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martes, 26 de marzo de 2013

¿Influyen el Sol y la Luna sobre el ser humano?  Autor: Angel Alberto González Coroas Licenciado en Física y Astronomía Meteorólo

por Raul Inski (Notas) el lunes, 18 de junio de 2012 a la(s) 20:53
¿Influyen el Sol y la Luna sobre el ser humano? 
Autor: Angel Alberto González Coroas
Licenciado en Física y Astronomía
Meteorólogo del Radar en el Instituto de Meteorología,
Camagüey, CUBA
1) La influencia del Sol sobre el ser humano
            El Sol, además, influye sobre la Tierra con su “actividad”. El término “actividad solar” incluye la aparición de manchas en el Sol, así como protuberancias y otros fenómenos. Los cataclismos solares trastornan el campo electromagnético de la Tierra y sirven de causa a las tormentas magnéticas. Los centros de actividad pueden existir en el Sol durante muchos meses y al rotar el Sol cada 27 días pasan por el meridiano central del hemisferio que mira a la Tierra. Esos días forman precisamente el ciclo de 27 días de actividad solar.
            Las explosiones de actividad solar han sido estudiadas con más detalle. El período de mortalidad de 27 días fue advertido por los hermanos Dulle aún en el año 1934. En el año 1978 ellos demostraron que la curva de mortalidad en las más grandes ciudades de Europa varía de forma sincrónica y coincide con la mayor actividad solar. En Budapest, los intentos de suicidio registrado por el servicio de emergencia en el año 1964 correspondieron con los cambios en el estado eléctrico del aire dentro del ritmo de 27 días de oscilación de la actividad solar. En Hungría las tormentas geomagnéticas entre los años 1963 – 1964 condujeron a un aumento de 101% de los accidentes de carretera. En las minas de carbón de Ruhr la mayor cantidad de accidentes ocurría en los días de elevada actividad solar.
            ¿De qué forma pueden variar en el estado de los seres vivos las oscilaciones del campo magnético, las radiaciones cósmicas y los cambios de la actividad solar? El profesor Piccardi del Instituto Fisicoquímico de la Universidad de Florencia llevó a cabo excelentes investigaciones. Este científico mostró que la actividad solar influye sobre el estado fisicoquímico de las soluciones coloidales inorgánicas de forma sincrónica en distintos puntos del globo terráqueo. Al aumentar la actividad solar se acelera la precipitación de las soluciones coloidales de sales de bismuto.
            Los líquidos biológicos en el organismo del Hombre son esas mismas soluciones coloidales, pero más complejas. Sobre el hecho de cuán sensiblemente reacciona la sangre a los cambios en la actividad solar lo demuestra la reacción de precipitaciones de las proteínas de la sangre descubierta por el profesor Maki Takata, de la Universidad de Tokio, y que este científico denominó “reacción F”. El aumento de la actividad solar provoca una intensificación de la reacción F. Pero si la sangre, el plasma y la linfa son sensibles a los fenómenos heliofísicos, entonces es sensible a ellos también el organismo en conjunto.
            El médico soviético N.A. Schultz estudió en la ex Unión Soviética, Italia, Bélgica e Inglaterra, como también en otros países, 30000 análisis de sangre realizados en el transcurso de varios decenios. Schultz relacionó la variación del número de leucocitos en la sangre con el cambio de la actividad solar. El final del siglo XIX y el comienzo del XX coincidieron con el mínimo de actividad solar, la cual se incrementó gradualmente y en los años 1957 a 1958 se hizo máxima y después volvió a disminuir. A finales del siglo XIX, según sus cálculos la cantidad de leucocitos fue de 10 a 14000 &1ml de sangre de personas sanas. A principios del siglo XX comenzó a considerarse, como la norma para las personas adultas, la cantidad de 8 a 12000 leucocitos; 20 años más tarde ésta disminuyó de 6 a 8000, y a finales de la década de los años 50 en las personas sanas era tan sólo de 3 a 4000. Hasta la apendicitis transcurría en aquella época sin leucocitos (es decir, aumento de la cantidad de leucocitos en la sangre) manifiesta. Algunos medicamentos como son el ácido acetilsalicílico, la amidopirina y el butadión pueden provocar una reacción leucopénica en los enfermos, es decir, disminución de los leucocitos en la sangre. La reacción en los niños de los años 50 a estos medicamentos estuvo expresada en mayor medida que actualmente. De este modo, en los años 60 casi no hubo necesidad de suprimirlos a causa del desarrollo de la leucopenia.
