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lunes, 26 de diciembre de 2011

Palestina e Irán en América Latina

Palestina e Irán en América Latina


La creciente participación latinoamericana en asuntos mesoorientales quedó un tiempo atrás en evidencia con las varias expresiones de apoyo formal otorgadas por toda Sudamérica, menos Colombia, a través de comunicados oficiales a una eventual declaración unilateral de un estado palestino. Por Julián Schvindlerman

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Brasil, de manera sorpresiva, puso en marcha esa corriente que respondía a un interés clave palestino en obtener reconocimiento formal a una hipotética realidad que debía surgir como fruto de las negociaciones bilaterales. Referentes políticos se esforzaron en justificar la acción presentándola como un impulso al proceso de paz. Pero ella provocaba, de hecho, lo contrario, al facilitar a la Autoridad Palestina la obtención de un objetivo político eludiendo el diálogo con el gobierno de Israel. Si bien los diversos comunicados variaron en algún grado en su contenido -fundamentalmente acerca de la estipulación de las fronteras finales del futuro estado- lo cierto es que, en conjunto, constituyeron un importante respaldo latinoamericano a la diplomacia palestina. Según el comentarista político norteamericano Jonathan Schanzer, esta iniciativa data del 2005 y tuvo en el Brasil de Lula da Silva a su más entusiasta promotor. Ese año, el presidente palestino Mahmoud Abbas visitó Brasil para participar del primer encuentro de estados sudamericanos y países árabes, dónde supuestamente recibió la promesa de Lula de gestar respaldo latinoamericano a una declaración unilateral de independencia palestina en las Naciones Unidas. La visita de Abbas de noviembre del 2009 a la Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Venezuela fue un ejercicio de relaciones públicas orientado a sumar adeptos al proyecto. Al año siguiente la Autoridad Palestina cosechó los frutos de su gestión: en diciembre de 2010, poco antes de que su mandato finalizara, Lula extendió el reconocimiento brasilero al estado palestino. En rápida sucesión, Argentina, Bolivia, Ecuador, Chile, Perú, Paraguay, Uruguay y otros países de la región anunciaron su propio reconocimiento, sumándose al anteriormente brindado por Venezuela, Cuba y Nicaragua. (1)

Para febrero del 2011 inicialmente, luego postergada para marzo o abril, y finalmente pospuesta indefinidamente debido a las protestas masivas en el mundo árabe, se debía realizar en Lima la III Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del Foro América del Sur-Países Árabes (ASPA), donde se estimaba sería incluida en la declaración final una expresión colectiva de reconocimiento al estado palestino. A fines de marzo aconteció en Montevideo una reunión bajo auspicio de la ONU “en apoyo de la paz palestino-israelí” con asistencia de delegados de América Latina y el Caribe, en la cuál representantes palestinos anunciaron que presentarían a consideración de la Asamblea General el próximo septiembre la aprobación de una resolución a favor de un estado palestino.(2) Los comunicados seguramente presagien el papel que jugarán las naciones latinoamericanas en la ONU si y cuando la iniciativa de declaración unilateral palestina llegara a la Asamblea General. El viernes 23 de septiembre último, el multipresidente de la Autoridad Palestina, el movimiento Fatah y la Organización para la Liberación de Palestina, Mahmoud Abbas, presentó ante el secretario-general Ban Ki-Moon la solicitud de membresía plena como estado de Palestina, la cual al momento de escribir estas líneas está siendo estudiada por el Consejo de Seguridad. Varias naciones latinoamericanas expresaron su apoyo; emblemático al respecto fueron estas palabras de la presidente Cristina Fernandez de Kirchner, pronunciadas ante la Asamblea General: “El reconocimiento de Palestina ayudará a crear un mundo más justo”.(3)

