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viernes, 30 de septiembre de 2011

El "Estado" palestino, la gran estafa

La propuesta de Mahmoud Abbas, el presidente de la Autoridad Palestina, para declarar de manera unilateral la independencia de un Estado palestino en las fronteras anteriores a la guerra de 1967 recibió el apoyo de la mayoría de los países de la ONU, pero naufragó enseguida cuando el llamado "Cuarteto" (que, además de un representante de la ONU, de Estados Unidos y la Unión Europea, incluye a Rusia, que votó por la independencia) decidió impulsar negociaciones para evitar que el pronunciamiento llegue al Consejo de Seguridad para su tratamiento definitivo. La declaración votada por la ONU no plantea la expulsión de los colonos israelíes de los territorios ocupados, lo que convierte a ese voto en un planteo inocuo y a la ‘independencia' en una burla. Aunque en los papeles existe una Autoridad Palestina en Cisjordania, el territorio de ella se encoge, todos los días, a gusto del Estado sionista, el cual autoriza en forma regular su colonización (los programas de los partidos de la coalición de gobierno de Israel plantean la anexión lisa y llana de toda la Cisjordania). El voto a favor de la independencia de Palestina en las fronteras previas a la guerra de 1967 es una de las patrañas más alevosas de esa "cueva de bandidos" (como bautizó Lenin a su antecesora, la Liga de Naciones). Lo que fue presentado como "el fin de la última colonia" demostró ser, en realidad, una puesta en escena para forzar a nuevas concesiones políticas a las autoridades palestinas.
Lo más interesante, sin embargo, es que la iniciativa de llevar a la ONU la propuesta de una declaración de independencia para Palestina ha sido impulsada por el propio imperialismo; de otro modo nunca hubiera llegado a la Asamblea General. Tampoco podría haber sido de otro modo, toda vez que la Autoridad Palestina es una agencia política de la CIA, que entrena y dirige a sus fuerzas de seguridad, junto al Mossad sionista. Esa misma Autoridad carece de legitimidad, toda vez que el mandato del gobierno ha vencido hace mucho tiempo y no han tenido lugar nuevas elecciones (Mahmud Abbas sobrevive, precisamente, por el reconocimiento de las grandes potencias). La iniciativa de declarar un Estado palestino viene gestándose desde hace al menos dos años. Como advertimos en aquel momento, "un ala de la Unión Europea (cuyo vocero es el diario Le Monde) está alentando la decisión del primer ministro de la Autoridad Palestina de declarar en forma unilateral la soberanía de la Autoridad Palestina sobre la jurisdicción que ejerce en Cisjordania" (véase Prensa Obrera Nº 1158). Nunca estuvo en consideración recuperar la totalidad de los territorios ocupados. Esta iniciativa estaba sustentada en una estrategia concebida por el Banco Mundial de fundamentar un mini-Estado palestino a partir de un proyecto de desarrollo económico que entrelazara los capitales árabes y sionistas. Cisjordania comenzó a experimentar una especulación inmobiliaria sin precedentes con créditos internacionales. El gabinete de la Autoridad Palestina está conformado, precisamente, por los personeros de esta política, encabezados por Salam Fayad, un hombre formado en los organismos multilaterales. Una variante adicional para este planteo es la posibilidad de que las autoridades palestinas se avengan a apoyar los asentamientos de los colonos israelíes, pero bajo la autoridad legal de un gobierno palestino (lo que los colonos rechazan en forma terminante). A la luz del rechazo de la propuesta de Abbas por parte de Estados Unidos e Israel y de la mayor parte de la Unión Europea (España votó a favor de la ‘independencia'), es claro que la estrategia entró en un impasse, que ahora se trata de desenredar. Sarkozy acaba de mediar con la propuesta de que la AP ingrese a la ONU como "Estado observador", lo que cuenta con el apoyo de Rusia.

El primer ministro de Hamas, Ismail Haniyeh, quien gobierna Gaza en forma autónoma, calificó la acción de Abbas como "aventurismo político", pero no la rechazó como tal. Hamas no reconoce la existencia del Estado de Israel. Sin embargo, hace un par de meses selló un acuerdo con la AP para convocar a elecciones unificadas el año próximo en los dos territorios. Este acuerdo político convierte a Hamas en socio político de la maniobra ‘independentista' de Abbas, sin comprometerse con su fracaso. Contra lo que afirma una mayoría de medios, el "pedido" de Abbas no ha recibido, según la prensa árabe, un apoyo popular significativo, ni fue puesto a votación entre los palestinos.

Ahora, "la petición palestina será tramitada primero en el Consejo de Seguridad de la ONU, el único órgano con autoridad para admitir a un nuevo miembro y donde Estados Unidos ha anunciado que hará uso de su derecho al veto para rechazarla en el caso de que ésta obtuviese los nueve votos que se requieren para su aprobación, lo que no es seguro" (El País, 23/9). Obama, sin embargo, no tiene la intención de llegar al veto, pues el tratamiento puede ser dilatado por largos meses. Quiere ‘encaminar' la iniciativa de Abbas, no liquidarla, y valerse de ella para obtener algunas concesiones de Israel. El imperialismo, después de todo, y el sionismo también deben lidiar con la revolución árabe.

Otro "opositor" a la iniciativa, el primer ministro Benjamín Netanyahu, en realidad apunta con su pirotecnia verbal a condicionar el diseño del futuro ‘Estado' palestino -una especie de confederación de entidades municipales. Mientras la ONU debate vacuidades, la colonización prosigue: los colonos destruyen los olivares palestinos o bloquean su acceso a los mercados para liquidar la competencia, sin importar que acabe con la subsistencia de decenas de miles de familias. Tratan de ampliar la frontera económica del sionismo mediante la desocupación de esas tierras por parte de los campesinos árabes. La idea de que un boom de inversiones podría poner límites a este avasallamiento económico ha resultado falsa. En última instancia, el capital financiero podría convertirse en la palanca de desarrollo de las ocupaciones de tierras por parte del sionismo.

¿Es compatible una declaración de independencia de Palestina en Cisjordania y Gaza con la admisión de los asentamientos sionistas en esos territorios? Aunque los colonos ni quieren oír hablar de eso, el punto está bajo discusión. Esto demuestra el entrelazamiento de la burguesía palestina con el sionismo y el fraude que representa la declaración de ‘independencia'. El régimen sionista quiere para eso garantías políticas que, de cualquier manera, nadie le puede garantizar. La presencia del ultra-reaccionario canciller, Avidgor Lieberman, en el gobierno de Netanyahu cumple una función similar a la de Hamas en Gaza para la AP: los ‘policías malos' que acicatean una negociación entre los ‘policías buenos', para forjar una ‘paz' sobre las ruinas del pueblo de Palestina (incluso de los trabajadores de Israel, si nos remitimos a las gigantescas movilizaciones recientes en su territorio).

Crisis y revolución

Lo que ha cambiado en el volcán del Medio Oriente, en el curso del año, es la profundización de la bancarrota capitalista y de la revolución árabe. El reconocimiento vacío de la AP por parte de la comunidad internacional procura contener el proceso revolucionario. El imperialismo negocia bajo una presión de características revolucionarias. Las burguesías árabes procuran desviar la amenaza de las masas en sus países, mediante este sucedáneo de la autodeterminación de Palestina. Turquía, la vieja opresora de los pueblos árabes, incentiva este desvío para frenar la revolución social en las naciones del Medio Oriente. No pasará mucho tiempo para que las masas árabes comprendan el fraude del apoyo de la Asamblea de la ONU a la ‘independencia' de Palestina y su instrumentación por parte del imperialismo y del sionismo.

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