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sábado, 28 de mayo de 2011

Astronomía en el mundo maya para el 2012 alli termina

Astronomía en el mundo maya
Jesús Gerardo Rodríguez Flores | Sociedad Astronómica de la Laguna (México)

Introducción
La mejor descripción del elevado conocimiento de los mayas en el campo de la astronomía, y lo asombroso de su civilización no pueden estar mejor descritos que en el relato de Augusto Monterroso denominado "El Eclipse":
«Cuando Fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podría salvarlo. La selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable, definitiva. Ante su ignorancia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna esperanza, aislado, con el pensamiento fijo en la España distante, particularmente en el convento de Los Abrojos, donde Carlos V condescendiera a bajar de su eminencia para decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora. Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se disponía a sacrificarlo ante un altar, un altar que Bartolomé le pareció como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de si mismo. Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas. Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura universal y de su arduo conocimiento de Aristóteles. Recordó que ese día se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso en lo mas íntimo, valerse de aquel conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la vida.



Imagen de "El Castillo" o "Piramide de Kukulkan" en Chichen Itza. Los días del equinoccio un juego de luces aparenta el descenso de la serpiente empulumada.
» - Si me matáis - les dijo - puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura. Los indígenas se miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus ojos. Vio que se produjo un pequeño consejo, y esperó confiado, no sin cierto desdén. Dos horas después, el corazón de Fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz del sol eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían los eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles...»

La asombrosa civilización maya sigue siendo un misterio. Pero un misterio en el cual la "civilización occidental" tiene mucho de culpa. Durante la conquista, la intolerancia, incomprensión y soberbia de conquistadores y evangelizadores prácticamente acabaron con todo el conocimiento escrito de este fabuloso pueblo. Lejos de aquella creencia de que "los indígenas son tan bárbaros que no inventaron la escritura" el pueblo maya tenía códices o libros que lamentablemente en un arranque de fanatismo religioso fueron quemados por los evangelizadores. Los códices que han sobrevivido prácticamente se pueden contar con los dedos de las manos, y por fortuna el celo religioso no acabó con las innumerables estelas de piedra.

La civilización maya la podemos ubicar entre los años 1000 a.C. y 1542 d.C. Ocuparon un área geográfica que va desde la península de Yucatán, en México, hasta Honduras, en Centroamérica, aunque su área de influencia cultural fue mucho más extensa. Algunos hallazgos en cavernas en centroamerica permiten fechar evidencias de su cultura en épocas tan remotas como el año 2400 a.C., aunque la fase más interesante, su apogeo o Período Clásico tuvo lugar entre el 250 al 900 d.C.


Las matemáticas
Durante un tiempo, lo único que conocíamos de los mayas era lo que sus fantásticas construcciones nos permitían intuir. Y lo poco que se conocía de su escritura nos permitió adentrarnos en la habilidad matemática que poseían. Su sistema de numeración tal vez fue el más efectivo y conciso de su tiempo. En lugar de nuestro familiar sistema decimal (base diez) ellos empleaban un muy efectivo sistema vigesimal (base veinte) con el cual podían registrar grandes cifras y realizar cálculos con mayor facilidad que los europeos de su tiempo (¿alguno ha visto lo ridículo y arduo que es realizar cálculos con números romanos?). El sistema, aunque de base veinte solamente empleaba dos símbolos para su representación. La unidad o uno era representada con un simple punto, el cinco o múltiplos de éste numero eran representados con una linea. Pero el símbolo que encierra una revolución en el mundo de las matemáticas fue un caracol: representaba al numero cero. Esto demostraba una vez más la genialidad de los mayas. Ninguna civilización del planeta hasta entonces, por muy avanzada que fuera, había dado representación numérica al cero. Los mayas lo hicieron y con ello generaron un muy buen sistema numérico.



Representación de los veinte principales jeroglíficos mayas de su sistema numérico vigesimal. Solamente emplean 3 símbolos (punto, raya y caracol). Nótese lo trascendental del empleo del número cero, único en aquella época.



