Libro en PDF 10 MITOS identidad mexicana (PROFECIA POSCOVID)

Libro en PDF 10 MITOS identidad mexicana (PROFECIA POSCOVID)

  Interesados comunicarse a correo: erubielcamacho43@yahoo.com.mx  si quieren versión impresa o electrónica donativo voluntario .

viernes, 27 de julio de 2012

Los Assad en Siria: 41 años de traiciones y crímenes (I)


Los Assad en Siria: 41 años de traiciones y crímenes (I)
Por Tariq Al-Nablusi *
«El que no disimula es un tonto»
Dicho alauita 
(1)

La categorización de «Quinta columna» (2) describe a un grupo minoritario desleal con la sociedad a la que pertenece y que es funcional a los objetivos e intereses del enemigo. En Siria, ese papel desde hace nueve siglos lo viene cumpliendo la secta de los alauitas fundada por Ibn Nusayr en el siglo IX (3).

Para los musulmanes, los nusayríes son mushriqún (de shirk: asociación —de otras divinidades a Dios—; se opone al monoteísmo), esto es: asociadores, politeístas, idólatras. El shirk es una falta muy grave en el Islam. Es el pecado de asociación, que incluye no solamente el politeísmo, sino también el dualismo, el animismo, etc., y, por lo mismo, cualquier forma filosófica de una divinidad encarnada. Por lo tanto, los nusayríes o alauitas, drusos, nizaríes e ismailíes son extraviados (dálim), y, en consecuencia, no se los considera dentro de la comunidad de creyentes de las religiones monoteístas y celestiales, como son considerados los judíos y los cristianos por el Islam y los musulmanes. Los judíos y los cristianos son los Ahlul-Kitab, la «Gente del Libro»; los ismailíes en general, y los nusayríes y nizaríes en particular, no aceptan ni el Corán ni la Biblia (aunque finjan hacerlo).

Según fuentes shiíes, Ibn Nusayr fue declarado dos veces fuera del Islam por las autoridades duodecimanas. (4) Los nusayríes o alauitas creen en la divinidad de Ali Ibn Abi Talib (600-661), primer imam de los musulmanes shiíes y cuarto califa de los musulmanes sunníes. Esto ha sido ampliamente demostrado a través de la traducción y el estudio de un tratado alauita del siglo XIII (5) por parte del arabista e islamólogo Meir M. Bar-Asher (Universidad Hebrea de Jerusalén) y el especialista de religiones comparadas Aryheh Kofsky (Universidad de Haifa). (6) En consecuencia, los nusayríes o alauitas no son musulmanes y además, por ser trinitarios, son politeístas.

Los alauitas tuvieron una importante interacción con otros grupos ismailíes (7) como los nizaríes o asesinos (8). Se ha comprobado que sus creencias finales fueron una combinación de doctrinas ismailíes y cristianas. (9)

Aunque el padre jesuita y arabista belga Henry Lammens (1862-1937) ha querido demostrar que los alauitas habían sido originalmente cristianos y que luego conformaron una secta disfrazada de ciertos principios shiíes, esto ha sido refutado oportunamente por el arabista y arqueólogo francés René Dussaud (1868-1958) quien se inclina a pensar que la trinidad de los alauitas es de origen sirio-fenicio. (10) Además Dussaud explica que la tríada está compuesta por una divinidad principal (Ali) y dos secundarias (Muhammad y Salmán). Y Dussaud añade como argumento de esta preeminencia que los alauitas pronuncian siempre la frase “Alí es lo más elevado”. (11)

Sin embargo, no se debe soslayar la fuerte simbología cristiana que aflora permanentemente en el credo alauita (concepción trinitaria, santoral, festividades, etc.). Pues, como dice Mahmud A. Faksh, «… gran parte del ritual establecido por los Alauitas ha sido tomado del Cristianismo. El uso del ceremonial del vino y la observancia de la Navidad son dos de las prácticas adoptadas.» (12)

Los alauitas —nos referimos a sus mashiaj (maestros) e iniciados, ya que los profanos poco o nada saben— creen firmemente que Ali es la misma divinidad del Antiguo y Nuevo Testamento y el Corán, y que la divinidad se ha manifestado en siete oportunidades, la última de las cuales es Ali. (13) Este elemento, el avatar, confirma el sincretismo alauita a través de una influencia del hinduismo que seguramente llegó de fuente persa. El teólogo shií Rashid al-Din Abu Abdallah Muhammad Ibn Ali Ibn Shahr Ashub (1095-1192), nacido en Alepo (Siria), condenó a los alauitas por ser nihilistas (ibahiyya) y por practicar todo tipo de aberraciones y actos prohibidos por el Islam. (14)

El dicho alauita sobre que «El que no disimula es un tonto» habla a las claras de que se trata de gente pérfida, voluble, de individuos que se han formado en una escuela de engaños y ficciones cuyas principales armas son la delación y la traición. Su estrategia principal es mimetizarse entre los musulmanes, especialmente shiíes, y sacar rédito del entorno.


