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lunes, 26 de mayo de 2014

Equilibrio y control de las emociones: la ira

Equilibrio y control de las emociones: la ira

25/05/2014 - Autor: Natalia Céspedes Arjona
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universo

En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso.
      Dios dice en el Sagrado Corán:
54: (49) “Ciertamente, lo hemos creado todo en su justa medida y proporción; (50) y Nuestra orden y su cumplimiento es sólo una acción, como el parpadeo de un ojo”.
      Y así es: cuando abrimos los ojos podemos observar que todo cuanto nos rodea está dispuesto en un perfecto orden y equilibrio. De hecho, vivimos en un planeta  creado y diseñado de una forma sublime para la supervivencia del ser humano. La vida es posible gracias al oxígeno que nos permite respirar sin dificultades; la Tierra posee todos los recursos necesarios para cubrir cada una de las necesidades del hombre para subsistir: el sol que se haya a la distancia correcta y necesaria para emitir la cantidad exacta de energía, la abundancia de los frutos que crecen en la tierra para alimentarnos, el agua que cubre tres cuartas partes del planeta y que resulta igualmente una necesidad primaria, la organización precisa de cada célula del cuerpo humano en perfecta sincronía de manera coordinada con el fin de que nuestros órganos funcionen … Se podrían enumerar miles de detalles que hacen posible el equilibrio en todos los sentidos y a su vez permanecen en armonía con el universo. Tal y como dice el Físico Stephen Hawking, “El universo presenta unas leyes y unas constantes tan precisas y tan bien organizadas y armonizadas entre sí, que la mente humana puede apenas imaginárselo”.
      Como Dios dijo en el Sagrado Corán:
31: (20) “¿No veis que Dios ha puesto a vuestro servicio todo lo que hay en los cielos y todo lo que hay en la tierra y ha prodigado sobre vosotros sus bendiciones, tanto ocultas como manifiestas?”.
      Todo en el universo, cada estructura y cada ser viviente es el producto de un perfecto plan y diseño creado conforme a unas medidas y unas proporciones precisas y con un fin que Él sólo conoce. El equilibrio pues, es necesario para la plenitud de nuestra vida y así ha sido dispuesto en la Creación. ¿Acaso no debemos agradecer y  respetar por lo tanto dicho equilibrio?
      No es de extrañar entonces que mantener el equilibrio en todos los aspectos de nuestra vida sea algo necesario ya que todo debe permanecer en armonía bajo la Ley Divina; si no fuera así, el sistema por completo regresaría al caos. Tal y como nos dice la Ley del Ritmo, la oscilación pendular siempre se desarrolla de un polo a otro: cualquier movimiento en una dirección debe ser compensado al mismo tiempo por un movimiento en reacción en la dirección opuesta; acción-reacción, causa-efecto, avance-retroceso y así con todo lo que acontece en el universo. Todo lo que nos rodea tiene su opuesto: positivo-negativo, frío-calor, noche-día, hombre-mujer, polo norte-polo sur … y así es mencionado en el Sagrado Corán:
36: (36) “Infinito en Su gloria es Aquel que ha creado opuestos en todo lo que la tierra produce, y en los mismos hombres, y en lo que aún no conocen”.
51: (49) “Y en todo hemos creado opuestos, para que tengáis presente que sólo Dios es Uno”.
43: (12) “Y Él es quien ha creado todos los opuestos …”.
      Equilibrio emocional: Cuando este equilibrio se rompe por alguna circunstancia que acontece en nuestra vida, de alguna forma nos sentimos como “perdidos”, nada fluye a nuestro alrededor y la armonía se rompe. Se produce un desorden dentro de nosotros que puede manifestarse en lo que comúnmente  llamamos estrés, ansiedad o frustración. En general anhelamos sentirnos en paz, relajados y con un cierto orden en todos los niveles y aspectos del ser humano: físico, mental, emocional y espiritual. ¿Pero cómo podemos recuperar nuestro equilibrio de nuevo?
      Reconocer y darse cuenta de las emociones que estamos sintiendo en el momento es el primer paso para recuperar nuestro equilibrio natural. De lo contrario, si no somos capaces de recuperarlo y dependiendo del tiempo durante el cual estemos viviendo dicho “desorden”, puede desarrollarse algún tipo de trastorno psicosomático o enfermedad, pues el cuerpo es sabio y nos habla con su propio lenguaje, con síntomas que hacen que nos paremos a tomar conciencia de que algo está sucediendo dentro de nosotros que no se ha solventado o resuelto. La ciencia nos enseña que los estados mentales y emocionales afectan directamente al cuerpo. El 95% de las enfermedades son “psicosomáticas”, es decir, el cuerpo reacciona a dichos pensamientos y emociones.