            La prioridad en la investigación de la influencia de la actividad solar sobre los procesos terrestres (heliobiología) le pertenece al destacado científico ruso A.L. Chizhevski (1897 – 1964). Sus trabajos, escritos en las décadas de los años 20 y 30, resultaron tan novedosos e inesperados que sus contemporáneos, lamentablemente, no supieron evaluarlos en su justa medida.
            Chizhevski mostró que el desarrollo de todo lo vivo en la Tierra transcurre bajo la influencia directa de los factores del Cosmos, cuya acción se percibe en todos los niveles de organización de los sistemas vivos: desde los organismos por separado hasta las poblaciones y comunidades. En los años 1915 a 1924 estableció la existencia de un vínculo entre la actividad cíclica del Sol y toda una serie de fenómenos en la biosfera: epifitias (propagación masiva de las enfermedades de los árboles), epizootias (lo mismo en los animales) epidemias y pandemias.
            Se conocen oscilaciones de 27 días de la actividad solar relacionadas con su período sinódico de rotación, los centros de actividad pueden existir en el Sol en el transcurso de varios meses y al girar este astro dichos centros pasan cada 27 días por el meridiano central del hemisferio vuelto hacia la Tierra. Se conocen también ciclos de 5 a 6 años, de 11 y 22, así como seculares de actividad solar.
            Durante largo tiempo los científicos no reconocían la posibilidad de la influencia de los cambios de la actividad solar sobre los habitantes del planeta porque la importancia energética de esas oscilaciones es extremadamente pequeña. Por medio de las múltiples investigaciones llevadas a cabo durante los últimos años se están estudiando con mucho detalle los mecanismos de las influencias heliofísicas y cósmicas sobre los seres vivos. Un enfoque nuevo en principio, formulado por el científico ruso A.S. Pressman, consiste en que, junto con las influencias energéticas, tienen una influencia esencial en los sistemas biológicos las informativas. Es posible que sea una señal, que portan la información para el sistema vivo, las oscilaciones del campo electromagnético de la Tierra (provocadas, en particular, por los cambios de la actividad solar). En el organismo hay sistemas internos de regulaciones electromagnéticas que permiten asimilar esa información y responder de forma adecuada al cambio en el medio exterior. Esto tiene una estrecha relación con la existencia de oscilaciones y más exactamente con el carácter oscilatorio de los procesos de la actividad vital de los organismos. Existe un sistema jerárquico de oscilaciones a diferentes niveles del organismo. Dicho sistema puede representarse del modo siguiente: las macromoléculas de proteína, ácidos nucleicos – llevan a cabo las oscilaciones relacionadas con el cambio de su forma y su volumen efectivo de manera sincrónica, lo cual origina la formación de conjuntos oscilantes de macromoléculas, y por tanto determinadas oscilaciones en los órganos, sistemas y en el organismo completo. Esto permite comprender como se refleja en todo lo vivo sobre la Tierra el “pulso” del Sol.
            Muchos científicos ex soviéticos han establecido la influencia de los factores de tiempo – meteorológicos (presión atmosférica, clase de tiempo, su grado de variabilidad, cambio de la situación termobárica) y de los factores heliofísicos (actividad solar, tormentas magnéticas) sobre el desarrollo de catástrofes vasculares con desenlace mortal. En Sverdlovsk, por ejemplo, en el período entre los años 1960 y 1966 la mortalidad por infarto del miocardio y la mortalidad por su causa fueron superiores en los días de actividad magnética en comparación con los días de calma magnética. Aquí es más que oportuno recordar el hecho de que los médicos de las administraciones provinciales (en tiempos del zar), basándose en la enorme experiencia de la práctica médica y la observación de los enfermos, llegaron a la comprensión de un fenómeno que recibió el nombre de “ley de casos pares”. Cuando llegaba al hospital un enfermo grave esperaban a otro de igual gravedad. En realidad, esa profecía casi siempre era cumplida. Desde las alturas de nuestra época nada hay de asombroso o sobrenatural en esto. Probablemente la influencia de los factores heliofísicos provocaba, sin duda alguna, la agudización de las enfermedades graves, las afecciones cardiovasculares “inesperadas”, etc.