Quinta columna de los cruzados 


Entre los siglos XI y XIV los alauitas de Siria apoyaron las sucesivas invasiones de los cruzados en Siria y se convirtieron en sus aliados devotos. (15)

Hacia 1132/1133, los alauitas les vendieron a los nizaríes importantes castillos y baluartes como Qadmús, al-Kahf. Jariba y Masyaf. Los nizaríes, igualmente, se convertirían en aliados de los cruzados, y como los alauitas, serían acérrimos enemigos del sultán Salahuddín al-Ayubb (1138-1193), el Saladino de los latinos, quien reconquistó Latakia (al-Ladiqiyah) y sus inmediaciones en 1188. Habría una cooperativa interacción entre alauitas, nizaríes y cruzados para proteger y consolidar sus posesiones en la Siria occidental. (16)

Alauitas y Nizaríes tuvieron una máxima que siempre aplicaron: «el enemigo de mi enemigo es mi amigo». (17) A ambos los derrotaría finalmente Baybars al-Bunduqdari (1223-1277), sultán mameluco (1260-1277). Entre 1270 y 1273 Baybars pasó a controlar todos los castillos y enclaves nizaríes en Siria. (18) Baybars obligó a los alauitas a construir mezquitas aunque fracasó rotundamente para que rezaran en ellas (19) ya que éstos no cumplen con las oraciones canónicas por la simple razón de que no son musulmanes.

El jurista y viajero tangerino Ibn Battuta (1304-1369/1377) dejó muy claras las cosas cuando habló de los nusayríes-alauitas luego de visitar Latakia en el siglo XIV: «La mayoría de los habitantes de estas regiones son de la secta an-Nusayriyya que creen que Ali b. Abu Talib es un dios. No rezan, ni se circuncidan, ni ayunan. El rey Zahir Baybars les obligó a erigir mezquitas en sus aldeas y así construyeron una en cada pueblo, pero alejadas de las casas y no entran en ellas ni las frecuentan. A veces incluso sus ganados y acémilas se refugian en ellas y si llega un forastero, se mete en la mezquita y llama a la oración, le dicen: “No rebuznes, que ya llega el forraje”. Esta secta está muy extendida.» (20)

El 8 de abril de 1271 Baybars conquistó el más preciado baluarte de los hospitalarios, el Krak des Chevaliers (Hisn al Akrad), cerca de Homs (Siria). Es algo conocido que las aldeas vecinas al castillo eran habitadas por alauitas quienes se encargaban de abastecer de provisiones al enclave de los cruzados. (21) Precisamente, los hospitalarios construyeron el castillo en ese paraje debido a que al estar habitado por alauitas les garantizaba una permanencia cómoda y segura.

Esta tradición quintacolumnista de los alauitas se proyectaría hasta el siglo XX. Cuando se produjo la ocupación francesa de Siria, Paul Deschamps (1885-1974), un historiador francés especialista en fortificaciones de los cruzados viajó a Siria y Líbano para realizar un relevamiento arqueológico de los castillos y fortalezas de los francos. Cuando en febrero de 1927 comenzó a realizar un relevamiento del Krak des Chevaliers, el Alto Comisionado francés, el general Maurice Gustave Gamelin (1872-1958), uno de los más crueles represores del pueblo sirio, puso a su disposición 60 soldados alauitas alistados en el ejército francés como su guardia personal. (22)

No sería tampoco ninguna casualidad que el último escondrijo de los cruzados en la región, la isla de al-Aruad (a 3 km frente a Tartús; que tiene 700 metros de largo y 400 de ancho y 15 metros sobre el nivel del mar), subsistiría gracias a la ayuda de los alauitas que les suministraron vituallas y pertrechos hasta el último momento. Finalmente, fue capturado por los mamelucos el 26 de septiembre de 1302. Allí, los 120 templarios sobrevivientes de la guarnición fueron enviaron prisioneros al Cairo. Pero los mamelucos no concedieron merced a sus colaboradores, entre ellos muchos alauitas y nizaríes que servían como arqueros y en otros servicios, y dieron muerte. (23)

