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lunes, 28 de enero de 2013

¿Tenemos que creer en los milagros de que nos habla el Corán?

¿Tenemos que creer en los milagros de que nos habla el Corán?


06/09/2000 - Autor: Ali González

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Los profetas anteriores a Muhammad no tenían -frente a la tosquedad de los hombres con los que convivían- otro argumento que la referencia continua a la mu`aÿisa, al asombro por lo que sucedía a su paso. Cumplió por lo mismo la mu`aÿisa una función social. Las historias que aparecen en el Corán, recogidas de tradiciones anteriores de los pueblos semitas, estamos hablando de los profetas anteriores al Islam que el Corán admite, esas historias lo único que tienen es que son autorizadas por el Corán. ¿Qué significa esta ‘autorización’? Que son reinterpretadas por el Corán y desde ese momento sirven a los musulmanes. ¿Se trata por tanto de creer o no creer en ellas, de si son lógicas o no? Si las juzgamos de ese modo ya las estamos tratando como ‘milagros’ y no estamos cumpliendo con la función que tienen que realizar en nosotros, estamos convirtiéndolo en una cuestión absurda: integrar ese caos dentro de nuestro cosmos; es decir, o te lanzas al caos que intuyes como corazón del universo, o te ahorras exponerte al abismo a que te asoma tu condición aceptada de musulmán, refugiándote en las seguridades naturales que tienen todas las criaturas. Intentar integrar lo ilógico dentro de lo lógico es absurdo. La mu`aÿisa es una puerta hacia lo insondable, lo infinito, lo caótico; no quieras hacerlo partícipe de tus estructuras mentales, y que se esté allí donde tú lo coloques. Las historias impregnadas de mu`aÿisa de las que habla el Corán, desde el momento en que son interpretadas desde el sentido de Unicidad más absoluta, tienen esa validez de servir de modelo; no tienen consistencia como relatos con un presunto trasfondo histórico, como se pretende que sea un milagro, sin son argumento de fe para el proselitismo. Esto sería un contrasentido, ya que no se nos puede exigir fe para creer en unos milagros que a su vez se usarán luego como argumentos de la verdad de la fe que los defiende.



Cuando en el Islam se nos dicen que aceptemos las historias estrambóticas que heredamos de las tradiciones anteriores, debemos considerar que no se nos está invitando a la fe sino a reflexionar acerca de la función que cumplen dentro de un sistema social como es el Islam: qué significación tiene la mu`aÿisa en el Islam, a diferencias del ‘milagro’ en el Cristianismo, qué dimensión tiene, que sugerencias tiene y qué connotaciones tiene, son las cuestiones que nos interesan. Las historias legendarias del Corán están llenas precisamente de elementos que supusieron para aquellos pueblos momentos de gran quiebra, de asomo al caos... Cuando un mar se abre ante Moisés, eso no es lógico, o cuando una camella sale de una piedra -como ocurrió a Saleh-... Con eso, las enseñazas de los profetas quiebran nuestro cosmos para permitirnos asomarnos a "otra cosa". El Universo sólido que nos rodea es el que nos impide trascender; en él somos musulmanes superficialmente (en tanto que sometidos fácticamente a lo real): creemos en la apariencia de Allâh, que es rahma, pero no nos permite sumergirnos en el corazón de las cosas, aquello que no podemos describir con otra palabra que no sea "caos" por nuestra natural incomprensibilidad de aquello que reúne todos los opuestos...



El Corán acepta los de las tradiciones anteriores. Los orientalistas muchas veces han criticado del Islam que carece de originalidad. El Corán se limita prácticamente a repetir tradiciones cristianas y judías, alguna cosa de los árabes paganos (siempre poca cosa de la yahilía) y ya está. Y fundamentalmente lo que hace el Corán no es repetirlos sino reinterpretarlos desde la concepción del tawhid. "Reinterpretar" quiere decir una cosa sencilla: que el Corán en principio no propone a los musulmanes que se cuestionen nada de las anteriores tradiciones sino se queden con ellas íntegramente. Con la lucidez del que es capaz de encontrar algo entendible dentro de todo.



Es decir, el Corán cuando habla de las tradiciones de los demás pueblos no se las cuestiona, ni tendría por qué hacerlo. Solamente cuando se alejen del sentido unitario que es lo esencial del Corán las corrige, como podemos ver en la historia de Jesús. La acepta en casi su totalidad; no deja de aceptar nada por extraordinario que parezca; ya veremos qué limitaciones pone el Corán a las historias precedentes. Que naciera de una virgen es un milagro, y por tanto posible porque nada limita a Allâh. Si las tradiciones anteriores a Muhammad (s.w.s) nos quieren asomar al universo de lo extraordinariamente contradictorio para la mente humana, de lo que produce perplejidad al hombre, del sentimiento del caos en el que se disuelven las categorías individuales, al universo de la libertad absoluta, con la imagen de una virgen que da a luz a un profeta ¿por qué habría de incomodar a alguien que se ha postrado ante el Uno Único? ¿Por qué habría que negarle eso a un cristiano? Tenemos que tener en cuenta que el Corán no sólo refiere los relatos de los cristianos y de los judíos, sino que los utiliza en su discurso con unos y otros; es decir, "yo como musulmán estoy de acuerdo contigo en que es posible lo maravilloso porque es lo esencial, es lo que me remite verdaderamente al Universo de Allâh.Sin embargo, los desarrollos que has hecho con eso hasta llegar al tema de la Salvación, la Redención, la Resurrección, ahí ya no puedo transigir". Pero lo esencial de los milagros anteriores al Islam que el Islam acepta como mu`aÿisa, que es el reconocimiento de la maravilla actuante, es un punto de acuerdo. El mundo de los musulmanes es un mundo de lo maravilloso, más que nada porque su esencia es la Unidad, de modo que por fuerza debe integrar lo maravilloso algo cuya esencia contradice la experiencia perceptible (que es de lo múltiple); sin integrarlo en lo lógico. Lo lógico es un universo de rahma siempre que no hagas shirk de tu lógica y elimines la maravilla en el mundo que es la pura voluntad impredecible -ilógica para el hombre- de Allah; eso es una cosa que tiene clara el musulmán.



Vivir en el orden sin vender tu alma al orden, vivir en el caos esencial al mundo sin perder la razón, quien es capaz de vivir esos dos aspectos constantes dentro de cada acontecimiento de la existencia, saboreará aquello que Allah le regala como rahma para fomentar su vida y aquello que es un misterio -un secreto- para abrirse ante él las posibilidades del Espíritu. A eso es a lo que el Islam invita. Por tanto, cuestionarse desde la lógica esos relatos, querer integrarlos en la lógica es cometer un absurdo. Lo cual jamás es pedido por el Islam al musulmán. Para el Islam lo absurdo no es el milagro en sí, sino la pretensión de comprensión racional del milagro. Lo mismo ocurre cuando se cuenta un cuento; se hace para que alguien lo disfrute, para que "lo use", no para que "se lo crea". Si la cosa es disfrutar de la imagen propuesta, que sirva espiritualmente, hay que tomarlas en ese sentido. Occidente ha hecho de todo esto otra historia: lo ha ofrecido a la credibilidad, lo ha tratado de explicar, mezclando en su teología lo perfectamente racional, lo comprensible por aproximación y lo absolutamente misterioso. Si lo hacemos así, caeremos en lo que han caído los católicos, en los "problemas de fe", algo desconocido en el Islam, porque han tratado de integrar lo que no podía ser comprendido en aquello que debes comprender para existir.



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