Otro acontecimiento reciente que mostró el involucramiento regional en temas del Medio Oriente, fue la respuesta de las naciones latinoamericanas a la crisis en Libia. Perú asumió un rol de liderazgo ejemplar al cortar lazos diplomáticos con el régimen de Muammar Gaddafi, adelantándose no solamente a sus hermanos latinos sino prácticamente al mundo entero. Si con ello Lima ansiaba generar un efecto dominó, no lo consiguió. Brasil, Chile, Costa Rica y Paraguay, entre otros, rápidamente condenaron la represión del gobierno libio pero no fueron mucho más allá. La República Argentina demoró su pronunciamiento para finalmente emitir un comunicado lacónico y de tono judicial. Una vez comenzada la acción militar internacional contra Libia -a pedido de los rebeldes libios, con respaldo de la Liga Árabe y validada por una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas- la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner dejó entrever su oposición al afirmar “Los grandes centros de presunta civilización siguen resolviendo sus diferencias a los bombazos y con violencia”.(4) La presidenta eligió la ocasión de una recepción dada al presidente de Venezuela, de visita en el país, para efectuar su declaración de condena. (Durante un viaje a Libia, en noviembre de 2008, la presidenta había manifestado su admiración por el líder libio al decir que ambos “hemos abrazado ideas y convicciones muy fuertes…”).(5) Como era de esperar, Venezuela, Cuba y Nicaragua dieron su apoyo al coronel Gaddafi. Incluso se especuló con Caracas como destino de fuga posible del dictador libio. Debe recordarse que los presidentes Daniel Ortega, Hugo Chávez, Fidel Castro y Evo Morales fueron receptores del Premio Internacional Muammar Gaddafi a los Derechos Humanos (USD 250.000 en efectivo) concedido por Trípoli en años recientes. Mientras Gaddafi enviaba tanques y aviones a reprimir a la población -la cual según él, lo amaba y estaba dispuesta a morir en su defensa, y alegaba que Al-Qaeda estaba detrás de las protestas -Hugo Chávez coreaba “viva Libia y viva Gaddafi”, Daniel Ortega telefoneaba al coronel para darle su apoyo y Fidel Castro acusaba a la OTAN, no a Gaddafi, por la violencia. Con Gaddafi culpando al fundamentalismo islámico y Castro a las fuerzas del Atlántico Norte, el comentarista Moisés Naím irónicamente lamentó el dilema de los presidentes de Nicaragua y Venezuela que, “para evitar tener que tomar partido por Fidel o por Muammar, concluirán que la desestabilización de Libia es una operación conjunta de la OTAN y Al-Qaeda”.(6)

La eliminación de Osama Ben Laden en un operativo comando estadounidense en Pakistán, en mayo, ilustró las reacciones disímiles en la zona. Países tales como Brasil, Colombia, México y Perú destacaron la acción; Cuba, Ecuador, Uruguay y Venezuela, la criticaron. “Ninguna muerte debe ser celebrada” aseguró el canciller de Uruguay Luis Almagro. El canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño, señaló que “Lo que ha hecho Estados Unidos es absolutamente desproporcionado, absolutamente injusto y es gravísimo”. El vicepresidente de Venezuela, Elías Jaua, protestó la alegría de los norteamericanos mientras el Ministerio de Relaciones Exteriores venezolano emitió un comunicado censurando “la barbaridad y la ilegalidad” estadounidense y se expresó opuesto a “combatir terror con más terror”. Fidel Castro afirmó que la operación de los Navy Seals “viola las leyes del país y ofende su dignidad” en tanto que medios oficiales cubanos presentaron la noticia bajo la mirada de un esfuerzo norteamericano en desviar la atención mundial de la campaña militar montada contra la Libia de Gaddafi. El gobierno argentino ni aplaudió ni censuró la acción, limitándose a condenar ambiguamente “a quienes utilizan la política o la religión para cometer acciones criminales”. El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, saludó a Barack Obama “por ese gran golpe contra el terrorismo” mientras que su par mexicano Felipe Calderón alabó su “perseverancia en el combate”. La más entusiasta felicitación la dio el presidente del Perú, Alan García, quien atribuyó el “primer milagro de Juan Pablo II” el “llevarse del mundo a la encarnación del mal”.(7)

Si la atención latinoamericana al Oriente Medio quedara restringida al ámbito de lo declarativo y lo diplomático, aún con su ocasional patetismo, el impacto estaría acotado. Por momentos, sin embargo, la interrelación entre estas dos zonas luce real e incluso, peligrosa. A comienzos de abril tomó notoriedad mundial una nota publicada en la revista brasilera Veja que denunciaba la presencia de unos veinte miembros de grupos extremistas musulmanes en Brasil. Según la publicación, integrantes de Al-Qaeda, Hamas y Hizbullah operan en suelo brasilero, desde donde recaudan dinero, difunden propaganda, reclutan militantes y planean atentados. Basándose en documentos de la policía local, de la CIA e Interpol, Veja informó que reside allí desde los años noventa el libanés Khaled Hussein Alí, uno de los responsables del aparato propagandístico de Al-Qaeda. Desde San Pablo coordina a miembros del así llamado Batallón Mediático Jihad en diecisiete países, atendía (hasta su muerte) las traducciones de los mensajes de Osama Ben-Laden y su divulgación. La revista dio cuenta de la presencia en el país de los egipcios Hesham Ahmed Mahmoud Eltrabily y Mohamed Alí Abou Elezz Ibrahim Soliman, ambos acusados por las autoridades egipcias de participar en el atentado contra turistas en Luxor en 1997, que dejó un saldo de sesenta y dos muertos. El libanés y estos dos egipcios fueron apresados y posteriormente liberados. El Supremo Tribunal Federal denegó asimismo los pedidos de extradición de Egipto alegando que las pruebas no eran suficientes en un caso, y que hubo errores de traducción y de tipo formal, en el segundo. Veja indicó que en la zona de la triple frontera entre la Argentina, Brasil y Paraguay hay células activas de Hizbullah y Hamas que procuran pasaportes falsos de Brasil, México, Portugal y España a militantes arribados del Oriente Medio. La nota consignó que dos brasileños convertidos al Islam, Alan Cheidde y Anuar Pechliye, fueron entrenados en Afganistán y retornados al Brasil para asistir a la falsificación de pasaportes. La policía federal arrestó, en 2005, a una veintena de extremistas de Foz do Iguaҫu con más de mil doscientos pasaportes falsos. Esta banda, liderada por el libanés Chaim Baalbaki y el jordano Sael Basheer Yahya Najib Atari, también había arreglado casamientos de terroristas árabes con madres solteras brasileñas, a razón de USD 500 por casamiento, luego reconocían a sus hijos como propios obteniendo así la residencia y evitando la extradición. La revista asimismo denunció los viajes frecuentes a Brasil del iraní Mohsen Rabbani, ex consejero cultural de la embajada iraní en Buenos Aires sobre quien pesa una “notificación roja” de INTERPOL para su captura por su participación en el atentado contra la AMIA en 1994, en el que fueron muertas ochenta y cinco personas. Se atribuye a Rabbani haber reclutado a por lo menos veinte jóvenes de los estados de San Pablo, Pernambuco y Paraná para adoctrinamiento religioso en Teherán. No por nada el procurador general de Brasil ha advertido que “sin que nadie lo perciba, está surgiendo una generación de extremistas islámicos en el país”.(8) En América Latina residen de cuatro millones y medio a seis millones de musulmanes, mayormente sunitas. Irán podría ver a la minoritaria comunidad chiíta como una base de reclutamiento para la promoción de sus intereses radicales.(9)