El 20 de febrero de 1318 los alauitas conspiraron contra al-Malik al-Nasir Muhammad (1285-1341)), noveno sultán mameluco (1293-1341). Por entonces los lideró un personaje que se autoproclamó Mahdi. La revuelta fue finalizada en cinco días cuando el gobernador de Trípoli, Qirtay despachó hacia el lugar un destacamento de mil jinetes que acabaron con el falso Mahdi y sus acólitos en la ciudad costera de Jabala. (24)

Asimismo, los llamados alevíes, son la versión turca de la secta y desempeñaron un papel análogo en el este de Anatolia apoyando a los safavíes (y sus aliados europeos como los Habsburgos) contra los otomanos durante los siglos XVI y XVII.

Esa condescendencia de los alauitas con los poderes extranjeros hegemónicos sería una constante hasta nuestros días. En 1914, agentes secretos británicos y franceses se pusieron en contacto con la dirigencia alauita de la llamada Jabal al-Nusayriyah (Montaña de los Nusayríes), región que contiene ciudades como Latakia, Jabala, Baniyas y Tartús, y les prometieron un estado independiente a cambio de que se rebelasen contra la administración otomana. Más tarde, a partir de 1920, los franceses aplicaron el principio, siempre redituable, de “dividir para reinar”.

Fue así como Siria fue dividida en regiones autónomas. Y una de ellas fue el llamado “Estado de los Alauitas” (Etat des Alaouites), que fue una región autónoma de 300 mil habitantes a partir del 1 de julio de 1922 con capital en Latakia. La bandera de ese estado tenía un sol en el centro y una pequeña bandera francesa en su ángulo superior izquierdo. Por entonces los alauitas declararon no ser musulmanes e identificaron a los musulmanes sunníes como sus peores enemigos. (25)

Será con la llegada de los imperialistas franceses cuando los alauitas mostrarán su verdadero rostro, el de quintacolumnistas al servicio del poder hegemónico extranjero, mercenarios al mejor postor y traidores profesionales que no titubean en traicionar por treinta monedas a sus compatriotas.

Esta postura no fue solamente antimusulmana sino también antiárabe. «Los alauitas parecieron no tener obligación hacia la ideología panarabista o pansiria, pero se sintieron agradecidos con los franceses por haberlos elevado éstos económica y políticamente.» (26)

Es importante señalar que hasta el establecimiento del Mandato Francés en Siria en 1920, los alauitas se hacían llamar nusayríes. Pero a partir de la llegada de los franceses, se autodenominaron exclusivamente alauitas. (27)

Los jóvenes alauitas entusiastamente se alistaron en las Troupes spéciales du Levant (Tropas especiales de Levante), un contingente de cipayos dirigidos por oficiales franceses que comprendía además a otras minorías como armenios, druzos e ismailíes. El cuerpo hacia 1924 sumaba 7 mil hombres (una brigada) y hacia 1930 cerca de 14 mil (una división). (28) Con sus fuerzas y el concurso de estos mercenarios, los ocupantes europeos reprimieron sin piedad a la población siria musulmana mayoritaria que no quería someterse al yugo de París.

Dentro de este contexto colaboracionista de los alauitas, se debe mencionar especialmente a los hermanos Kinj de la tribu Haddadin, que apoyaron a los franceses desde su llegada en 1918. De humildes campesinos se convirtieron en exitosos empresarios por sus múltiples colaboraciones y servicios al ocupante extranjero. En 1931, Ibrahim al-Kinj, el jefe de la familia, fue galardonado con la Legión de Honor, la más alta condecoración que otorga Francia. Los Kinj comerciaban tabaco, hashish, armas y municiones. (29)

La enconada resistencia musulmana sunní contra los franceses forzó al gobierno socialista del primer ministro Léon Blum a reunificar Siria lo que acabó con el estado alauita el 5 de diciembre de 1936.

Cinco meses antes, el 15 de junio de 1936, seis notables alauitas habían firmado una petición dirigida a Léon Blum. La petición declaraba que los alauitas eran diferentes de los musulmanes sunníes y que los alauitas rechazaban ser anexados a la Siria musulmana porque la religión oficial del estado sirio era el Islam, y que de acuerdo al Islam los alauitas eran considerados infieles.