Representación de numeros grandes. Para representar el número 32 se usaban los símbolos 1 y 12, puesto que representaban 20+12. El punto en la parte alta (parte de los "vigésimos") representa al 20, y el 12 en la parte baja a las unidades. Mientras en la numeración arábiga extendemos las cifras hacia la izquierda, en la numeración maya las cifras se extienden hacia arriba.
Mientras nuestra civilización actual tiene que representar números grandes con una secuencia de dígitos que se va extendiendo hacia la izquierda y que en caso de cantidades grandes producen largas y abrumadoras secuencias de dígitos, el sistema vigesimal maya permitia representar grandes cantidades con una serie muy reducida de símbolos.

Por ejemplo los mayas podían representar los números del 0 al 19 con solamente un jeroglífico, cuando representaban el 20 entonces empleaban una segunda cifra. El veinte era un caracol con un punto encima, el veinticinco era una barra con un caracol encima, y así. Veámoslo de una forma más matemática. El 32 en base diez consiste es igual a 3 x10+2, por eso lo representamos como un 2 seguido a la izquierda con un 3. En cambio en el sistema vigesimal maya el 32 es igual a 1 x 20+12, por eso se representa con dos puntos y dos barras con un punto en su nivel superior.

En las ilustraciones anexas podemos ver claros ejemplos de como el sistema vigesimal maya disminuye considerablemente el numero de "cifras" necesarias para representar grandes números. Incluso los cálculos de grandes números en sistema vigesimal resultan muy sencillos. ¡ Solo es cuestión de sumar o restar puntos y/o barras!

En ocasiones a los mayas los han denominado "los griegos de América". Pues en sistemas numéricos los mayas superaron a los griegos. Los filósofos del Egeo se veían fácilmente abrumados por las cantidades grandes. Pasado los cuantos miles, para los griegos la cantidad era tan elevada que la consideraban prácticamente igual a "infinito". En cambio, los mayas con su representación vigesimal representaban y realizaban cálculos de cantidades tan grandes como millones. Un hecho curioso en la numeración de los mayas es que no usaban sistemas fraccionarios. Sin embargo para solucionar ese problema utilizaron un recurso inteligente pero desconcertador: usar múltiplos de la fracción que dieran valores enteros.

Todos estos fundamentos matemáticos darían lugar al estudio del cosmos que influiría en cada una de las actividades de su civilización.


Códices, astronomía y adivinación
Como las demás civilizaciones antiguas, el estudio de la astronomía por parte de los mayas estaba estrechamente relacionada con su cosmovisión, sus mitos y su religión. Sus avances en matemáticas y astronomía tienen principalmente una aplicación ritual y adivinatoria. La dinámica de los astros esta íntimamente ligada a la agricultura y los ciclos climáticos que son tan importantes para el sostenimiento de una sociedad. La astronomía se convirtió en un instrumento de predicción que permitió a los sacerdotes-gobernantes conservar el poder. Eran los señores supremos, capaces de controlar los fenómenos naturales, e incluso provocarlos. Los cultos desarrollados por los sacerdotes parecian a los ojos del pueblo como la causa de los fenómenos naturales, y consecuencia de la correcta realización de los rituales. Pero este "circo, maroma y teatro" de los sacerdotes mayas estaba cimentado en los abundantes registros astronómicos que durante siglos habían conservado. Allí estaba la razón de su conocimiento de la existencia de diversos ciclos astronómicos como los eclipses y los períodos de planetas como venus y marte.
Los abundantes y antiguos registros astronómicos mayas les permitieron la elaboración de calendarios de gran precisión. Así por ejemplo los mayas pudieron determinar el período lunar (el transcurso entre una luna nueva y otra) , que conocemos como mes sinódico. Los mayas lo calcularon en 29,5308 días, contra los 29,5306 medido por la tecnología actual: tan solo 24 segundos de diferencia. Para logra tal precisión realizaron un concienzudo registro de 405 lunaciones ocurridas durante 11,960 días. ¡Un proyecto científico que duró más de tres décadas!

En la actualidad se considera que solamente cuatro códices mayas sobrevivieron del imperdonable "terrorismo y destrucción" que sufrió la cultura maya: el Códice Dresde, París, Trocortesiano y Grolier. Todos ellos tienen interesantes referencias astronómicas, pero para decepción de los científicos extremos, hay que aclarar que el interés de los mayas por el estudio de los astros no tuvo un fundamento totalmente científico. Su interés era conocer la mecánica celeste como un método para realizar pronósticos, rituales adivinatorios. En una sola palabra los que hoy conocemos como astrología.