El exposé de Veja no ha hecho más que agregar una cuota de legítima alarma a la ya existente preocupación por la apreciable presencia iraní en la zona. El académico israelí Ely Karmon ha sido pionero en documentar los fuertes lazos de la República Islámica de Irán con Latinoamérica.(10) Si bien Irán y la región gozaban de relaciones previas, fue a partir del ascenso de Mahmoud Ahmadinejad al poder que los vínculos fueron estrechados, especialmente con los países que conforman el núcleo duro del populismo y del anti-occidentalismo regional; aunque no solamente con ellos: en la última década Irán ha casi duplicado el número de embajadas en la región.(11) A partir del 2005 puede advertirse un reforzamiento de la política exterior iraní hacia América Latina bajo un enfoque regional, ya no meramente bilateral. “La República Islámica de Irán ha expandido sus relaciones con América Latina… en todos los aspectos en años recientes” dijo Ahmadinejad ante la Asamblea General de la ONU en septiembre del 2010.(12) Entre los múltiples objetivos perseguidos por Teherán, Karmon menciona su interés en propagar el chiísmo (tribus wayuu en Venezuela y totxiles en México fueron colectivamente convertidas), ampliar la base operativa de Hizbullah (desde la Triple Frontera hacia Bolivia, Venezuela, Brasil y otros lugares), ganar apoyo diplomático en foros internacionales para su programa nuclear ilícito (en votaciones en la ONU en los últimos años algunos países latinoamericanos se han abstenido o han votado a favor de los intereses iraníes), obtener uranio, materia prima esencial para su desarrollo nuclear (en mayo de 2009, el New York Times reprodujo un cable de Associated Press que consignaba una denuncia israelí referida a la provisión de uranio a Irán por parte de La Paz y Caracas), acotar el impacto de las sanciones económicas mundiales al crear un mercado alternativo (como puede apreciarse por las múltiples joint-ventures entre Irán y varios países de la región), y en general erigir un contrapeso a los Estados Unidos de América -que tiene tropas en países fronterizos de Irán- en una zona de influencia tradicional de Washington como ha sido históricamente América Latina.(13)

Foros, congresos y conferencias han servido como marcos para la interrelación. Así, conforme este investigador israelí ha indicado, la Conferencia Internacional sobre América Latina en Teherán, titulada “Desarrollo en América Latina: su papel y su status en el futuro sistema internacional”, en 2007, contó con partícipes de la Argentina, Brasil Cuba, Colombia, Ecuador, Uruguay y Venezuela (dos hijos de Ernesto “Ché” Guevara fueron invitados). El mismo año tuvo lugar el “Primer Congreso Internacional de Literatura Latinoamericana” en Irán, ocasión en la cual el canciller iraní anunció la apertura o reapertura de embajadas de su país en varias naciones latinoamericanas. En 2009 se realizó en el Líbano el “Foro Internacional de Beirut para la Resistencia, Antiimperialismo, Solidaridad entre Pueblos y Alternativas”. El evento, organizado por Hizbullah, contó con la asistencia de cuatrocientos delegados, muchos de ellos latinoamericanos. Estos encuentros posiblemente hayan tenido inspiración en asambleas anti-globalización organizadas entre 2003 y 2005 en Yakarta, Bombay, Beirut y Porto Alegre, siendo el 2005 la primera vez que Hizbullah fue invitada a una reunión de este tipo.(14) Asimismo, el presidente iraní ha visitado frecuentemente la región, aterrizando en Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Ecuador y Brasil, en tanto que funcionarios de alto rango de esas naciones, y de Uruguay, viajaron también a Teherán.