Entre los alauitas firmantes de esta petición se encontraba Ali Suleiman (1875-1963), un miembro del clan al-A’ila de la tribu Kalbiyya, de la pequeña localidad de Qardaha (cerca de Latakia). El padre de Ali Suleiman, Suleiman al-Wahhish (el Salvaje), era un aleví turco. (30) De manera que Ali Suleiman al-Wahhish no tuvo origen árabe ni musulmán.

Hacia 1927, por su actividad en pos del estado alauita, los lugareños de Qardaha lo apodaron al-Assad (El León). Y de esa forma su familia cambió el apellido de al-Wahhish por al-Assad. Cuatro décadas después, el cuarto hijo de su segunda esposa, Hafiz al-Assad (1930-2000), se hizo con el poder en Siria y desde el 22 de febrero de 1971 fue elegido presidente del país.

Los franceses antes de irse cercenaron una porción histórica del territorio sirio cediéndoselo a Turquía. Se trató de la provincia de Alejandreta (llamada Iskenderum por los turcos), la actual Hatay, que tiene como capital la histórica ciudad de Antioquia (Antáquia), el primer lugar donde se pronunció la palabra ‘cristiano’ y que registra una antigüedad de ocho mil años. Cuando finalmente se fueron en 1946, la superficie de Siria se había reducido a 185.180 kilómetros cuadrados de los 300 mil que tenía en la época otomana.

Los alauitas, una minoría que nunca superó el 11% de la población (31), se rebelarán sucesivamente contra la mayoría sunní en 1939 y 1946. Entre 1946 y 1952, los alauitas se resistieron a integrarse a Siria pero el intento resultó infructuoso. Entonces decidieron infiltrarse en el partido Baas, fundado secretamente hacia 1940 por Michel Aflaq (1910-1989), Salahuddin Bitar (1912-1980) y Akram al-Haurani (1912-1996), que resultó ser una ideología híbrida que combinaba conceptos socialistas y nacionalistas.


(Continúa en el próximo número)

NOTAS 

(1) Sulayman Effendi al-Adhani, Kitab al-Bakura al.Sulaymaniyya fi Kashf Asrar al-Diyana al-Nusayriyya. Summary and Arabic extracts in Edward E. Salisbury, “The Book of Sulayman’s First ripe Fruit: Disclosing the Mysteries of the Nusayrian Religion”, Journal of the American Oriental Society, Vol. 8, (1866), p. 298.

(2) Expresión puesta de moda por el general franquista Emilio Mola (1887-1937) durante la guerra civil española.

(3) Aunque fingen serlo, los alauitas no son musulmanes. Constituyen una secta sincrética con concepciones mestizadas del Islam, Cristianismo y religiones de la India. El fundador de la secta fue el iraquí Abu Shu'ayb Muhammad Ibn Nusayr al-Abdi al-Baqri al-Numayri (floreció entre 868-873). Por esa razón en un primer momento fueron llamados nusayríes y/o numayríes. Ibn Nusayr era partidario de la metempsicosis (transmigración de las almas, reencarnación), que en árabe recibe el nombre de tanàsuj, una concepción absolutamente contraria a la fe islámica. Por esa razón, los musulmanes sunníes y shiíes consideran a los alauitas desviados (dhalim) y a su doctrina asociadora y politeísta (shirk). La enorme diferencia entre shiíes y alauitas es que los primeros son “partidarios” de Alí Ibn Abi Talib (600-661), primo y yerno del profeta del Islam Muhammad (570-632), y los segundos son “adoradores” de Ali, al que consideran su principal divinidad. «Ali es para los nusayríes la encarnación de la divinidad. Admiten una triada divina, formada por el Manà, sentido, esencia divina, y dos hipóstasis llamadas Ism, nombre, y Bab, puerta… Ali es el ‘Manà’, Mahoma el ‘Ism’, y Salman [el Persa] el ‘Bab’. Esa triada es inseparable, pero hay en ella diferencias de superioridad, porque Ali ha creado a Mahoma, y Mahoma a Salman. Los nusayríes admiten la metempsicosis, y dicen que la vida láctea está llena con las almas de los fieles convertidos en estrellas. No conceden que las mujeres tengan alma. La comunidad se divide en iniciados y profanos, con exclusión de las mujeres. Su calendario religioso contiene festividades sunníes, shiíes y cristianas. Entre éstas, Navidad, Bautismo de Jesús, Domingo de Ramos, Pascua, Pentecostés y días de algunos santos, como el Crisóstomo, Santa Bárbara y Santa Catalina.» (Félix M. Pareja, Islamología, Tomo II, Editorial Razón y Fe, Madrid, 1952.1954, pp. 745-746. Los alauitas no poseen mezquitas ni muecines, por supuesto. Simulan ser musulmanes por estrategia y conveniencia. Por esa razón fingen rezar las oraciones canónicas musulmanas, o ayunar durante el mes de Ramadán delante de terceros para certificar su supuesta adhesión a la grey islámica. Tienen su propio libro sacro llamado Kitab al-Magmu’a (Libro de la Totalidad) que contiene 16 capítulos y consideran superior al Corán. La principal conducta alauita se basa en el disimulo (taqiyya), por esa razón son muy pocos creíbles en todo lo que afirman o aparentan. La taqiyya es una estrategia mediante la cual a una persona se le permite negar sus verdaderas creencias e incluso profesar la religión o doctrina de sus enemigos. Los maestros e iniciados son los únicos que conocen en su totalidad la doctrina alauita y juran no revelarla bajo pena de muerte según lo estipula su manual Kitab Ta’lim al-Diyana al-Nusayriyya.

