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viernes, 29 de agosto de 2014

Jutba del Maqam de Ibrahim

Jutba del Maqam de Ibrahim

Somos viajeros en una tierra llena de claroscuros y nuestra meta es la Luz

30/12/2006 - Autor: Hashim Cabrera - Fuente: Webislam
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Maqam de Ibrahim.
La peregrinación, al Hach, es uno de los pilares del islam. Allâh nos ha declarado obligatorio aquello sin lo cual nos sería muy difícil poder recobrar la conciencia de Él. Porque nos ama y nos enseña aquello que por nosotros mismos no podemos concebir. Somos peregrinos en este mundo y Allâh nos procura esa conciencia, esa Guía. Somos viajeros en una tierra llena de claroscuros y nuestra meta es la Luz, una luz que nos atraviesa y que atravesamos casi sin darnos cuenta.
Allâh mandó a Ibrahim, la paz sea con él, que construyese la Kaaba como una referencia exterior y material que nos permitiera escenificar un rito con unas profundas consecuencias espirituales. La Peregrinación al Haram de Meca nos ayuda a comprender que la verdadera peregrinación es la existencia de un ser precario que busca el áman, la protección y la ayuda de su Señor. Cuando vemos la Kaaba de piedra nuestros corazones se conmueven. La piedra nos enseña la forma de nuestro corazón, vacío de todo pensamiento, de todo deseo y temor, lleno de Presencia. Allâh nos dice:
“Pues, cuando señalamos a Ibrahim el emplazamiento de esta Casa de Adoración, le dijimos: ‘¡No atribuyas divinidad a nada junto a Mí!’ y: ‘¡Purifica Mi Casa para los que han de dar vueltas en torno a ella, los que permanecerán en retiro junto a ella, y los que se inclinarán y se postrarán en oración.”
(Corán, Sura 22, Al Hach, La Peregrinación, ayat 26-37)
Allâh señala a su hanif el maqam de la adoración, y lo hace mediante la revelación de una forma, de un cubo vacío. Al Bayt, La Casa, el espacio de la adoración, la condición para que ésta tenga lugar, es el lugar del hanif, de aquel que no asocia nada con Allâh, cuyo corazón está limpio de idolatría y, por lo tanto, está preparado para la conciencia y la experiencia de la Realidad. La casa del hanif es la casa de la adoración porque sólo puede adorarse la Realidad cuando nos hacemos conscientes, capaces de ella.
El maqam del hanif es el corazón. Ibrahim preparó y purificó su maqam para que nosotros pudiésemos adorar a Allâh, ser conscientes de Él, de la Realidad Única. Las formas de nuestra adoración son señaladas por Allâh a su hanif: Circunvalar la Kaaba, meditar junto a ella, prosternarnos en nuestro suyud. El profeta Muhámmad nos reveló la peregrinación establecida por Ibrahim como uno de los pilares fundamentales de nuestro sometimiento a Allâh, quien le dice:
“Así pues, anuncia a todas las gentes el deber de la peregrinación: vendrán a ti a pie y en toda clase de montura veloz, procedentes de todos los puntos remotos de la tierra, para que experimenten mucho que les servirá de provecho, y para que proclamen el nombre de Allâh en los días señalados para el sacrificio, sobre aquellas cabezas de ganado con las que Allâh les provea para tal fin: comed, pues, de ello y alimentad al pobre desvalido.
Luego, que den fin a su estado de abstinencia, y que cumplan los votos que hayan hecho, y que den vueltas otra vez alrededor de la Antigua Casa de Adoración. Todo esto os ordena Allâh; y quien honra los mandamientos sagrados de Allâh, mejor para él ante su Sustentador.”
(Corán, Sura 22, Al Hach, La Peregrinación, ayat 27-30)