Un telegrama del 2009, filtrado por Wikileaks, revelaba la inquietud que la creciente infiltración iraní despierta en Washington. Según el cable, la Secretaria de Estado Hillary Clinton envió una larga lista de preguntas a sus embajadas en América Latina consultando a propósito de la magnitud del papel de Teherán en la región. Conocidos como PIR (Priority Intelligence Requirements) se buscaba conocer cuales eran los objetivos de la república islámica en la zona, que órganos de la burocracia iraní coordinaban las actividades, como expandía su influencia cultural y religiosa, y el alcance de las acciones hostiles desplegadas, entre otras consultas.(15) Varios acontecimientos -previos y posteriores- a la expresión de preocupación de Foggy Bottom han dado cuenta de cuan pertinente es la alerta.

El 19 de julio de 1994, el vuelo 901 de Alas Chiricanas partió desde la localidad de Colón hacia la Ciudad de Panamá con veintiún personas a bordo. Nunca arribó a destino. Un sujeto llamado Jammal Lya explotó una bomba en pleno vuelo provocando la muerte a todos los pasajeros y la tripulación, entre los que se hallaban doce miembros de la comunidad judía local. Su cuerpo fue el único no reclamado y una agrupación desconocida, Ansar Allah, clamó la autoría del atentado. Oficiales del Departamento de Estado de los Estados Unidos de América oportunamente dejaron trascender sus sospechas de que esta agrupación era o bien un subgrupo, o bien un seudónimo, del movimiento terrorista libanés Hezbollah.(16) Por haber ocurrido un día después del atentado contra la sede de la comunidad judía de la Argentina, AMIA, este hecho brutal no cosechó la atención debida fuera de Panamá y Centroamérica. Pero puede haber marcado la tercera instancia sangrienta de terror islamista en Latinoamérica, después del atentado contra la embajada de Israel en Buenos Aires, en 1992. El año pasado fue arrestado en Tijuana Jameel Nasr, presunto responsable de las operaciones de Hezbollah en México, lo que generó interrogantes referidos al posible nexo entre la agrupación libanesa y los carteles de la droga mexicanos, hábiles infiltradotes de la frontera con el vecino del norte.(17) El informe del Departamento de Estado titulado International Narcotics Control Strategy Report 2009 señala que agentes de la DEA (Drug Enforcment Agency) han establecido un nexo entre carteles de la droga colombianos y lavadores de dinero del Medio Oriente afiliados a Hezbollah.(18) Los esfuerzos del grupo terrorista libanés por introducirse en Latinoamérica pueden verse también en el acuerdo firmado con el estado español en 2004 para la difusión satelital de la programación de su canal de televisión, Al Manar, a toda América Latina. Bajo fuertes presiones internacionales, España posteriormente canceló tales transmisiones. El patrón de Hezbollah, sin embargo, tendrá su propio canal de televisión en español en América Latina para fines de año. Llamado HispanTV, emitirá por señal satelital y sin cargo “Directamente desde Irán a tu casa” según se promociona. Según informó La Nación, la cadena ya tiene corresponsales en la Argentina, Perú, Ecuador y Venezuela.(19)

Irán parece sentirse tan cómodo en la región que sus emisarios se permiten provocar abiertamente a las sociedades que los acogen. Tal el caso del embajador iraní en Montevideo, Hojjatollaj Soltani, quién -el mismo mes de los aniversarios de los atentados terroristas en suelo argentino y cielo panameño- minimizó públicamente el Holocausto. “Tal vez murieron, asesinaron, a unos, no sé, miles de judíos. Pero esa cifra, dos millones, cuatro millones, seis millones, eso es una mentira…”. Luego de fuertes protestas de la comunidad judía, el canciller uruguayo Luis Almagro (quién en abril había visitado Teherán) condenó las aseveraciones del delegado iraní con estas palabras: “Uruguay condena los dichos del embajador. Para nosotros, definitivamente, el Holocausto es un hecho histórico innegable, en función de lo que establecen las resoluciones de las Naciones Unidas”.(20) A su vez el Ministro de Defensa de Irán, Ahmad Vahidi, a pesar de tener bajo su cabeza una “notificación roja” de INTERPOL que alerta a propósito de la existencia de un pedido de captura sobre él, viajó en mayo a Bolivia para ser recibido oficialmente por las autoridades locales. Ante protestas de la Argentina, Vahidi abandonó el país. La Ministra de Justicia boliviana defendió la presencia del iraní allí, pero la cancillería hizo llegar a Buenos Aires un pedido formal de disculpas, que posteriormente durante una visita al país el presidente Evo Morales trasladó personalmente, en una reunión privada, a autoridades de la DAIA. Pero el hecho de que Bolivia haya permitido el ingreso y salida de un prófugo de la justicia de un país hermano -acusado de estar vinculado a un atentado que provocó también la muerte a ciudadanos bolivianos- en lugar de haberlo puesto a disposición de oficiales argentinos, es un comentario más elocuente del posicionamiento de La Paz ante Irán que las disculpas formales e informales posteriormente esgrimidas.(21) En esta atmósfera, no debe sorprendernos que quien fuera Secretario de Defensa de los Estados Unidos, Robert Gates, se manifieste perturbado “por el nivel de actividad subversiva que Irán está llevando a cabo en un número de países latinoamericanos y especialmente en su centro y sur…”.(22)

