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sábado, 26 de enero de 2013

Di Costanzo y Rosario Robles la traicion como éxito social izquierdista

Si AMLO aceptara, lo que Di Costanzo sería para @EPN y @LVidegaray y… para México

Federico Arreola @FedericoArreola mar 8 de enero de 2013
Desayuné hoy martes con un político al que admiro y aprecio desde hace muchos años, Alfonso Durazo, conocido por haber sido secretario particular de Luis Donaldo Colosio y Vicente Fox y por ser, en la actualidad, uno de los diputados federales más leales a Andrés Manuel López Obrador.
Después de saludarnos, pedir café y bromear con las cursilerías del año nuevo, Alfonso me preguntó que si yo tenía algún celular de Mario di Costanzo. Sí, por ahí en mi celular hace tiempo había guardado el número del teléfono móvil del ex colaborador de López Obrador que se ha integrado al equipo de Peña Nieto como titular de la Condusef, dependencia a la que llegó invitado por el secretario de Hacienda, Luis Videgaray.
Durazo no es de lo que creen en las historias de traiciones a la causa que tanto les gusta contar a algunos radicales de izquierda. Así que no veía nada malo en el hecho de que Di Costanzo hubiera decidido trabajar en el gobierno federal, “con la condición de que se lleve sus convicciones de izquierda”.
Llamó Durazo a Di Costanzo, se saludaron y después yo mismo saludé al polémico político que había sufrido, un día antes, una verdadera campaña de linchamiento en las redes sociales.
“Me da gusto, Poncho, que no te sumes al grupo de los que acusan de traidor a Di Costanzo”, le dije a Durazo.
El ex secretario particular de Colosio me respondió: “Claro que no lo considero traidor. Eso es infantil. Si le va bien en la Condusef sin que cambie sus ideas de izquierda, Mario beneficiará mucho a Videgaray y a Peña Nieto y, sobre todo, beneficiará a México. Creo en los equipos de rivales. ¿Recuerdas el libro aquel sobre Lincoln?”.
Alfonso se refería a la obra de Doris Kearns Goodwin “Equipo de rivales”, en la que se cuenta que Abraham Lincoln se atrevió a llamar a su gobierno a sus más grandes rivales electorales, lo que hizo posible convertir a Estados Unidos en la gran nación que todos conocemos.
Me dijo Durazo: “Bueno sería que Peña Nieto invitara a más gente de izquierda. Y que los priistas dejarán de pensar en tienen que rebasar a la izquierda copiando sus programas, como están intentando hacerlo. No se trata de sobrepasar a la izquierda, sino de que el PRI asimile lo mejor que hay en la izquierda y enriquezca sus programas y formas de pensar”.
El izquierdista en el equipo de Peña Nieto es Mario di Costanzo. No es un privilegio que le corresponda a la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles. De ninguna manera. Rosario, por muchas razones, desde hace años se alejó de la ideología en la que se formó. Inclusive, antes de llegar al gobierno federal con Peña Nieto, estuvo cerca de lo más siniestro del PRI, que es Carlos Salinas de Gortari.
Di Costanzo, que si bien empezó su carrera en cargos menores en el gobierno, durante los últimos años estuvo muy cerca de Andrés Manuel. De hecho, las principales denuncias que el líder de MORENA ha hecho contra los grandes empresarios que no pagan impuestos se basaron en investigaciones de Di Costanzo.
Si Videgaray y Peña Nieto toleran, aguantan, resisten que Di Costanzo se siga expresando duramente, como lo ha hecho durante años, de los mayores capitalistas mexicanos, mucho va a ganar el gobierno priista, mucho van a ganar el presidente y su secretario de Hacienda, mucho va a crecer Di Costanzo y mucho se va a fortalecer la democracia mexicana.
Confío, pues, en que Di Costanzo solo haya renunciado al equipo de López Obrador al integrarse al de Peña Nieto, es decir, que no haya renunciado a su ideología, sino que se la haya llevado consigo, porque eso es lo mejor que tiene.
Ahora bien, y en esto ya no estuvo del todo de acuerdo Durazo, el principal problema para que más personas valiosas de izquierda trabajen en el gobierno de Peña Nieto no es la falta de invitación, sino el miedo a que se les considere traidores.
Esto es, suponiendo que Peña Nieto y Videgaray invitaran a otro economista talentoso del grupo de AMLO como Rogelio Ramírez de la O, y suponiendo que Rogelio aceptara cualquier cargo en el gobierno federal, los seguidores de Andrés Manuel lo lincharían como lo hicieron con Di Costanzo. No hay la menor duda.
Lo mismo pasaría, en automático se le acusaría de traición, con cualquier persona de izquierda que aceptara llevar su ideología al gobierno de Peña Nieto para transformar o fortalecer instituciones o programas públicos.
¿Qué se diría de Ricardo Monreal si aceptara ser, por decir algo, secretario de Agricultura con Peña Nieto? Que es un traidor, naturalmente.
Traidora sería la propia, maravillosa, intachable Elena Poniatowska si aceptara participar en el Conaculta.
Parte de la imposibilidad de integrar gabinetes con los mejores mexicanos está en los gobernantes que prefieren invitar a sus amigos y aliados y no a las personas con mayores méritos. Pero otra parte de la culpa de que resulte imposible reunir en el mismo gobierno a los mexicanos más destacados está en la oposición, que sigue confundiendo la pureza ideológica con la necedad, que sigue considerando que la dignidad solo se encuentra en el rechazo a todo lo que venga del poder.
Hay que decir la verdad siempre. El que más se opone a que la gente de izquierda colabore con el PRI es Andrés Manuel, un líder absolutamente admirable sin duda, pero que en ciertos temas no hace el diagnóstico correcto.
Barack Obama, ahora mismo, está fortaleciendo su gobierno con rivales al haber invitado a un republicano y a un independiente, Chuck Hagel para el Pentágono y John Brennan para la CIA.
En fin, qué bueno que los rivales que Lincoln llevó a su equipo no tuvieron que sufrir canallas campañas de linchamiento como la que vimos contra Di Costanzo.

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