Libro en PDF 10 MITOS identidad mexicana (PROFECIA POSCOVID)

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martes, 29 de mayo de 2012

El volcán Popocatépetl mas importante que las elecciones costosas e inutiles

El volcán Popocatépetl Delfino Hernández Láscares Dentro de los tipos de erupciones que podría presentar el Popocatépetl, también existen diferentes tipos de materiales que arrojaría de acuerdo con la intensidad de la misma. A continuación se resumen algunos de ellos. Flujo, derrame o colada de piroclásticos. Los flujos de piroclásticos son mezclas de gases volcánicos, agua, ceniza y otras partes sólidas. Las velocidades de estas avalanchas tienen un máximo de hasta 66 km/h con velocidades promedio de 250 km/h. Como la proporción de sólidos es mayor que la de fluidos, posee gran inercia y su movimiento es controlado en gran parte por la topografía. Oleadas de piroclásticos. Las oleadas, como los flujos de piroclásticos son mezclas de gases y cenizas volcánicas a altas temperaturas, pero la proporción de gases es mayor que los sólidos. Estos piroclásticos pueden viajar con velocidades de hasta 500 km/h, a temperaturas entre 300 y 400ºC. Materiales aéreos y lluvia de cenizas. Durante una erupción, los materiales sólidos mezclados con los gases y líquidos volcánicos son arrojados por el cráter a velocidades de varios cientos de kilómetros por hora. Estos materiales pueden quedar suspendidos a lo largo de varios kilómetros sobre el cráter por efecto de la sustentación que les proporciona la continua salida de material a través del mismo, formando lo que se conoce como columna eruptiva. Por estos procesos ha pasado el Popocatépetl. Por lo que respecta a la parte superior de la columna, o pluma eruptiva, es usualmente arrastrada por los efectos del viento y deposita a su paso el contenido de cenizas. Aunque éstas no tienen la peligrosidad de los fenómenos anteriores, causarían cierto grado de destrucción al acumularse en techos y producir el colapso de las estructuras que las sostiene, además de producir efectos nocivos en los animales que se alimentan de pastizales, así como la desorganización del tránsito en la ciudad y los patrones del drenaje al acumularse en calles y carreteras. Flujo de lodo o lahares. Los flujos o corrientes de lodo, también llamados lahares, son la mezcla de agua y detritos que se originan en un volcán. Su presencia es particularmente frecuente luego de una erupción, pues los productos de la misma se mezclan con el agua contenida en la nieve. Un riesgo latente en el Popocatépetl, si hace erupción, es el descongelamiento del glaciar o la cubierta de nieve, que variaría según la época (figura). Por esta razón, los poblados aledaños a los cursos naturales de agua son los más amenazados. El alcance de estos derrames podría ser de varias decenas de kilómetros, con valores típicos de alrededor de 15 a 25 km, dependiendo de las pendientes sobre las que avance; sin embargo, el ensolvamiento de los cauces, al ocurrir periódicamente, provoca que el lahar avance distancias mucho mayores. Incendios. Tanto la lluvia de cenizas como los flujos y oleadas de piroclásticos son capaces de ocasionar incendios si la temperatura de los materiales emitidos es lo suficientemente alta y son acumulados en áreas boscosas, pastizales u otros tipos de vegetación o construcciones inflamables. Gases y lluvias ácidas. Los magmas contienen gases en solución que son liberados durante y entre erupciones. Consisten esencialmente en vapor de agua, bióxido y varios compuestos de azufre, cloro, flúor, hidrógeno y nitrógeno. El monóxido de carbono es venenoso, no así el bióxido, pero no por esto deja de constituir un peligro pues desplaza o diluye el oxigeno y ocasiona la muerte por asfixia. Estos dos gases son peligrosos por su mayor abundancia y por ser inodoros. El bióxido de carbono es más pesado que el aire y puede fluir pendiente abajo concentrándose en depresiones que constituyen auténticas trampas. El bióxido y trióxido de azufre son gases tóxicos comunes en erupciones volcánicas, pero son detectables por su olor irritante. La magnitud destructora de una erupción volcánica tendría efectos devastadores. Las grandes erupciones de ceniza suelen ir seguidas de corrimientos de tierra o de corrientes de fango. A veces la ceniza que se acumula junto al cráter se derrumba, llevándose parte de la montaña con ella. Los fuertes aguaceros suelen empeorar la situación al crear una masa espesa y empapada que acaba precipitándose en forma de corriente o colada de fango. En las montañas, tanto los temblores como las erupciones dan lugar a las avalanchas. La erupción de un volcán viene precedida a menudo por terremotos y por ruidos retumbantes como truenos, los cuales pueden continuar a escala gigantesca durante la erupción. Antes de que ésta tenga lugar, con frecuencia se abren fisuras, se secan los lagos y aparecen en muchos sitios manantiales calientes. En el poco probable caso de que la actividad del Popocatépetl evolucione hacia una erupción de mayores proporciones, se espera que se presenten manifestaciones precursoras que puedan ser detectadas por los sistemas de monitoreo antes de que se desarrolle una actividad altamente explosiva y con la anticipación suficiente para permitir una evacuación. Aunque es cierto que la lava no haría gran cosa, debe pensarse en el desastre que provocaría al ecosistema, social, económico y político. Una erupción volcánica opera grandes cambios sobre el paisaje. En el mundo entero, la tierra es un recurso valiosísimo; para el campesino, una erupción de menos de 20 cm de ceniza constituye una bendición, porque está llena de nutrientes que enriquecen el suelo, pero un exceso de este fertilizante gratuito resulta catastrófico. Una erupción de baja a mediana intensidad sería suficiente para crear un desastre en el entorno de la región del Popocatépetl: la vegetación sería de las primeras afectadas, la fauna alterada provocaría un desequilibrio ecológico, la agricultura se vería seriamente dañada y las cosechas se perderían de inmediato; hay que tomar en cuenta que muchas familias dependen de la agricultura que se desarrolla en el entorno del volcán. Los centros de actividades recreativas que tienen aguas medicinales, principalmente en el estado de Morelos, se afectarían por la contaminación de sustancias químicas derivadas de la actividad volcánica. La población tendría la necesidad de migrar a las grandes ciudades, con todo lo que ello implica. Por otro lado, se tendría que dar albergue a los damnificados; el problema sería cómo, cuándo y en qué tiempo. Asimismo, las pérdidas materiales y el costo económico serían invaluables. Como es frecuente en México cuando ocurre un desastre, los grupos políticos oportunistas harían acto de presencia. El problema podría convertirse en un pretexto político, tal y como ocurre actualmente en Chiapas. Delegaciones del D.F. que se verían afectadas En caso de erupción, los materiales que llegarían a la Ciudad de México serían prácticamente piroclsticos, es decir, aéreos, como gases y ceniza volcánica de grano fino, que pueden llegar a más de 50 km del origen del volcán. Las delegaciones tentativamente afectadas serían: Milpa Alta, Tláhuac, Xochimilco, Iztapalapa, Tlalpan y Coyoacán; en menor proporción estarían Magdalena Contreras, Cuajimalpa, Álvaro Obregón, Miguel Hidalgo, Cuauhtémoc, Venustiano Carranza, Gustavo A. Madero y Azcapotzalco Medidas de acción Qué hacer antes, durante y después en caso de que haga erupción el volcán Popocatépetl y el material llegue a las ciudades de Puebla, Tlaxcala y México Antes 1. Permanecer pendiente del semáforo de alerta volcánica. 2. Diseñar y practicar rutas de evacuación. 3. Verificar que puertas y ventanas funcionen correctamente y revisar techos. 4. En los laboratorios de computación se debe mantener debidamente cubierto el equipo, ya que la ceniza volcánica es tan fina que puede filtrarse a través de los marcos de las ventanas. 5. En hospitales se deberá hacer una correcta revisión de puertas y ventanas para que no se filtren las cenizas, sobre todo en los cuneros. 6. Los estanques de agua potable, cisternas y piletas deben estar cubiertos; sellar tinacos y depósitos de agua. 7. Tener pilas, radios, botiquín, tapabocas, etc. 8. Mantener a la mano un directorio de emergencias. Durante 1. Permanecer en las viviendas y cubrir puertas y ventanas. Salir a la calle, sólo cuando sea necesario, protegiéndose debidamente ojos, nariz y boca. 2. Cubrir los alimentos en forma apropiada. 3. Si las circunstancias lo requieren, usar filtros y tapabocas. 4. Pueden persistir por varias horas y contener ceniza muy fina, arenilla y algunos fragmentos de pómez de varios milímetros, de tal forma que se deberá tener precaución de barrer permanentemente techos, pisos, etc. La ceniza no es tóxica, pero es abrasiva por la sustancia pómez que la forma. Evitar la inhalación prolongada de esas cenizas o su caída en los ojos, por su carácter irritante y erosivo. 5. Con lluvia, la ceniza es más pesada, como ocurrió el 30 de junio; se debe estar alerta para tomar las decisiones que más convengan. 6. El riesgo asociado a la actividad de rayos es similar al que se presenta en una tormenta meteorológica normal. Esta actividad eléctrica puede producir una interferencia considerable sobre las comunicaciones radioeléctricas, por lo que se deben tomar precauciones . 7. No consuma alimentos de la calle, están expuestos a serias contaminaciones; mezclados con gases o cenizas volcánicas pueden provocar intoxicaciones. 8. Si es necesario salir a la calle, protéjase debidamente, sobre todo, ojos, nariz y boca. Después 1. Barrer polvo o ceniza y depositarlo en bolsas y botes de basura. No debe tirarse a las coladeras, ya que se endurece fácilmente. 2. Ante la posibilidad de que se repitan exhalaciones, debe mantenerse alerta. 3. Guardar la calma. 4. Tener cuidado al limpiar superficies delicadas, pues la ceniza las raya con facilidad. 5. Si llueve durante o después de la lluvia de cenizas, el lodo resultante es resbaloso, por lo que hay que extremar precauciones al conducir. 6. La acumulación de ceniza húmeda en conductores eléctricos puede provocar cortos circuitos o la electrificación del suelo si son de alta tensión. 7. No ingerir agua o alimento que haya recibido polvo de ceniza.

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