De todas las naciones latinoamericanas, la Venezuela de Hugo Chávez ha sido la mejor anfitriona de Irán. Sumado a los cientos de acuerdos económicos firmados a lo largo de los años, cabe citar otras áreas de cooperación. Existe un vuelo transoceánico entre Teherán y Caracas, con escala en Damasco. El vuelo no es comercialmente rentable, no admite pasajeros comunes y no está sujeto a control aduanero regular. Algunas universidades venezolanas enseñan farsí. Fábricas iraníes fueron montadas en zonas rurales remotas y son custodiadas por iraníes. Ostensiblemente dedicadas a la fabricación de bicicletas o tractores, fueron ubicadas en regiones ricas en uranio o minerales determinados. Chávez, debe recordarse, fue premiado por Ahmadinejad por apoyar el programa nuclear de los ayatollahas. A mediados de mayo, el diario alemán Die Welt informó que Irán estaba construyendo bases lanzadoras de cohetes en la Península de Paraguana. Hizbullah, FARC y ETA reciben patrocinio venezolano. El año pasado, líderes de Hamas, Hizbullah y la Jihad Islámica Palestina se reunieron con Hugo Chávez en los cuarteles de la Inteligencia Militar venezolana en Caracas. Un simpatizante de Hizbullah de ascendencia siria, Tarek el-Aissami, fue el responsable de la agencia de pasaportes venezolana, ministro de justicia e interior y vice-canciller; su padre ha alabado públicamente a Sadam Hussein y a Osama Ben-Laden y su hermano está asociado en el negocio de la droga a Walid Makled, un traficante sirio-venezolano buscado por la justicia norteamericana. En 2008, Washington definió al diplomático venezolano apostado en Damasco y Beirut, Ghazi Nasr al-Din, como agente de Hizbullah, en tanto que Nawaf Musawi, director de relaciones internacionales del Partido de Allah, participó ese mismo año en al menos un evento en la embajada venezolana en Beirut en conmemoración del fracaso de un golpe de estado contra Chávez, quién, a su vez, fue el primer líder mundial en felicitar a Ahmadinejad por su victoria electoral en el 2009, la cual fue considerada fraudulenta por gran parte de la población iraní. La isla Margarita, otrora paraíso turístico, se ha convertido en zona de entrenamiento de operativos islamistas. A fines de abril último, The Arab Times reportó que ciudadanos de Kuwait, Bahrein y Arabia Saudita están siendo entrenados en Venezuela en el armado de bombas, comisión de asesinatos, secuestros y transporte de rehenes por integrantes de las Guardias Revolucionarias iraníes.(23)

En Venezuela, que expulsó años atrás a los embajadores estadounidense e israelí, el antisemitismo y el antisionismo son oficialmente promovidos. Alrededor de cuarenta y cinco menciones antisionistas o antisemitas pueden hallarse diariamente en la prensa venezolana. “¡Maldito eres estado de Israel!” dijo poco tiempo atrás por televisión el propio presidente. Chávez tildó a Israel de ser un ente nazi en el 2006, para castigar a Colombia la definió como “el Israel de América Latina” en el 2009, y en 2005, dirigiéndose a indígenas en ocasión de un aniversario del descubrimiento de América, Chávez afirmó “ustedes fueron expulsados de su patria como el heroico pueblo palestino”.(24) La propia comunidad judía, con acceso limitado o nulo al gobierno, ha padecido el hostigamiento del régimen chavista. Dos veces fue allanada una institución hebrea central, en plena capital, bajo el pretexto de la búsqueda de armas. La sinagoga Tifferet Israel fue profanada. En junio de 2008, el embajador venezolano en Moscú denunció un golpe de estado contra su gobierno y acusó al Mossad y a “ciudadanos venezolanos pero judíos” de participar del complot.(25) En la Navidad del 2005, Chávez lamentó públicamente que “algunas minorías, entre ellas los descendientes de los asesinos de Cristo, se han apoderado de las riquezas de este mundo”.(26) Desde que Chávez asumió el poder, cerca del 50% de la comunidad judía emigró de Venezuela.(27)