El Códice Dresde, fechado en el siglo XI, hace referencia a las sucesivas apariciones de Venus como estrella matutina, el lapso que aparece como estrella vespertina y los períodos en que desaparece. Lo interesante sobre las efemérides de Venus que aparecen en este códice es que dicho calendario pronosticaba con notable exactitud las posiciones de Venus en los próximos 384 años. De igual forma el códice incluye tablas lunares de las fechas en que tendrían lugar los eclipses, así como la obtención del período lunar en base a las 405 lunaciones comentadas lineas arriba. Aunado a ello, el códice parece contener unas tablas que relacionadas con el período sinódico del planeta marte y, con el número de días que dura su movimiento retrógrado en el cielo.

El Códice París contiene una representación aparente de lo que sería un zodiaco con trece constelaciones representadas como trece animales colgando de una especie de serpiente cósmica. Por su parte en el Códice de Madrid o Códice Trocortesiano hay una notable aplicación del calendario ritual (el "Tzolkin" que describiremos más adelante), pero su aplicación tiene que ver más bien para usos rituales y de adivinación, un objetivo que también comparte con el Códice París. El códice más astronómico de todos tal vez sea el Grolier, el cual esta centrado exclusivamente en el ciclo del planeta Venus.

Otra interesante fuente de información astronómica son los glifos o grabados en piedra, tanto en estelas como grabados en monumentos. Por ejemplo en Copán, en Honduras existen monumentos levantados para señalar el término del katún, un período religioso de 20 años marcado en el calendario maya conocido como "cuenta larga". También se han encontrado glifos que registran el paso de cometas, las posiciones astronómicas de Venus asociadas con otros ciclos astronómicos como las fases de la luna. También en Copán se encuentra el denominado "Altar Q" el cual según estudiosos representa la reunión de sabios que tuvo lugar hacia el 775 d.C. para realizar ajustes al calendario maya. Ajustes que, dicho sea de paso, hicieron al calendario maya más preciso que el calendario que actualmente usamos.

En el friso del edificio de las Monjas de Chichen Itzá hay 24 símbolos semejantes a los del Códice París en franjas celestes y símbolos de Venus los cuales bien pueden se la representación del zodiaco de los mayas.

Otros objetos celestes de mucho significado para los mayas eran las Pléyades, las cuales las conocían como Tz-ab, la cola de cascabel. Al igual que en otras culturas de mesoamerica, las Pléyades tuvieron mucho que ver en la orientación de varios centros ceremoniales, y predecían el día de la siembra y el comienzo de las lluvias con su salida matinal del 25 de abril. La estrella polar, o Xaman-Ek, también era utilizada para orientarse al igual que en otras civilizaciones. La Vía Láctea era conocida como Wakah Chan, la serpiente erecta, y revestía de tanta importancia como la Pléyades en la orientación de monumentos.


Los calendarios
Algunos investigadores que han analizado las estelas y códices mayas han logrado enumerar hasta 17 calendarios distintos, los cuales fueron elaborados de acuerdo a diversos ciclos celestes. De ellos, dos son los calendarios más importantes en la actividad cotidiana de los mayas. El primero de ellos es el calendario solar Haab, de 360 días, que se basa en la traslación de la tierra alrededor del sol. El otro es el calendario sagrado o sacerdotal o Tzolk'in, de 260 días.

El Haab o calendario solar consistía de 18 meses de 20 días cada uno, lo cual da un total de 360. A ellos se le agregaban 5 días llamados Uayeb, sin nombre, los cuales eran considerados días malos. Para la nomenclatura de los días (denominados "Kin") se realizaba anteponiendo el día al mes, como habitualmente lo hacemos en lengua española. Los días se numeraban del 0 al 19, y los meses tenían nombres asociados con la naturaleza: colores, animales, astros. Un hecho fantástico en la historia de maya de los calendarios tuvo lugar hacia el año 249 a.C. cuando los sabios mayas se reunieron en Huehuetlapan para realizar un ajuste al calendario. A partir de esa fecha tendrían tres años de 365 días seguidos de uno de 366 días. Los mayos habían inventado el año bisiesto para ajustar la diferencia entre el año solar y la duración de los días. En el "civilizado" viejo continente aún tendrían que pasar doscientos años para que Julio Cesar decretara una reforma semejante que actualmente conocemos como calendario juliano.

