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jueves, 29 de marzo de 2012

La farsa de la “ayuda humanitaria” norteamericana

La farsa de la “ayuda humanitaria” norteamericana

por Alcira Argumedo



La política de Estados Unidos ante los movimientos sociales, ambientalistas y/o políticos que luchan contra el saqueo de nuestros recursos.

La dictadura genocida que toma el poder el 24 de marzo de 1976, constituyó el eslabón final de la estrategia de restauración conservadora promovida por Estados Unidos bajo la inspiración de Henry Kissinger, con el propósito de recomponer su hegemonía en América Latina. El triunfo del mítico Ho Chi Minh sobre el ejército más poderoso del mundo en los primeros años de esa década, significará la pérdida del sudeste asiático para el bloque de poder occidental y su “hipótesis de derrota” contemplaba un repliegue hacia el continente africano y en especial hacia su patio trasero. Por entonces, los gobiernos de Velasco Alvarado en Perú, Omar Torrijos en Panamá, Juan José Torres en Bolivia o Salvador Allende en Chile, se conjugaban con las luchas del pueblo uruguayo y con la evidente debilidad de la dictadura implantada en Argentina desde 1966, ante las movilizaciones populares y el accionar de grupos armados, que potencian la larga resistencia de los trabajadores reclamando el retorno del General Perón. A partir de 1971, los golpes militares se suceden en Bolivia, Uruguay, Perú, Ecuador, Chile y Argentina, articulados en el Plan Cóndor a fin de imponer su primacía mediante el terrorismo de Estado y la utilización de métodos aberrantes e inhumanos de represión.


Estados Unidos ha sufrido nuevas derrotas en Irak y Afganistán, mientras la aspiración de atacar a Irán se encuentra limitada por el acuerdo firmado entre Rusia y China, en el cual ambas potencias declaran que están dispuestas a evitar ese ataque, aún a riesgo de iniciar una guerra. A su vez, el predominio de China sobre las naciones de África al sur del Sahara se ha ido consolidando en los últimos años, gracias a los proyectos acordados durante noviembre de 2006 entre el presidente Hu Jintao y 48 líderes africanos reunidos en Pekín, para la creación de Zonas Económicas Especiales como polos de desarrollo industrial o de extracción de minerales y otros recursos estratégicos. El plan contempla una inversión inicial de 60.000 millones de dólares y la construcción de ferrocarriles, carreteras y vías marítimas, para comunicar a esos países entre sí y con el resto del mundo: de este modo logró neutralizar al FMI en la región y, en más de un caso, los capitales chinos han desplazado o comprado empresas occidentales instaladas allí.


Una mirada sobre el planisferio, indica que la “hipótesis de derrota” ante los fracasos en Irak y Afganistán sólo deja a América Latina como espacio de repliegue, dado el avance de China y el cambio en el equilibrio de poder mundial que se está produciendo. Ante este escenario, cobran especial gravedad las declaraciones formuladas respectivamente por la periodista Stella Calloni y el abogado chaqueño Marcelino Leiva (1) sobre la base de las denuncias de Rolando Núñez del Centro Nelson Mandela, acerca de la instalación en el aeropuerto de Resistencia del Centro Anticatástrofes y Ayuda Humanitaria a cargo del Comando Sur, la IV Flota y la Embajada de Estados Unidos, bajo la responsabilidad del Agregado Militar de ese país, Coronel Edwin Passmore. Este proyecto fue aprobado en 2006 por Aníbal Fernández, en su carácter de Ministro del Interior del Presidente Néstor Kirchner, como parte del Programa de Fortalecimiento del Sistema Provincial de Emergencias, que incluía una oferta de la empresa Forbes Energy, para invertir 100 millones de dólares en la producción de bioetanol a partir de caña de azúcar transgénica, a ser cultivada en 50.000 hectáreas de esa provincia.


Sin considerar el tema de los derechos humanos de los pueblos indígenas, que habitan en los territorios destinados al cultivo -previa devastación de los correspondientes bosques nativos- las tareas previstas por el Coronel Edwin Passmore también dejarían bastante que desear, si se consideran sus antecedentes y los de sus colegas. Según nos informa Marcelino Leiva, el actual comandante de la IV Flota Kurt Tidd, se desempeñó durante 2004-2005 como Comandante de la Fuerza de Tareas 55 para operaciones de terror en la Guerra de Irak y más tarde ocupa un cargo jerárquico en la Dirección de Lucha contra el Terrorismo del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Por su parte, Passmore cumplió tareas humanitarias en Afganistán e Irak y desde 2005 fue agregado militar de la embajada estadounidense en Venezuela, hasta su expulsión en 2008 acusado de actividades de espionaje. Reasignados a la embajada norteamericana en nuestro país junto a otros militares expulsados de Bolivia y Ecuador, en 2009 se dedicó a visitar y donar equipamientos al Hospital de Niños de San Justo y a un centro de cuidados infantiles administrado por Madres contra el Paco, acompañado en ambas ocasiones por el también generoso embajador norteamericano. En febrero de 2011 tuvo activa participación en el incidente del avión Globalmaster III en Ezeiza, que transportó a un contingente de Marines dispuestos a entrenar a miembros de la Policía Federal y se negara a ser revisado por la aduana, en tanto traía “carga sensitiva” secreta.


En estas manos queda la base del aeropuerto de Resistencia: un lugar estratégico para el control de la Triple Frontera y del Acuífero Guaraní, que se articula con la base Mariscal Estigarribia de Paraguay -situada cerca de la frontera con Bolivia y sus reservas de petróleo y gas- además de cubrir el sur de la Amazonia de Brasil, custodiada en el norte por las bases del Plan Colombia y en el oeste por la base de Manta trasladada de Ecuador a Perú. La rápida sanción de la Ley Antiterrorista 26.734 en diciembre de 2011 y el Proyecto X de Inteligencia de Gendarmería Nacional -cuya misión de patrullaje fronterizo ha sido reemplazada por tareas policiales en centros urbanos- estarían indicando un desplazamiento desde la idea de Defensa Nacional hacia una nueva Doctrina de Seguridad Interior, que evoca la existencia de un “enemigo interno” con la consiguiente criminalización de la protesta social: el sensible incremento de los gastos destinados al Ministerio de Seguridad Interior respecto a los de Defensa Nacional en la Ley de Presupuesto 2012, se orienta en el mismo sentido. Aparte del sentimiento humanitario, otro objetivo explicitado por la base norteamericana sería la lucha contra el narcotráfico: una mera “casualidad permanente” es la comprobación que los cultivos de amapola y la producción de heroína destinada al mercado de Europa Occidental, se multiplicaron durante la ocupación norteamericana en Afganistán. La historia enseña que los imperios en decadencia tienden a utilizar las fuerzas militares para retener sus periferias territoriales: los casos de España en Nuestra América o Francia en Indochina y Argelia, son algunos ejemplos. Hoy Estados Unidos afronta una acelerada declinación y este 24 de marzo debe alertarnos acerca de las amenazas que se ciernen sobre Argentina y América Latina. Como señala Leiva:


De acuerdo con estos antecedentes no habrá cooperación sino espionaje contra el pueblo argentino en la medida que movimientos sociales, ambientalistas y/o políticos, se opongan al saqueo de nuestros recursos naturales, como la megaminería, la contaminación sojera, la devastación de nuestros montes, ríos y reservas acuíferas, atentando contra nuestra Seguridad Nacional, contra nuestros recursos naturales y la población del país


Nota:
1.- Pájaro Rojo. pajarosalinas.blogspot.com

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