La relación de Brasil con Irán ha causado una gran sorpresa en algunos rincones. Como potencia regional y referente mundial emergente junto a China, India, Rusia y Sudáfrica, Brasil se ha posicionado como un nexo entre el primer y el tercer mundo capaz de jugar un rol global constructivo. Solamente entre 2005-2010, Brasil dio USD 5000 millones en asistencia mundial: USD 3200 millones en préstamos y cancelaciones de deudas a países pobres y USD 1900 millones en ayuda humanitaria, becas de estudio, capacitación técnica y otros.(28) Domésticamente ha cosechado logros apreciables: Brasil será sede del Mundial de Fútbol en 2014 y de las Olimpíadas en 2016, su economía ha crecido notablemente, y tanto Lula da Silva como su sucesora Dilma Rousseff han gozado de índices de aprobación popular elevados (Lula tenía un 80% de apoyo popular al dejar el poder mientras que la primera presidente mujer del país, al cumplir los primeros cien días de mandato, era respaldada por el 73% de los brasileros). ¡Incluso Walt Disney Company ha ambientado uno de sus últimos films animados -Rio- en Brasil! Sin embargo, durante los tramos finales de su segundo mandato, el presidente Lula pareció girar en U de modo dramático, llegando a desafiar los intereses de los Estados Unidos en la región en varias áreas y consolidando un vínculo con Irán que parecía inconcebible poco tiempo antes. Al igual que Chávez, Lula respaldó los dudosos resultados electorales de Irán, invitó al presidente iraní a su país y él mismo visitó Teherán. También apoyó el derecho de Irán a tener un programa nuclear “civil”, se opuso a la aplicación de sanciones contra el régimen ayatollah y abrió un diálogo con Teherán que fue seriamente cuestionado por varios actores globales. Durante la reunión de la Asamblea Anual de INTERPOL en Marruecos, en 2007, Brasil se abstuvo en la votación que validó la emisión de “notificaciones rojas” contra figuras prominentes del gobierno iraní por su relación con el atentado contra la AMIA en la Argentina, república hermana del Brasil que había iniciado el pedido. Nuevamente se abstuvo Brasil, en el 2009, en la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA), en Viena, cuando se debatió la cuestión nuclear iraní a contrapelo de los votos favorables de la Argentina, Estados Unidos, Rusia, China y la Unión Europea.(29) En mayo de 2010, Brasil se unió a Turquía en un intento de proteger diplomáticamente a Irán de la inminente adopción de sanciones internacionales patrocinadas por Washington. Incluso en aspectos simbólicos desvinculados de la cuestión iraní, como ser visitar la tumba de Yasser Arafat en Ramallah, pero negarse a visitar la tumba de Theodor Herzl en Jerusalem, durante una visita a la región en 2010, puede apreciarse la orientación ideológica que Lula había dado a su política exterior. El Brasil de Lula también se abstuvo en votaciones en el seno de la Comisión de Derechos Humanos contra Sri Lanka, Congo y Corea del Norte, aunque votó contra Sudán en el Consejo de Seguridad. Lula definió a Chávez como “sin duda el mejor presidente venezolano en los últimos cien años”, mientras que su última visita a Fidel Castro quedó recordada como un gran bochorno al coincidir con la muerte de un opositor encarcelado en huelga de hambre. Lula, cuyo Partido de los Trabajadores fue uno de los creadores del Foro Antiglobalización de Porto Alegre, evitó ser premiado en el Foro de Davos alegando un impedimento médico a viajar a último momento. Además, Lula contrarió a la Casa Blanca al apoyar la reincorporación de Cuba a la Organización de Estados Americanos (OEA), cuya Carta Magna explicita que sólo democracias pueden ser miembros; dio cobijo diplomático al depuesto presidente de Honduras y aliado chavista Manuel Zelaya; protestó el acuerdo entre Estados Unidos y Colombia para el uso estadounidense de bases militares en el país centroamericano; y adoptó un tono público tercermundista que contrastaba con su imagen anterior más moderada.

Al asumir la presidencia a comienzos de 2011, Dilma Rousseff despertaba dudas dado su pasado guerrillero y marxista. Su cercanía con Lula, quién la eligió como sucesora, podía sugerir una continuación de las políticas controvertidas de su mentor. Pero sus primeros pasos en la arena internacional han resultado ser mucho más centristas que los de su predecesor, hasta el momento al menos. Su pasado feminista y de militante torturada por militares la llevó a condenar las prácticas de derechos humanos en Cuba e Irán, y en un giro respecto de las últimas votaciones en la ONU, Dilma hizo que su país votara a favor de crear un relator de derechos humanos para Irán. Nombró como canciller a Antonio Patriota, un bien reputado ex embajador en Washington. Por su parte Estados Unidos dio señales claras de su interés en rescatar a Brasil del legado de Lula. La Secretaria de Estado Hillary Clinton estuvo presente en la asunción de Dilma como presidenta, un 1 de enero, lo que seguramente la obligó a limitar los festejos del año nuevo. El presidente Barack Obama ha viajado a Brasil a mediados de marzo, aún cuando estaba ya iniciada la contienda bélica en Libia. Ello fue interpretado como un signo de aproximación de Washington hacia Brasilia, primera capital visitada en un programa que incluía tan sólo a Chile y El Salvador además.(30) Incidentalmente, Lula fue el único ex presidente brasilero en no asistir al almuerzo ofrecido en honor de Obama en el Palacio de Itamary. Dilma condenó el bombardeo de la OTAN sobre Libia y obstaculizó durante meses una condena de Siria fomentada por Washington en el Consejo de Seguridad, Obama no apoyó las aspiraciones brasileras a obtener una banca permanente en dicho Consejo, lo cual -junto con desacuerdos comerciales pendientes- sugiere que habrá tensión en la relación. No obstante, es evidente que el Brasil de Rousseff se ha apartado de la diplomacia populista de Da Silva de su último año, particularmente en torno a Teherán.