        Es interesante que cada uno por sí mismo conozcamos y reconozcamos nuestras emociones para obtener tener el control sobre ellas; dar espacio a lo que estamos sintiendo en el momento nos ayuda a comenzar a sanar de nuevo. Saber identificar cada emoción y considerar aquellas que nos limitan y nos bloquean es otro paso para volver a tomar las riendas en nuestro desorden temporal. Nosotros somos responsables de nuestras propias acciones.
      Controlar las emociones puede no resultar fácil pero trabajando sobre nosotros mismos podremos conseguir resultados positivos que nos llevarán a permanecer el mayor tiempo posible en armonía tanto con nosotros mismos como con los demás. Una respuesta emocional adecuada en cada situación es sinónimo de equilibrio emocional y evitará posibles efectos dañinos en tu organismo. Por ejemplo, si sueles enfurecerte o enfadarte con facilidad intenta primero reconocer tu enfado y tomar conciencia de qué estás sintiendo en ese momento y hazte la siguiente pregunta: ¿Con  quién estoy enfadado en realidad?
      Proyectar en los demás nuestros propios pensamientos o emociones no es más que un reflejo de aquello que nos molesta de nosotros mismos. Es un mecanismo de defensa que nuestra mente crea cuando nos sentimos amenazados interna o externamente, es decir, aquello que existe en nuestro interior que nos desagrada inconscientemente es rechazado y proyectado al exterior y la ira es una de las mayores emociones limitantes que si no trabajamos puede llegar a ser muy dañina. Una mala gestión de un arrebato de ira seguramente podría llevar a arrepentirnos de algo que no hubiéramos deseado hacer.
      El mayor ejemplo de  cómo podemos controlar la ira lo tenemos en el Profeta Muhammad, Sallalahu Aleihi Wa Salam, quien en una ocasión dijo: “Cuando uno de vosotros se enfurece mientras está en pie, debe sentarse. Entonces la ira le abandonará. Y si no, entonces debe tumbarse” (hadiz sahih reportado por Abu Dar, en Sunun Abi Dawud). Técnicas del control de la ira siglos más tarde han sido enseñadas por la psicología, donde se nos indica que cualquier acción que cambie el ritmo de la respiración y baje la intensidad de la emoción en el momento como caminar, correr, darse una ducha o tumbarse permitirá sacar la adrenalina de la ira sin necesidad de confrontaciones. En el momento en que tomas el control de tus emociones, las emociones no te controlan a ti.
      Si aún así no eres capaz de controlar tu enfado, recuerda la frase que el Profeta,Sallalahu Aleihi Wa Salam, le dijo a un hombre que fue hasta él buscando algún consejo y le contestó simplemente: “No te enfades” y lo repitió varias veces. Él mismo dijo que el fuerte no es quien vence a la gente por su fuerza, sino el que se controla a sí mismo, en su ira.
      Sigamos pues los mayores ejemplos para que nuestra conducta sea siempre la adecuada, para que tengamos el pleno control sobre las emociones que nos limitan y conseguir así mantener el mayor tiempo posible nuestro equilibrio natural.


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