civil con el año trópico era ya de 90
días, de forma que las “floralias”, fiesta de la primavera, ¡se
celebraban en pleno verano! Por eso, Julio César ordenó a un
astrónomo alejandrino llamado Sisógenes arreglar tan mala
situación. Inspirándose en el calendario egipcio (de 12 meses
de 30 días, con correcciones periódicas), se propuso lo que
hoy se conoce como reforma juliana. Los cambios fueron los
siguientes:
• Se desvincula la noción de “mes” con la de “mes
lunar”. Los meses se mantendrán en 28, 30 y 31 días.
• Se pretende que las calendas de Marzo de 708 a.u.c.
pasen al 1 de Enero de 708 a.u.c. De esta forma, el
equinoccio de primavera tendría lugar la noche del 24
al 25 de Marzo, y el solsticio de invierno la noche del
24 al 25 de Diciembre. Para ello, se añadieron 90 días
repartidos entre un mercedonius de 28 días en Febrero
de 707 a.u.c (el último de la historia) y 67 días entre
Noviembre y Diciembre de ese año. El año 707 a.u.c.
(46 a.C.) tuvo pues 445 días; fue el más largo de la historia
y se le conoce como “año de la confusión”.
• Se sumaron 10 días entre los meses hasta quedar los de
nuestro calendario actual, quedándose Febrero con 28
(o posiblemente con un día más que más tarde se le dio
a Agosto).
• Se añadiría un día cada 4 años justo donde antes se
colocaba el “mercedonius”. Así se repetiría el 23 de
Febrero, el sexto antes de las calendas de Marzo. El día
repetido es pues el “bisexto” y de ahí el nombre de
año bisiesto.
Los meses de Julius y Augustus
Tras la muerte de Julio Cesar, el año 709 a.u.c (44 a.C.)
el senado romano decide llamar “Julius” a Quintilis, en honor
a su emperador. Más tarde, en el año 8 a.C., se llamó
“Augustus” a Sextilis, para contentar a Octavio Augustus y,
cómo no, para no ser menos que su tío abuelo Julio se le añadió
un día más a su mes, quitándoselo a Febrero.
Afortunadamente, el siguiente emperador Tiberio renunció a
ese honor y, gracias a ello los meses siguientes no se llaman
“Tiberio”, “Calígula”, “Claudio” y “Nerón”.
¿Y el origen de los días de la semana?
En el siglo III d.C. Aureliano introduce, procedente de
oriente, el culto al Sol y se implanta la semana planetaria en el
calendario romano, con Dies Solis como día más importante.
Siguiendo el sistema geocéntrico de Tolomeo, el orden
“natural” de los planetas (es decir, de más cercano a más lejano,
según se creía entonces), y por consiguiente el de los días
de la semana, tendría que haber sido: Luna, Mercurio, Venus,
Sol, Marte, Júpiter y Saturno. Pero en su lugar se adoptó otro
orden que se consigue recorriendo las aristas de una estrella
de 7 puntas, una por cada planeta dispuestas en el orden anterior.
De esta forma, comenzando por el Sol obtendríamos:
Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus, Saturno y Sol (Véase
la Figura 3).
Durante el siglo III d. C. se adaptan las costumbres a la
nueva religión en auge, el cristianismo, lo que va a provocar
numerosos cambios y adaptaciones del calendario. Por citar
alguno, San Pablo identificaría a Jesucristo como el nuevo
Sol, cambiando el Día del Sol por Dominus o Día del Señor,
que pasó a ser nuestro Domingo actual. El día de Saturno
sería absorbido por la tradición judía y denominado Sabat o
Sábado. En otras lenguas germánicas se conservan los nombres
de “Sunday” y “Saturday”.
El origen de la Navidad
Otro cambio curioso es el que originó la festividad de la
Navidad. Pero antes hemos de hablar de Mitra y su relación
con la precesión de los equinoccios. Mitra fue un dios asociado
al Sol, de origen Persa, que fue adoptado en el imperio
Romano. La precesión de los equinoccios fue descubierta por
Hiparco de Nicea, como ya hemos dicho al principio, hacia el
año 125 a.C. Este equinoccio constituía una referencia fija que
servía para medir las posiciones de las estrellas supuestamente
Páxina 14 Xurdimento
Figura 3: Siguiendo una estrella de 7 puntas, empezando
por la Luna, se logra el orden de los días de la semana.
pegadas o fijas en una bóveda celeste de cristal. ¿Qué ser
sobrenatural podía mover todo el firmamento de estrellas? Sin
duda, tenía que ser un dios poderosísimo. Este poder fue atribuido
a Mitra, lo que originó alrededor de él toda una religión
monoteísta de carácter “científico” y elitista. Mitra fue declarado
dios protector de Roma hacia el 62 a.C.. De hecho compitió
con el cristianismo hasta el siglo IV. Precisamente, la noche
del 24 al 25 de diciembre se celebraba el nacimiento de Mitra,
justo en la noche en la que tenía lugar el solsticio de invierno.
Mitra, en su faceta de rey Sol, renace, empieza a levantarse de
nuevo. Con el cambio a la nueva religión en auge, en esa noche
mágica pasaría a celebrarse el nacimiento del nuevo dios,
Jesucristo. La primera Navidad se celebra con el papa Liberio
en el 353 d.C.. Pero a principios del siglo III, el solsticio de
invierno ocurría el 21 de diciembre (debido a la precesión),
aunque se seguía celebrando el 24 de Diciembre; y el equinoccio
de primavera ocurría el 21 de Marzo, y se celebraba el 24
de Marzo. En el concilio de Nicea, año 325 d.C., se olvidan
esos 3 días y se declara fecha fija para el equinoccio de primavera
el 21 de Marzo, y para el solsticio de invierno el 21 de
Diciembre, olvidándose de este modo el sentido astronómico
que tuvo la Navidad en su origen.
En el siglo VI, Dionisio el Exiguo prepara una cronología
de la iglesia para el papa Juan I, fijándose el año 0, nacimiento
de Jesús, el 25 de diciembre del año 753 a.u.c. El uso
de esta cronología se extendería por Carlomagno a toda la
cristiandad occidental hacia el año 800 d.C.
La reforma gregoriana y la Pascua de
Resurrección
El desfase con respecto al año trópico de los 11 minutos
y 14 segundos por año, continuaba en el calendario. Esto
suponía grandes problemas a los eclesiásticos de la época, a
la hora de determinar por ejemplo la Pascua de Resurrección,
pues ésta debía celebrarse el primer domingo siguiente a la
primera Luna llena después del equinoccio de primavera.
Tenemos que esperar hasta el año 1582, en el que el papa
Gregorio XIII y su grupo de sabios encabezados por el astrónomo
Clavius propusieran lo que conocemos como calendario
gregoriano, nuestro calendario actual.
Se corrigen los 10 días de error acumulados desde el
Concilio de Nicea y además se propone que no sean bisiestos
los años seculares no divisibles por 400. Es decir, que los
años 1600, 2000, 2400, etc. sean bisiestos y el resto, 1700,
1800, 1900, 2100, 2200, 2300, etc. no lo sean.
En los países católicos romanos se adoptó esta reforma,
y así, al 4 de octubre de 1582 le siguió el 15 de octubre. Una
anécdota curiosa es que Santa Teresa murió el mismo día 4
de octubre y se enterró al día siguiente, el 15 de octubre. En
los países protestantes la reforma no se adoptó hasta el 1752
y en Rusia hasta el 1917.
El calendario gregoriano tiene pues un año medio de
365,2425 días, y es unos 26 segundos más largo que el año
trópico de 365,24219 días. Este error producirá un desfase de
1 día cada 3330 años, lo que no es preocupante de momento.
La solución adoptada hoy en día es que ni el 4000 ni el 8000
sean bisiestos.
Referencias:
Martín Asín: Las maravillas del Cielo. http://www.alucine.
com
Juan Antonio Belmonte: Las leyes del cielo. Astronomía
y civilizaciones antiguas. Ed. Temas de Hoy, 1999.
Sergio Fuster: Sobre el origen pagano de la navidad.
http://www.temakel.com/articulofusternavidad.htm
Xurdimento Páxina 15
José Luis Rodríguez Blancas
Profesor de Matemáticas en la Universidad de Almería
Correo electrónico: jlrodri@ual.es
Web personal: http://www.ual.es/~jlrodri

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