Sin embargo este ajuste no fue suficiente, pues con el transcurso de los años se pudo apreciar como los 365,25 días del año no eran suficientes para compensar ajustar algunas diferencias calendaricas con respecto al inicio del año (solsticio de invierno ). Nuevamente la iniciativa corrió a cargo de los mayas, los cuales se reunieron hacia el año 775 de nuestra era en Copán, en la actual Honduras. Para entonces la diferencia entre el solsticio de invierno y el inicio del año calendarico ya era de nueve días. Para subsanar esta diferencia, los sabios mayas realizaron un nuevo ajuste a su calendario que dejó el año en 365,242 días, un valor que difiere en tan solo 24 segundos al año que hemos podido medir con nuestra tecnología actual. ¡Sin embargo en Europa un ajuste semejante no tendría lugar hasta nueve siglos después! Para entonces, en el año 1582, el papa Gregorio XIII veía con preocupación como el inexacto calendario juliano arrastraba tantos días de inexactitud que muy pronto debería celebrar la pascua en pleno verano, en lugar de inmediatamente después del inicio de la primavera. Para ello se implanto el calendario gregoriano que nos rige actualmente, sin embargo cabe destacar algo muy importante: ¡el calendario maya es más exacto que el usado actualmente! Para el ajuste del calendario con el año trópico, Gregorio XIII (o mas bien sus asesores científicos) suprimieron tres años bisiestos cada cuatro siglos, lo cual produce un desajuste de un día cada 3225 años. Sin embargo lo mayas optaron por suprimir cuatro días bisiestos en un período de 500 años lo cual produce un desajuste de un día en 5263 años. En la actualidad, la Organización de las Naciones Unidas tiene varios proyectos para corregir el calendario actual, uno de ellos es precisamente emplear la solución de los antiguos mayas. En caso de que se llegara a implementar en estos albores del tercer milenio, finalmente habríamos adoptado un calendario de gran exactitud como el implementado por los mayas desde hace 13 siglos.

Por su parte el calendario ritual o Tzolk'in aún conserva mucho de misterio. ¿Por qué un calendario de 260 días? La razón sigue siendo un misterio. A la fecha se ha descubierto que la referencia más antigua de un calendario mesoamericano de 260 días viene de Monte Albán, Oaxaca, en el sur de México, región dominada en su tiempo por zapotecas y olmecas. El calendario está datado en el 600 a.C. y sus orígenes astronómicos aún no son claros. Por ejemplo tres y medio años de eclipses corresponden a dos tzolkines, el intervalo de aparición de Venus como estrella matutina es de 263 días, el período sinódico de Marte corresponde a tres tzolkines, entre otras múltiples hipótesis. Este calendario era utilizado para ceremonias rituales consistía en 13 días de 20 meses. A diferencia del calendario Haab, los días recibían nombres igualmente asociados con la naturaleza y los meses eran numerados del 1 al 20. Para nombrar las fechas del calendario Tzolkin se anteponía el numero de mes al nombre del día.

Los mayas usaban los calendarios Haab y Tzolkin de manera simultanea, e incluso fusionaban la nomenclatura para poder hacer referencia a determinados acontecimientos que hubiesen ocurrido en distintos años. Esto era debido a que una determinada fecha de un año solar caía en una fecha lunar distinta de otro año solar. Por ejemplo: con el calendario Tzolkin la fecha "3 Akbal" se repetiría al cabo de 260 días, y con el calendario Haab la fecha "19 Kayab" se repetiría al cabo de 365 días. Pero al usar simultáneamente ambos calendarios podríamos tener la fecha "3 Akbal 19 Kayab" la cual no volvería a repetirse hasta pasados 18.980 días o 52 años. Por ello los períodos calendáricos de los mayas eran 52 años, lo cual implicaba para los mayas y otras civilizaciones mesoamericanas un simbolismo especial: la renovación de todo al cabo de 52 años. El ceremonia del "fuego nuevo" de los aztecas", por ejemplo.



