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viernes, 27 de enero de 2012

¿Quién es creyente? ¿Quién es infiel?

¿Quién es creyente? ¿Quién es infiel?
Como resultado de la universalidad explícita del texto coránico, el uso de los términos creyente o infiel es mucho más complicado que en el cristianismo
17/02/2010 - Autor: Seyyed Hossein Nasr - Fuente: Kairos
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El corazón del Islam.Con este marco en la mente, será más fácil comprender la división que establece el Islam ente creyentes (mu’mins) y lo que en Occidente se ha traducido como “infieles” o “no creyentes” (Kafirs), que significa literalmente “aquellos que encubren la verdad”.

Cada religión tiene una forma de distinguirse de las otras. El judaísmo habla de judíos y gentiles, y el cristianismo de fieles y paganos. Cada una de estas categorizaciones tiene una raíz teológica y otra popular e histórica, relacionada con la comprensión que esa religión tiene de sí misma, así como con su historia.

En el caso del Islam, la distinción se fundamenta más en la cuestión de la fe, o imán, y menos en el término más general islam. En el Corán, la fe implica un nivel superior de participación en la religión, como analizaremos en el capitulo siguiente, y aún en la actualidad sólo quienes toman su religión muy seriamente y son virtuosos son llamados mu’min (o poseedores de iman). Y, sin embargo, el Corán no limita el término mu’min solamente a los que siguen la religión islámica; incluye a los fieles del Islam junto con los seguidores de otras religiones, como evidencia la afirmación coránica:

"Ciertamente, quienes tienen fe (en lo que se reveló al Profeta) y quienes son judíos, cristianos y sabeos –quienes tiene fe en Dios y en el Último Día y hacen el bien- sin duda tendrán su recompensa con su Señor, y no tiene que temer y no serán afligidos" (2,62).

En este versículo, como también en el 69 de la sura 5 "La mesa servida, que casi repite el mismo mensaje, el reconocimiento de las otras religiones se extiende incluso más allá del judaísmo, cristianismo y sabeísmo, para incluir “a quienquiera que tenga fe en Dios”, y la posibilidad de salvación se hace también explícitamente universal. Igualmente desaparece la frontera ente el fiel musulmán y el fiel de otras religiones. Por consiguiente, se podría decir que en el sentido más universal, quien tenga fe y acepte al Único Dios, o Principio Supremo, es creyente, o mu´min, y quien no lo acepte es un infiel, o kafir, sea cual fuere la identificación nominal, étnica e incluso religiosa de esa persona.

Como resultado de esta universalidad explícita del texto coránico, el uso de los términos “creyente” o “infiel” es mucho más complicado que en el cristianismo. En el Islam existe, en primer lugar, la visión metafísica sufí de la Verdad absoluta, que está más allá de toda dualidad, incluso más allá de la dicotomía de iman y kufr, o fe e infidelidad; sin embargo, para llegar a la Verdad transcendente más allá de toda dualidad, se debe empezar con fe y partir de los cimientos formales del Islam, lo que se distingue claramente de Kufr. La comprensión esotérica de kufr e iman, tan presente en la poesía sufí clásica, especialmente entre poetas persas como Rumi, Shabistari y Hafiz, no debe confundirse, por lo tanto, con la idea dominante en algunos círculos occidentales de que cada cual puede alcanzar la Verdad absoluta simplemente evitando tanto el mundo de la fe como el de la infidelidad. En los niveles de las formas religiosas externas, iman tiene que ver con verdad y kufr con falsedad. Esta dicotomía no se anula por la exhortación de los sufíes a ir más allá de kufr y de iman, lo que significa alcanzar el tawhid, o la unidad más allá de oposiciones y dicotomías.

En el plano formal y popular, los musulmanes tradicionales han utilizado a menudo la categoría de “creyentes” o “fiel” para los musulmanes y los seguidores de otras religiones, especialmente cristianos y judíos. Pero han existido también períodos históricos en los que se reservó el término “fiel” para los musulmanes, y se utilizó kafir o “infiel” para los no musulmanes, como en el imperio otomano, donde se llamaba kuffar, infieles, a los europeos. Sin embargo, la situación se hace aún más complicada por el hecho de que a lo largo de la historia islámica algunos grupos musulmanes han llamado infieles a otros grupos musulmanes, llegando algunos incluso al extremo de tratarlos en la práctica como enemigos. Por ejemplo, durante la primera época de la historia islámica, los khawarij, que se oponían a los sunníes y chiíes como infieles, atacaron a ambos grupos física y militarmente. Más tarde, los ismailíes fueron considerados kuffar por muchos eruditos sunníes, e incluso en el Islam predominante algunos eruditos sunníes y chiíes doudecimanos se han llamado unos a otros kafir durante siglos. En el siglo XVIII, el movimiento wahabí, que comenzó en Najd, Arabia, consideró que los sunníes y chiíes ortodoxos no era auténticos musulmanes, y a menudo arrojó sobre ellos el anatema de infieles, lo que se denomina takfir, mientras que muchos eruditos hanafíes otomanos consideraban que los wahhabíes eran kuffar.

La imagen dominante en Occidente de que todos los musulmanes están unidos en tanto que fieles contra los infieles sencillamente no es cierta, aunque algunos conocidos predicadores cristianos repiten a su grey esta afirmación hecha por algunos extremistas del mundo islámicos. Siempre han existido quienes han hablado de la necesidad de la unidad de los musulmanes en tanto que fieles, y en cierto sentido esa unidad ha existido siempre, a pesar de la diversidad que se da en muchos niveles. Pero la pregunta de quién es creyente, o persona de fe, y quién es increyente, o infiel, requiere una respuesta mucho más matizada de lo que por lo general se da en la fuentes habituales.

Por otra parte, el término kafir, tiene una definición teológica y judicial y otra definición popular, política y social, y no se deben confundir. En la conciencia de muchos musulmanes devotos, un cristiano o un judío piadosos siguen siendo considerados creyentes, mientras que un agnóstico con nombre árabe o persa es considerado kafir. Y el anatema de kufr, lejos de referirse únicamente a los de fuera, ha incluido también a varios grupos dentro del propio mundo islámico. En la actualidad, aunque algunos musulmanes sostienen que los “infieles” son responsables de la acometida de la cultura secularista de Occidente, utilizan la misma caracterización para aquellos que, dentro del propio Islam, aunque todavía formalmente musulmanes, aceptan y predican ideas secularistas que niegan los cimientos mismos de la revelación islámica. En realidad, el secularismo es el enemigo común de todas las tradiciones abrahámicas, y la erosión de la autoridad moral en las sociedades seculares que observamos hoy en día plantea problemas tanto a judíos y cristianos como a musulmanes.

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