La Argentina, a su vez, ha mantenido una política ambivalente hacia Irán. Su relación con la teocracia islámica quedó fuertemente alterada a partir de los años noventa cuando agentes de Hizbullah perpetraron el primer atentado islamista en América Latina (voladura de la embajada de Israel en Buenos Aires, en 1992, 29 muertos) y el peor ataque antisemita en la diáspora desde el fin de la Segunda Guerra Mundial (voladura de la sede de la AMIA en la misma ciudad, dos años más tarde, 85 muertos). Tomando distancia del gobierno de Carlos Menem, acusado de obstruir el progreso en la causa de la investigación, el matrimonio Kirchner dio un impulso considerable a la misma, denunciando a Irán en foros internacionales, solicitando a INTERPOL la captura de sospechosos iraníes y designando a un fiscal judío y dotarlo de los medios para poder llevar adelante una investigación judicial efectiva. Con todo, algunos hechos han creado un marco de duda a propósito del posicionamiento del oficialismo ante Teherán, a saber: a) la cercanía ideológica de los Kirchner con países aliados a Irán -Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua especialmente-; b) las sospechas del uso político de la causa AMIA para denostar al predecesor; c) la curiosa relación de figuras del gobierno con Luis D´Elía, líder popular antisionista sumamente cercano a la embajada iraní; d) el hecho de que bajo el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner el comercio bilateral haya crecido sustancialmente; e) que la delegación argentina ante la ONU en Ginebra no se haya retirado de la sala cuando Mahmoud Ahmadinejad comenzó a hablar en el marco de la reunión denominada Durban II, en abril de 2009; y finalmente e) que el gobierno no apoyó al diplomático argentino Rogelio Pfirter en su nominación como director general de la OIEA, siendo él entonces visto favorablemente por Washington y desfavorablemente por Teherán, entre otras consideraciones.

A fines de marzo último, el diario Perfil publicó una noticia que generó una polémica de envergadura. Uno de sus principales columnistas, citando un documento secreto, denunció la existencia de negociaciones en curso entre Buenos Aires y Teherán donde el primero abandonaría la causa judicial abierta contra el segundo a cambio de mejoras en el intercambio comercial.(31) El gobierno israelí reaccionó airadamente, tildando de “gravísima” a la noticia, advirtiendo que, de confirmarse, la conducta argentina constituiría “una manifestación de infinito cinismo y deshonor a los muertos”, y poniendo en duda la invitación previamente extendida al canciller argentino para visitar Jerusalem.(32) El fiscal de la causa AMIA, Dr. Alberto Nisman, negó rotundamente el alegato periodístico y dirigentes comunitarios se sumaron a la desmentida.(33) El gobierno, sin embargo, permaneció en silencio. El embajador israelí en Buenos Aires, Daniel Gazit, pidió aclaraciones al Ministerio de Relaciones Exteriores del país pero, aún diez días después, informaba el Jerusalem Post, “no recibió ninguna respuesta oficial”.(34) La primera reacción pública la dio el canciller argentino desde Israel. Interrogado por la prensa, inicialmente eludió tocar el espinoso tema invocando preceptos de la Torá y apelando a la memoria del padre muerto, el famoso periodista Jacobo, en unas parábolas insólitas que provocaron desconcierto. Finalmente, Timerman aseveró lo siguiente, que fue interpretado como un repudio al informe de Perfil: “No hay ninguna evidencia de que la Argentina haya cambiado su curso de acción, que comenzó en 2003 con la elección de Néstor Kirchner, en que el objetivo de nuestro país es investigar el tema de los atentados a la AMIA y a la embajada de Israel”.(35) Perfil, por su parte, no contribuyó a aclarar las cosas al negar acceso a la documentación que sirvió de base para la noticia ante un pedido del Centro Simon Wiesenthal, lo que llevó a esta organización judía internacional a lamentar la decisión del diario pues ella “puede desacreditar la validez de aquellos señalamientos”.(36) En este ambiente de dudas y ante una denuncia tan grave, era esperable una contundente desmentida, acreditada en un comunicado oficial cuyo texto escrito disipara toda ambigüedad. Desafortunadamente ello nunca ocurrió.