El "Caracol" o el "Observatorio" en Chichen Itza además de parecer un moderno observatorio astronómico tiene una serie de orientaciones relacionadas con las salidas de Venus y el Sol en fechas claves en la cosmología maya.
Si esta forma de registrar el tiempo por los antiguos mayas resulta ingeniosa, su método cronológico de la "cuenta larga" resulta una explosión de creatividad. Utilizada por primera vez hacia el 150-300 d.C, la cuenta larga fue utilizada para hacer referencias a fechas con más de 52 años de separación. Como referiamos lineas atrás, para los mayas en día recibia el mismo nombre que el sol: kin. Y por razones de registro cronológico inventaron términos para diversos períodos. De esta forma 1 uninal equivale a 20 días; el tun a 360 días; el katum equivale a 7.200 días ó 20 años de 360 días; y el baktum equivale a 144.000 días ó 400 años de 360 días. Con estos términos los mayas podían hacer referencias a fechas de diversos siglos con la misma facilidad que actualmente los astrónomos utilizan de día juliano para agilizar sus cálculos astronómicos. El numero de fechas que se podían representar con la cuenta larga llegan a millones. Así por ejemplo la fecha 9 baktum, 17 katum, 10 tum 0 uninal 0 kin (9.17.10.0) representa el 30 de noviembre del 870 de nuestra era. El fecha inicial de la cuenta larga (es decir 0 baktum, 0 katum, 0 tum 0 uninal 0 kin ó 0.0.0.0.0) corresponde al 11 de agosto del año 3114 a.C., una fecha que tal vez para los mayas podría tener algún significado importante en su conjunto de creencias, tal vez el inicio del cosmos o cuando menos de su civilización. La cuenta larga se extiende hasta completar 13 baktunes, lo cual nos da un total de 5100 años.

¡La Cuenta Larga nos permite ubicar una fecha especifica entre 734.400.000 días!


Arqueoastronomía
Las construcciones mayas con la vegetación selvática de fondo no solamente son hermosas, sino una muestra más del talento de este pueblo. Algunas de las construcciones cuya función religiosa resulta evidente para los arqueólogos presentan una característica muy notable: están alineados con respecto al cielo de forma que sirvan como verdaderos calendarios de piedra en fechas que eran importantes para el pueblo maya. Un hecho interesante en la ubicación geográfica del área maya es que al estar por debajo de la línea del Trópico de Cáncer del sol podía pasar sobre el zenit en dos ocasiones por año. Después del equinoccio de primavera, el sol se desplaza hacia el norte para alcanzar el zenit sobre el Trópico de Cáncer en el solsticio de verano, y entonces regresa hacia la linea ecuatorial para el equinoccio de otoño, en ese recorrido, el sol pasa dos veces sobre el zenit de la zona trópica donde se encuentra el área maya. Para los mayas estos dos pasos zenitales eran muy importantes desde el punto de vista de la agricultura y los rituales. Por lo mismo levantaron construcciones que marcaran el paso zenital del sol, así como los equinoccios y solsticios. Así por ejemplo tenemos el Templo de las Siete Muñecas en Dzibilchaltún, Yucatán (México), donde la luz del sol atraviesa el edificio en el amanecer durante los equinoccios. Y en el templo maya del Dios Descendiente de Tulúm también la luz de sol del solsticio de invierno penetra por una ventana en lo alto del edificio. Algo semejante ocurre en la Casa del Gobernador en Uxmal. Por su parte en Uaxactún todo un conjunto de edificios fueron colocados para realizar funciones astronómicas. Colocado en la estructura piramidal de la plaza se pude observar el denominado Grupo E que consta de tres edificios. En dirección al edificio central se puede observar la salida del sol durante el equinoccio y en los solsticios el sol puede observarse sobre los edificios laterales.
En México, la arqueoastronomía maya alcanza su máxima expresión en Chichen Itzá, una ciudad que surgió hacia el 550 d.C y posteriormente abandonada en el siglo X. Volvió a tener nueva vida hacia el 1000 d.C para ser nuevamente abandonada en el siglo XIV. Cabe destacar que por el año 800 la ciudad fue invadida por los Toltecas, quienes habían construido Teotihuacan, otro baluarte de la arqueoastronomía, lo cual modifico el estilo de construcción de Chichen Itza.