(4) Yaron Friedman, The Nusayri-Alawis: An Introduction to the Religion, History, and Identity of the Leading Minority in Syria, p. 8.

(5) El tratado en forma de debate (munazara) está preservado como una parte del manuscrito colectivo (Madjmu’a) de escritos nusayríes, codex nº 1450 en la Biblioteca Nacional de París. El Madjmu’a contiene 179 folios e incluye un número de tratados nusayríes, catalogados sucintamente por Georges Vajda e Yvette Sauvan como Catalogue des manuscrits arabes, deuxième partie, manuscrits musulmans, tome III (Nº 1121-1464), Bibliothèque Nationale, Paris, 1985, pp. 311-314.

(6) Meir M. Bar-Asher and Aryheh Kofsky, “The Nusayri Doctrine of Ali's Divinity and the Nusayri Trinity according to an Unpublished Treatise from the 7th/13th Century”, Der Islam 72/2 (1995), pp. 258-292.

(7) El ismailismo es un movimiento heterodoxo cuyos adeptos tuvieron su mayor influencia política en el mundo islámico entre los siglos X y XII. A los ismaelíes o ismailíes se les conoce también como septimanos, porque aceptaron una línea de sólo siete imames —en vez de doce como los shiíes o de cinco como los zaydíes—, aunque sus descendientes espirituales creen en la actualidad que hubo más. Son considerados desviados (dálim) y asociadores (mushriqún) por sunníes y shiíes. Los primeros ismailíes surgieron de las disputas que se produjeron en el año 765 d.C. a raíz de la sucesión del sexto imam shií Ÿafar as-Sadiq (702-765). Los ismailíes reconocieron el nombramiento realizado por Ismael Ibn Ÿafar (m. 760), su hijo mayor, como su sucesor y el que debía ser por lo tanto séptimo imam, incluso aunque Ismael muriera antes que su padre, algo que que no evidencia mayor lógica ni sustentación jurídica ni tradicional. Los shiíes, que llegaron a reconocer al hijo menor de Ÿafar as-Sadiq, Musa al-Kazim (746-799), como su heredero forzoso, son los precursores de los imamíes (o duodecimanos). La mayoría de los ismailíes se negaron a aceptar la muerte de Ismael, afirmando que se había hecho invisible (ghaiba) pero que regresaría al final de los tiempos como el Mahdi mientras que otros pensaban que el propio Ismael había designado (antes de su prematura muerte) a su hijo Muhammad como su sucesor.