En vísperas del último aniversario de la voladura de la AMIA, el gobierno iraní ofreció a la Argentina participar en un “diálogo constructivo” y extendió la cooperación para “aclarar las circunstancias” de un atentado que la fiscalía nacional atribuyó al propio Irán.(37) La propuesta era tan transparentemente falsa y provocativa que AMIA y DAIA emitieron un comunicado conjunto afirmando, correctamente, que las declaraciones iraníes “no resultan creíbles”.(38) Pero la cancillería argentina no pareció opinar lo mismo. El Palacio San Martín emitió un comunicado definiendo al pronunciamiento iraní como “inédito y muy positivo”.(39) Al mes siguiente, en el marco de una gira por Brasil, Uruguay y Paraguay, Alí Ahani, viceministro de relaciones exteriores de Irán, dijo al diario Folha de Sao Paulo que su país “podría nombrar embajador en la Argentina” pues “es el único país de América Latina donde Irán tiene un encargado de negocios en lugar de un embajador”. El funcionario aseguró que su nación “condenó” el atentado, que trasladó sus “condolencias” a los familiares de las víctimas, que ofreció su “colaboración” para identificar a los culpables y expresó su deseo de que ambos países pueda superar los “malentendidos” que los han separado.(40) El gobierno argentino eligió responder oficialmente a Irán en el marco de la Asamblea General de la ONU por medio de la propia presidente. Durante su discurso, Cristina Fernández de Kirchner dijo que la Argentina “no puede ni debe” rechazar una oferta de diálogo de Teherán y expresó sus deseos que tal diálogo fuese “constructivo, sincero y con resultados”. Es cierto que la presidente agregó que el mismo debía ser creíble y no “una maniobra dilatoria o distractiva” y que su país no dejaría de lado los requerimientos de la justicia.(41) Pero la apertura estaba hecha y pareció confirmar las revelaciones vertidas en Perfil. Máxime ante el hecho de que el representante argentino ante la ONU en Nueva York, Jorge Arguello, fue instruido de permanecer en el recinto de la Asamblea General durante el discurso del presidente iraní quién, una vez más, provocó la salida de la sala de varias delegaciones presentes con el extremismo furibundo de sus declaraciones.

Los ánimos, tanto en Buenos Aires como en Teherán, parecían estar cambiando. Apenas unos meses antes, en octubre del año anterior, el gobierno iraní había presentado una dura carta a las Naciones Unidas en respuesta a la solicitud argentina de juzgar a los oficiales iraníes acusados de perpetrar el atentado contra la AMIA en la cual acusaba a la República Argentina de cooperar con grupos terroristas -“en particular con la conocida Organización Muyahidin Jalq”- decía que la comunidad musulmana “continúa aislada y discriminada en la Argentina”, pedía que las autoridades desistan “de reiterar las improcedentes hipótesis y lugares comunes inventados”, e instaba a que se protegiesen “los derechos fundamentales” de los iraníes acusados.(42) El interés iraní en realizar su anuncio bombástico a mediados de julio posiblemente pueda explicarse como un intento en desplazar la atención de la opinión pública a su respecto de la “participación” en el atentado a la “cooperación” en dilucidar el mismo. Las razones detrás de la respuesta oficial argentina lucen un poco más misteriosas.

El gobierno todavía debe una explicación a la sociedad a propósito de su cercanía política con el piquetero Luis D´Elía. En marzo último, el juez federal Daniel Rafecas reveló que las reiteradas manifestaciones que acontecen frente a la embajada de Israel pueden estar siendo organizadas por D´Elía con financiamiento de la embajada iraní.(43) No obstante las serias implicancias de tal denuncia, el gobierno eligió no despegarse del mentado sujeto. Cabe notar que en ocasión del lanzamiento de un movimiento que lidera D´Elía, en un acto multitudinario en el Luna Park, la presidenta ofreció su respaldo en un video. Entre los concurrentes al acto estaba el representante de Irán en la Argentina y, para esos mismos días, D´Elía había entrevistado radialmente a Mohsen Rabbani, dándole una plataforma pública a un prófugo de la justicia argentina para desmentir sus presuntos viajes al Brasil. Además, el piquetero había viajado a Irán en el pasado.

La Argentina de los Kirchner desconcierta en otras áreas también. Néstor fue capaz de organizar una cumbre opositora a un presidente estadounidense de visita oficial en el país, como ocurrió con el presidente George W. Bush en 2005 (45.000 activistas de izquierda se amontonaron en un estadio para la ocasión); Cristina llegó a acusar a la CIA de realizar una “operación basura” cuando autoridades norteamericanas señalaron la existencia de un financiamiento clandestino chavista de su campaña electoral; la cancillería puede sermonear a EE.UU. por bombardear Libia a la par que la agencia de noticias oficial Télam suscribe un acuerdo de información con la Agencia de Noticias Árabe Siria (SANA) mientras el régimen de Bashar el-Assad reprime militarmente a manifestantes pro-democracia; y el gobierno puede aplaudir un premio periodístico dado por la Universidad de La Plata a Hugo Chávez mientras éste combate fieramente a la libertad de expresión en su país. Estos hechos dan cuenta de la cosmovisión ideológica de un gobierno al que, benignamente, desde el extranjero se lo suele caracterizar como “inclasificable”. (Agenda Internacional)

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