Un verdadero símbolo de la actividad astronómica maya en Chichen Itzá viene siendo "El Caracol", un edificio que asemeja a un observatorio astronómico moderno (con domo incluido). También conocido como "El Observatorio", fue construido con fachadas, ranuras y perforaciones de observación especialmente orientadas para enfocar eventos siderales específicos. El observatorio esta deliberadamente desviado de la alineación de su plataforma principal con la intención de que sus esquinas opuestas Este-Oeste apunten la salida del sol en el solsticio de verano y la puesta del sol en el solsticio de invierno (linea A3). La plataforma principal está perfectamente alineada a la puesta de Venus en su declinación norte máxima (linea A1). El basamento del observatorio apunta hacia la puesta del sol a su paso por el zenit (linea A2). Y algunas de las ventanas y ranuras del Caracol apuntan hacia las estrellas Canopus (linea A4) y Castor (linea A5). Ciertamente estos no son los únicos alineamientos encontrados en el Caracol, puesto que se han estudiado 29 alineaciones de las cuales 20 corresponden a fenómenos astronómicos en el horizonte; como por ejemplo la aparición de sol por la ventana 1 durante el equinoccio de primavera, o la observación de los puntos extremos norte y sur de Venus desde las ventanas 1 y 2.



Imagen de la "Estela 7" que tiene de fondo el "Palacio de las 7 doncellas" el cual también presenta un importante alineamiento astronómico.
El espectáculo arqueoastronómico mas conocido mundialmente sobre el mundo maya es sin duda alguna el que ocurre en "El Castillo" o "Pirámide de Kukulkán" en Chitchen Itza. Construido hacia en 800 de nuestra era, es un asombroso calendario solar que marca los días del año así como los equinoccios de primavera y de otoño. El Castillo es un templo de forma piramidal de 28 metros de altura con 91 escalones en cada uno de sus cuatro caras. Los escalones son un registro en piedra del año solar. 91 escalones por 4 lados, más un nivel extra por la plataforma da un total de 365, un peldaño por cada día del año. En marzo y septiembre, cuando tienen lugar los equinoccios de primavera y otoño, respectivamente, las mastabas o plataformas sobre las cuales está construída la pirámide proyectan sombras triangulares sobre las paredes de las escalinatas. Las escalinatas están adornadas en su base por sendas cabezas de serpiente que simbolizan a Kukulkán (o Quetzalcoatl, la serpiente emplumada), y con los triángulos de luz y sombra provocados por la iluminación del sol equinoccial provocan una fantástica ilusión de una serpiente que está descendiendo a tierra desde la parte alta de la pirámide. Muy posiblemente la pirámide de Kukulkan presentaba otros alineamientos astronómicos en diversas secciones de su construcción, lamentablemente estas hipotéticas alineaciones las hemos perdido. Cuando la pirámide fue descubierta se encontraba en un estado excesivamente ruinosa, y en su mayor parte de la construcción que vemos en la actualidad es obra de un arduo proceso de reconstrucción.

El mundo maya en centroamerica también tiene interesantes emplazamientos arqueoastronómicos. La ciudad maya más importante en este aspecto es Copán, en Honduras. Fundada en el siglo V a.C. y abandonada en el 850 de nuestra era presenta una gran cantidad de estelas y construcciones con motivos evidentemente astronómicos. Por ejemplo la estela numero 2 sólo recibe luz solar en su cara frontal cuando el astro rey se encuentra en su solsticio de invierno. Las estelas 10 y 12 indican con su alineamiento la puesta de sol el 12 de abril y el 1 de septiembre, la primera de estas fechas es el inicio de la temporada de lluvias. Pero lo interesante de esta alineación es que la estela 12, en el sector oeste de Copán se encuentra a 7 kilómetros de la estela 10, y ésta ultima queda bajo el horizonte.