(8) Secta escindida del ismailismo. Partidarios de Nizar (1045-1097), uno de los hijos de al-Mustansir (1029-1094), octavo califa fatimí (1038-1094), se convirtieron en disidentes y enemigos de los fatimíes, ayyubíes y mamelucos. Nizar había sido desplazado por su hermano Aḥmad al-Musta‘li (m. 1101), noveno califa fatimí (1094-1101), y a su vez sus partidarios crearon la secta al-Musta‘liyyah. Los nizaríes fueron organizados por el persa Hassan Bin Sabbah (1034 -1124), llamado "El Viejo de la Montaña", y tuvieron cierto desarrollo en Egipto, Siria e Irán entre los siglos XI y XIII. De su seno surgió un movimiento conocido en Occidente como los «Asesinos» (en árabe hashashíyyín “drogados de hashísh”) que tomaría dos fortalezas convirtiéndolas en sus bases operacionales, una en Alamut, en las montañas del norte de Irán, en 1090, y otra en Masyaf, cerca de Hama, Siria, en el siglo XII. Su objetivo era eliminar a las principales personalidades religiosas, militares y políticas musulmanas —fueran estas sunníes o shiíes—, o conseguir dinero de ellas a cambio de «protección». Esta verdadera maffia fue combatida tenazmente por el sultán Saladino y sus sucesores. Alamut fue conquistada por los mongoles de Hulagú en 1256 quienes, paradójicamente, liberaron al científico Nasiruddín at-Tusí (1201-1274) de la escuela shií que se hallaba prisionero en las mazmorras de esos criminales. Los nizaríes, al igual que antes los qármatas (qarmati) en el siglo IX, impregnados de fuertes influencias cristianas orientales, hinduistas y de otros credos, incluso el zoroastrismo, el maniqueísmo, etc., se orientaron hacia el interconfesionalismo y sus informales prácticas religiosas les llevaron a desdeñar las que profesaban los musulmanes ortodoxos sunníes y shiíes. Nizaríes qármatas, fatimíes, drusos y batiníes consumían bebidas alcohólicas periódicamente, así como todo tipo de embriagantes —entre ellos drogas y alucinógenos—, alimentos prohibidos por el Corán, practicaban la promiscuidad sexual, y la Sunna del Profeta era para ellos una tradición desconocida.

(9) Sato Tsugitaka, State and Rural Society in Medieval Islam: Sultans, Muqta’s, and Fallahun, p. 162.

(10) Cfr. René Dussaud, Histoire et religión des Nosairîs.

(11) Cfr. Matti Moosa, Extremist Shiites: The Ghulat Sects, p. 405.

(12) Mahmud A. Faksh, “The Alawi Community of Syria: A New Dominant Political Force”, Middle Eastern Studies 20, nº 2, (April 1984), p. 136.

(13) Matti Moosa, Extremist Shiites: The Ghulat Sects, p. 405.

(14) Ibn Shahr Ashub, Manaqib Ali Ibn Abi Talib, 1:228.

(15) James Minahan, Encyclopedia of the Stateless Nations: Ethnic and National Groups Around the World, Volume 1, A-C, p. 81.

(16) William W. Harris, The Levant: A Fractured Mosaic, p. 78.

(17) W. B. Bartlett, Los asesinos: Leyenda y realidad histórica de la secta secreta del Islam medieval, p. 240.

(18) W. B. Bartlett, Los asesinos: Leyenda y realidad histórica de la secta secreta del Islam medieval, p. 244.

(19) Kenneth M. Setton, Norman P. Zacour and Harry W. Hazard (Editors), A History of the Crusades. Vol V: The Impact of the Crusades on the Near East, p. 55.

(20) Ibn Battuta, A través del Islam, p. 189.

(21) Scott C. Davis, The Road from Damascus: A Journey through Syria, p. 129.

(22) Citado por Hugh Kennedy, Crusader Castles, pp. 5-6.

(23) Véase Malcolm Barber, The New Knighthood: A History of the Order of the Temple, Chapter 8: “The end of the Order”, pp. 286, 293-4; Alain Demurger, El último templario: Jacques de Molay; capítulo 6: “La Isla de Ruad”.

(24) Sato Tsugitaka, State and Rural Society in Medieval Islam: Sultans, Muqta’s, and Fallahun. pp. 162-163.

(25) Matti Moosa, Extremist Shiites: The Ghulat Sect, p. 417.

(26) Eyal Zisser, “The Alawis, Lords of Syria: From Ethnic Minority to Ruling Sect”, in Ofra Bengio and Gabriel Ben-Dor (editors), Minorities and the State in the Arab World, p. 131.

(27) Eyal Zisser “The Alawis, Lords of Syria: From Ethnic Minority to Ruling Sect”, p. 143.; Patrick Seale, Asad: The Struggle for the Middle East, p. 9.

(28) Patrick Seale, Asad: The Struggle for the Middle East, p. 18.

(29) Patrick Seale, Asad: The Struggle for the Middle East, p. 19.

(30) Kathy A. Zahler, The Assads' Syria Dictatorships, p. 25.

(31) Hacia 1970, los alauitas sumaban 690 mil en Siria, 185 mil en Turquía, y 9 mil en el Líbano. Se concentraban principalmente en la región de Latakia (75%). Véase Peter Gubser, “Minorities in Power”, in Ronald D. McLaurin, (ed.), Political Role of Minority Groups in the Middle East, p. 18.



* Tariq Al-Nablusi es politólogo e historiador iraquí de origen palestino que reside actualmente en Norteamérica. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario