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domingo, 27 de mayo de 2012

Sobre el tratamiento del alma

» Artículos Sobre el tratamiento del alma -2- Hay tres tipos de cautivos: los del alma (nafs), los del capricho (sahwa) y los de la pasión (hawa). 27/05/2012 - Autor: Shaij Ahmed Al Alawi - Fuente: El fruto de las palabras inspiradas. abu madian aforismos nafs shaij al alawi 0me gusta o estoy de acuerdo Compartir en meneame Compartir en facebook Descargar PDF Imprimir Envia a un amigo Estadisticas de la publicación Shaij Ahmed ben Aliwa Los tres cautivos están enajenados por algo, pero la principal humillación de las tres es la del alma, porque es un tirano del que uno no se puede librar.(117) ¡Ya puede llorar quien está preso del alma! ¿De qué le sirve llorar si de ella no está a salvo? Quien está preso del alma padece desgracias de todo orden porque el alma abunda en desmanes sin término y jamás otorga reposo. Una de sus principales caracteristicas es su deseo de ser libre y escapar a los Decretos de la Señoría. Se afana constantemente y de todas las formas posibles por alcanzar ese dominio. El Enviado de Dios -Dios lo colme de bendición y de paz- dijo: "Señor mío, no me abandones a mi alma ni durante un abrir y cerrar de ojos". Fíjate como el alma, antes de aceptar su sumisión a Dios (el Islam) y cargar con el peso del reconocimiento de ese principio, se opone a la sabiduría divina y solo la acepta si se le facilita o se le educa. Una vez que se somete y comienza a obrar bien no deja de reclamar la recompensa correspondiente. Dice: "Si obro bien merezco una recompensa". Y aún cuando, persuadida de que debe actuar con pureza de intención (Ijlás), ceje en esa actitud y renuncie a la recompensa, no dejará de considerarse la autora de sus actos. Mas si le inquieres "¿Qué es el tawhid para tí?, ¿qué entiendes por las palabras del Altísimo: Dios os creó a vosotros y a vuestros actos (27: 96)?", aunque reconozca que (el atribuirse los actos) es un defecto, seguirá afirmándose y reclamando su existencia; aunque de ella apenas quede un espejismo seguirá aferrandose a sí misma. El alma sólo descansa, al fin, de la pretensión a su propia existencia cuando Dios le concede la gracia de extinguirla y se manifiesta a ella; pues no hay manifestación divina sin la previa y más perfecta extinción del alma, que queda borrada de la tabla de la existencia cuando es Dios quien la sustituye. pero aún después de retornar no dejará de decir: "Ahora hablo a través de Dios; lo que yo digo lo digo sin jactancia"; y lo afirmará aunque lo único que le quede sea la palabra.(119) En conclusión, el daño del alma siempre superará todo lo descrito, a pesar de los multiples tratados que se han escrito sobre ella -que Dios nos guarde de su maldad. El cautivo del capricho lo está, a diferencia del anterior, tan sólo de uno de los aspectos del alma. Sigue sus caprichos ahí donde los encuentra, porque son su objetivo, independientemente del carácter virtuoso o pecaminoso de sus obras. Sus caprichos terminan haciéndole perder la consideración ante Dios, pues Él le exige el cese de ese comportamiento y que se enfrente a sus inclinaciones. Solo un ignorante puede sentirse satisfecho de su maleficio. Cuando el alma te reclame un deseo niégate por principio, Déjala y apártate de sus deseos, Tu pasión es un enemigo, Y la gloria está en enfrentarte a ella ¡Qué bajo cae aquél a quien humilla! El murid debe renunciar a sus caprichos, especialmente si su pacto con Dios se basa en la condición de renunciar a alguno de ellos. (120) Relata uno de ellos: "Había contraido interiormente con Dios el compromiso de no ceder a capricho alguno. Cierto día, en un paraje desierto, deseé cierto guiso que llamaban tabahiya. (121) Con tal violencia me vi preso de aquel deseo, sin lograr zafarme de él, que me dirigí al pueblo más cercano para obtenerlo. Al llegar, mientras buscaba desesperado aquí y allá, una muchedumbre me apresó a gritos de "¡Ahí está!" "¡Ahí está!". Me tomaron por un salteador de caminos que les rondaba. Cuanto más insistía en que se confundían, más palos me daban. Me dí cuenta de que todo aquello era consecuencia de faltar a mi voto y dejarme arrastrar por mis caprichos, así que me tranquilicé y esperé a ver qué sucedía. Llegó la autoridad y me condenó a cuarenta azotes; me tendieron en el suelo y comenzaron a darme palos. Cuando todo hubo concluído llegó un hombre que me reconoció y les dijo: -¡Qué habeís hecho! ¡Por Dios!, este hombre no es un bandido sino un santo-, tras lo cual me pidieron disculpas a las que yo no podía ni responder dado el estado en el que me encontraba. Me llevaron a su casa, donde me atendió y, con toda cortesía, me preparó de comer y me sirvió un plato de ese mismo guiso. -¿No querías tabahiya? -me reproché amargamente-, pues ahí lo tienes, con cuarenta palos-. Rechacé la comida y me eché a llorar viendo lo que me había pasado por faltar a mis pactos." Guárdate hermano de dejarte llevar por tus caprichos porque los verdaderos hombres son aquellos que han cumplido con lo pactado con Dios (33: 23). (122) El alma es como el niño, si la dejas continúa mamando, Pero si la destetas, queda destetada para siempre. (123) El cautivo de la pasión (hawa) lo está de otra caracteristica, inherente del alma. En este caso su pasión lo conduce a acomodarse a cuanto exija; se amolda a los deseos de la pasión convertida en su dios y cumple con ella. ¿Has visto a quien ha tomado a su pasión como dios y Dios le ha extraviado a sabiendas? (45: 23). Aunque Dios le escarmiente ni siquiera reparará en ello debido a la embriaguez de su pasión. El prisionero de la pasión se siente maravillado con su estado. No se da cuenta de la separación y el daño que le causa. En ocasiones, la pasión conduce a quien domina a manipular los preceptos de la religión a su antojo y a desatender lo que realmente le incumbe; hasta que cae en un abismo del que no puede librarse, salvo que la Benevolencia divina (luft) le rescate, le libre de ella y le haga comprender cuales son sus verdaderas obligaciones religiosas. En caso contrario (si no se ajusta a ellas) no puede ser considerado un creyente, tal como lo dijo el Enviado de Dios: "No es creyente aquel cuya pasión no se atiene a lo que yo he traido."(124) Notas: 117 El alma (nafs) es el origen de los deseos y de la pasión. Los preceptos religiosos tratan de controlar su influencia perjudicial, pero sólo la educación espiritual (tarbiyya) del murid permite conocer el origen de su mal. El alma, es pues en el sentido en que la utiliza en estos primeros capítulos, la afirmación de la individualidad, el ego. Posteriormente el Shaij desarrolla otro aspecto de la nafs que está relacionada con el espíritu. 118 Alude a numerosos versículos coránicos y hadices. Por ejemplo: Ningún alma cree si no es con el permiso de Dios (10: 100). Sobre la necesidad de la recompensa que el alma necesita para someterse a Dios hay un conocido hadiz que dice "Tu Señor se asombra de tener que conducir a los hombres con cadenas al paraíso." 119 Estos diferentes grados de conciencia del alma, aquí descritos, corresponden a las etapas de la realizaciçon espiritual: reconocimiento teórico de la Realidad, conocimiento de loa Atributos Divinos por la extinción de los actos y de las cualidades, conocimiento de la realidad Esencial por la extinción de la existencia individual y regreso a la manifestación. 120 La renuncia a algunos hábitos, que representan la vida profana anterior, puede ser una condición del vínculo iniciático que se contrae en la vida espiritual, comparable de alguna manera a ciertos votos que en otras religiones implican el recibir el hábito de monje. 121 Pisto con carne, huevo y cebolla. 122 Los verdaderos hombres son los que cumplen con las caracteristicas de la rayuliyya, la virilidad, que significa la capacidad para hacerse cargo de sus compromisos. W. Chittick señala que la rayuliyya para Ibn Al Arabi es un tipo de perfección accidental, en contraposición a la ubudiyya, la servidumbre, que es esencial; la primera es la perfección de la similitud, la segunda de la incomparabilidad. Lo que se sitúa entre ambos son los grados del hombre perfecto. "La perfección de la virilidad es accidental, mientras que la de la servidumbre es esencial. Entre estas dos estaciones se sitúa lo que hay entre ambas perfecciones" (SPK, p. 366). Por otro lado los riyal son considerados también los akabir, los grandes santos de Dios, los que han alcanzado tal perfección, sean hombres o mujeres (SPK, p. 395n16). 123 Extracto de la Burda de al Busiri. Cfr. La traducción española en Al-Busairi, Al-Burda. El Manto, tr. Ali Laraki, 2001, ed. Kutubia Mayurqa, p. 14. 124 Sin duda el Shaij alude aquí a quienes convierten la religión en un medio para lograr sus ambiciones por medios aparentemente loables. Inevitablemente terminan por descuidar las mínimas obligaciones personales, como ocurre con los falsos guías espirituales o quienes por intereses materiales defienden un fanatismo absurdo.

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