Las mismas fechas, 12 de abril y 1 de septiembre, también están involucrados con el edificio 22 u "Observatorio". El famoso arqueoastronomo Anthony Aveni descubrió que una estrecha ventana de éste edificio en su parte media apuntaba hacia el ocaso solar en estas fechas. Dicha ventana siempre se alineaba con Venus en el atardecer entre abril y mayo. Pero había más. El año anterior en que Venus alcanzaba su posición más elevada en el horizonte, el primer día de visibilidad del planeta por la ventanilla siempre se retrasaba 8 días, del 25 de abril al 3 de mayo. Al año siguiente de alcanzar la posición extrema, el último día de visibilidad de Venus obedecía a las mismas fechas. Estas fechas marcadas por dicha ventana y las posiciones de Venus tenían un razón simbólica: la fecha intermedia entre el 25 de abril y el 3 de mayo, esto es el 29 de abril, corresponde al paso zenital del sol sobre Copán. Con ello, los dos astros más importantes para los mayas Venus y el Sol se veían involucrados simbólicamente en el mismo edificio. Y esta función arqueoastrológica está perfectamente grabada en las serpientes de cabezas bicéfalas del edificio, una representa a venus y apunta precisamente hacia el poniente, la otra representa al sol y esta apuntando hacia el naciente. Ante dichas implicaciones el Edificio 22 también ha recibido el nombre de Templo de Venus.


El ocaso de los dioses
La gran civilización maya, como todas las importantes civilizaciones de la historia, no podía sobrevivir por siempre en su máximo esplendor. Su colapso todavía no está muy claro para los arqueólogos e historiadores. Las hipótesis son diversas. ¿Que hizo abandonar a los mayas sus majestuosas ciudades? Algunas de las hipótesis más aceptadas sugieren que los mayas no supieron administrar sus tierras para obtener los alimentos que requerían para subsistir. Las tierras se empobrecieron, al parecer hubo un abuso en la tala de arboles que provocó importantes erosiones de la tierra y probables cambios en el clima. La producción de alimentos decayó, las ciudades se vieron afectadas. Los mayas, que creían que todas las bondades de la naturaleza eran producto de los favores de los dioses, como pago por el sacrificio de sangre de sus señores y nobles, empezaron a abandonar las ciudades-estado con la creencia de que la sangre de sus reyes ya no era del agrado de los dioses. Los grandes señores perdieron su poder, y la civilización maya se desmembró en pequeños aldeas de campesinos. La gran civilización maya había muerto y solo trozos de su herencia pasarían a los indígenas lacandones y los aguerridos chamulas. El excesivo celo evangelizador de los conquistadores sería la segunda gran tragedia de los indígenas mayas, en ella se destruyeron valiosísimos libros y códices mayas, así como diversas obras pétreas que nos hubieran permitido conocer mejor a el pasado maya. Lamentablemente lo poco que queda de la herencia maya en los indígenas se esta viendo amenazado por lo que podría ser la tercera gran tragedia maya... En la actualidad los indígenas mayas se encuentran acosados por nuevos invasores: un gobierno que no termina de comprender su situación social; un movimiento de presuntos guerrilleros con más habilidad para la actuación que intenciones para solucionar los problemas; grupos políticos que buscan manipular el conflicto para sus propósitos particulares; el acoso de religiones que están dividiendo, y en ocasiones explotando, a las familias indígenas; y algunos extranjeros que lejos de ayudar a los indígenas han introducido nuevos factores que han complicado la existencia de los mismos y tratan de robarles su identidad.
Ojalá que así como la luz solar ilumina en el amanecer el templo de Dzibilchaltún, igualmente un futuro esperanzador ilumine a los últimos descendientes de los mayas para lograr lo único que realmente desean: vivir en paz y en libertad para gozar de su maravillosa herencia.


Bibliografía
Arqueoastronomía. Jesús Ríos Alvarado. Sociedad Astronómica de la Laguna. Marzo 1996.
Copán, la ciudad que refleja el Universo. Pablo Villarrubia Mauso. Misterios de la Arqueología y del Pasado. Año 1 No. 6. 1997.
La astronomía entre los antiguos mayas. Elena Ortiz García. Misterios de la Arqueología y del Pasado. Año 1 No. 11. 1997.
Estudio del Códice Cortesiano. Alfonso Lacadena y Ana Verde. Misterios de la Arqueología y del Pasado. Año 1. Nums. 9 al 11.
El Calendario Maya. Antonio Bernal González. Revista Universo. No. 19. Nov. 1996.

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