            Los científicos de Tomsk hicieron observaciones de los accidentes automovilísticos. Se analizaron los casos de accidentes de tránsito durante siete años (1958 a 1964). Resultó que el primer día siguiente a una explosión en el Sol la cantidad de accidentes aumentó en casi cuatro veces en comparación con los días “tranquilos”. Todos estos datos confirman las conclusiones a las que arribó A.L. Chizhevski. Este científico escribió: “Sin embargo, sería totalmente incorrecto suponer que las enfermedades o los casos de muerte son provocados por fenómenos cósmicos y atmosférico – telúricos. Naturalmente, eso no puede admitirse. Pueden hablarse de ese impulso por parte de los factores externos mencionados, que, al dar en un organismo ya preparado lo llevan a la muerte”.
            Una de las tareas fundamentales de la ciencia consiste en el pronóstico. El conocimiento de las interrelaciones en el sistema “Sol – biosfera” permitirá realizar las predicciones más diversas. Un servicio informativo sobre situaciones cósmicas y geomagnéticas desfavorables permitirá elevar la eficiencia de la prevención de las enfermedades. Eso ya ha sido organizado en Sochi, donde el servicio médico del Sol advierte oportunamente a todos los sanatorios de esa localidad acerca de las tormentas en el Sol.
            De este modo, los ritmos de los seres vivos están muy estrechamente relacionados con los del campo magnético de la Tierra, con los de la actividad solar y los fenómenos cósmicos. Los sistemas vivos perciben los rayos cósmicos, la presión barométrica, la ionización, los campos magnéticos. La existencia de oscilaciones congénitas, que poseen amplitud, diferentes períodos y otras cualidades, les permite a todos los seres vivos, y al Hombre, responder de la forma correspondiente a los cambios periódicos del medio exterior.
2) La influencia de la Luna.
            A diferencia del semanal, el ciclo mensual existe objetivamente en la naturaleza que nos rodea. Es el llamado mes sidéreo – 27 ½ días – o período de rotación de la Luna alrededor de la Tierra con respecto a los astros “inmóviles” y mes sinódico – 29 ½ días – o tiempo que transcurre desde una Luna nueva hasta otra. Está próximo a estos valores también el período de rotación del Sol sobre su propio eje (27 días). Tanto la Luna como el Sol ejercen una gran influencia gravitacional sobre la Tierra, lo cual refleja los flujos y reflujos y las oscilaciones de la parte sólida de la corteza terrestre. Los especialistas han calculado que en 70% el valor de los flujos está determinado por la Luna y el 30% por el Sol. La existencia de estas oscilaciones se tienen en cuenta al construir grandes instalaciones, por ejemplo diques, puentes, etc.
            De este modo, los ritmos mensuales existen. Pero, ¿hasta qué punto están relacionados dichos ritmos con las influencias de la Luna y el Sol?
            Desde el nacimiento de la civilización el fenómeno menstrual fue rodeado de todas las supersticiones y leyendas posibles. Parecía dramática no solamente la hemorragia misma, sino también su coincidencia aparente con las fases de la Luna. Según una leyenda de Nueva Guinea en épocas remotas la Luna vivía en la Tierra en la figura de un joven. Este era muy apuesto y con frecuencia trataba de seducir a inocentes muchachas y jóvenes mujeres. Una joven esposa cedió a sus persuasiones, pero en ese momento el esposo, que había regresado a la casa, descubrió a su rival e incendió la casa. El joven pereció y su sangre se elevó hacia los cielos y se transformó en la faz de la Luna. La Luna observaba periódicamente a la Tierra en toda su hermosura y en su mortal ofensa se vengaba de todas las mujeres: cada mes en la Luna llena, ellas debían perder sangre. La venganza de la Luna sólo perdonaba a las mujeres viejas y embarazadas.
            La menstruación era considerada no sólo como un castigo por los pecados, sino también rebajaba a la mujer: en algunos pueblos a las mujeres se les prohibía tocar cualquier cosa durante la menstruación y en otros hasta eran expulsadas de las aldeas por ese tiempo. El eco de esas primitivas supersticiones durante mucho tiempo se conservó en la sociedad civilizada. Aún en el siglo pasado, en algunas refinerías de azúcar de Francia a las mujeres que menstruaban las apartaban del trabajo temiendo que en su presencia el azúcar se tornara oscuro.
            También en nuestros días existen partidarios de la hipótesis del vínculo entre el ciclo menstrual y las fases de la Luna. De este modo, en el año 1959 los científicos norteamericanos A. y V. Menaker, después de analizar las fechas de 250 000 partos, calcularon que la concepción, y por consiguiente la ovulación, con más frecuencia tienen lugar en los días correspondientes a la Luna llena. En el año 1973 otros tres investigadores norteamericanos repitieron el trabajo de los Menaker. Ellos analizaron esta vez 500 000 fechas de partos en New York y volvieron a determinar que la frecuencia de la ovulación sobrepasa el promedio durante la Luna llena y está por debajo de éste durante la Luna nueva. Por otra parte, según la opinión del gran biorritmólogo norteamericano A. Solberger, el vínculo entre el ciclo menstrual con el lunar en algunas mujeres es pura coincidencia. Este científico ha observado que la frecuencia de concepciones durante la Luna llena es más alta en los pueblos que tienen la Luna como única fuente de luz por la noche. Solberger supone que si la relación del ciclo menstrual con el lunar existiera, debería detectarse también en los animales. Sin embargo, en las diferentes especies de animales la duración del ciclo sexual es muy diversa y no coincide en su período con el ciclo lunar. De este modo, en el perro el ciclo sexual dura 180 días, en el chimpancé 36, en el macaco 27, en el cerdo 21, en la vaca 20, en la oveja 16, en el conejillo de Indias 15 y en la rata y el ratón de 4 a 6 días.
            Así pues hasta ahora los científicos no han podido presentar pruebas convincentes sobre el vínculo entre el ciclo menstrual y las influencias lunares. ¿Y cómo reaccionan a estas últimas los órganos y sistemas del organismo humano?. Los otolaringólogos de Tallahasee (estado de la Florida) reconocen el vínculo entre el estado del organismo del Hombre y el ritmo lunar. Ellos han descubierto que durante la Luna llena hay 82% más hemorragias pos-operatorias que en otro tiempo.
            Los científicos franceses Liber y Sherin suponen que la influencia gravitacional que la Luna ejerce sobre la Tierra es experimentada también por cada ser vivo y que los “flujos” y “reflujos” biológicos son propios también del Hombre.
            Hace poco tiempo se descubrió que en dependencia de las fases de la Luna varían la ionización atmosférica y el magnetismo terrestre. La investigación de las relaciones Luna – Tierra continúan y, es posible que se encuentren eslabones de unión en el sistema Luna – Hombre.
            Es evidente que no sólo la atracción lunar y la actividad solar son los “culpables” de los accidentes y los suicidios. Cada acto del Hombre es el resultado de una complicada interacción entre diferentes fuerzas, condiciones socio – económicas, factores morales y emocionales. No se puede considerar que las influencias cósmicas predeterminan la conducta del hombre. Pero sería incorrecto negar esa influencia sobre todo lo vivo en la Tierra.
            Indudablemente, existen eslabones que unen directamente la actividad del Hombre con el Cosmos. Algunos de ellos se conocen. Así, durante las explosiones cromosféricas en el Sol disminuye en cuatro veces la velocidad de reacción en el Hombre y al mismo tiempo aumenta la frecuencia de acciones erróneas. Por eso los científicos ex – soviéticos llevan a cabo un intenso estudio de la influencias cósmicas. El conocimiento de los cambios desfavorables en la atmósfera permite prevenir múltiples accidentes.

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