El Corán nos aclara que el cumplimiento de los pilares obligatorios de nuestro din tiene un inmenso beneficio para nosotros, que la restricción tiene un sentido y que la abstinencia ha de romperse también. El peregrino no conoce ningún estado definitivo más que la conciencia de su precariedad, en la dificultad y en la facilidad. Esa indigencia le aproxima a su Rabb, a su Señor y Sustentador, Quien le provee con la conciencia de la Realidad y le conforta con Su presencia. La peregrinación al Haram de Meca, tal y como quedó establecida por Muhámmad, la paz sea con él, es un itinerario espiritual, una profunda experiencia de reconocimiento de la Realidad. Es un regalo que Allâh nos hace, que conduce a nuestro ser real y luminoso a través de todos los estados ymaqamat, incluso de la muerte, porque nos procura la experiencia de una resurrección.
“Y os está permitido todo tipo de ganado para el sacrificio y como alimento, excepto lo que se os menciona como prohibido.
Evitad, pues, todo lo que Allâh ha prohibido y, sobre todo, el mal inmundo de las creencias y las prácticas idólatras; y evitad toda palabra falsa, inclinándoos hacia Allâh, y apartándoos de todo lo falso, sin atribuir cualidades divinas a nada excepto a Él: pues quien atribuye divinidad a algo aparte de Allâh es como uno que cae del cielo y entonces las aves se lo llevan, o el viento lo arrastra hasta un lugar lejano.
Esto es algo que debéis tener presente. Y quien honre los símbolos que Allâh ha consagrado sabrá que, en verdad, estos símbolos derivan su valor de la conciencia de Allâh en los corazones de los creyentes. En esa conciencia de Allâh hallaréis beneficios hasta que se cumpla un plazo fijado por Allâh y sabréis que su fin y objetivo es la Antigua Casa de Adoración.”
(Corán, Sura 22, Al Hach, La Peregrinación, ayat 30-33)
Allâh nos regala las cosas del mundo para nuestro disfrute. Somos descendientes de Adam, la paz sea con él, y Allâh nos ha vedado algunas cosas, nos las ha hecho ilícitas a nosotros que vivimos en un claroscuro, pero son muy pocas. Son como el fruto prohibido a Adam. Podemos disfrutar de todos los frutos del jardín excepto de algunos. Sobre todo debemos evitar el shirk, la idolatría, el asociar alguna idea, sentimiento, forma, palabra, símbolo, imagen o creencia con lo Real. La Realidad, Allâh, trasciende a cualquier cosa, a cualquier pensamiento.
Una de las estaciones del Hach es el vaciamiento de todo, la purificación del shirk, de la idolatría. Por eso, frente a la puerta de la Casa de la Adoración está señalado el maqamde Ibrahim, lugar desde donde el peregrino, el muhrim, hace sus du’a. Dicen que esosdu’a se cumplen siempre, y los musulmanes lo comprobamos una vez y otra, porque son du’a que hacen unos corazones purificados de la idolatría. Cuando la intención es pura la petición es inmediatamente concedida. Los ángeles la elevan por encima de la Kaaba hasta los universos donde no existe sino la adoración.
El shirk es la tiniebla, el alejamiento. El mushrikin, idólatra o asociador, es uno que cae del cielo, del espacio luminoso, y es arrastrado hasta la separación, hasta la lejanía, hasta el olvido entre las sombras. Eso hemos de tenerlo presente, nos dice Allâh en el Corán, como también el hecho de que en las formas de adoración que Él nos ha revelado existen grandes tesoros espirituales, claras posibilidades de crecer como seres de luz, como jalifas, como seres humanos que se están sometiendo a la verdad de su condición, de su precariedad ante la Realidad. El mayor tesoro, la mejor provisión para este viaje, es la conciencia de Allâh, la taqua, Su recuerdo sincero. Es esa nostalgia que invade al peregrino cuando ve por primera vez la Kaaba. Porque Allâh ha establecido en este maqam la forma en que mejor podemos recordarLe y adorarLe.
Si nuestro sometimiento es sincero y nuestra intención es pura podremos disfrutar de esa conciencia hasta el momento de nuestra muerte, insha Allâh. Esa conciencia que Allâh nos procura durante el Hach es el tauhid del corazón, el sentimiento compasionado de la unicidad de lo Real, la conciencia de Allâh. La taqua nos acompañará hasta el momento de nuestra muerte, será nuestra compañera de viaje en esta peregrinación incesante, insha Allâh. Ese tesoro es el agua de Zamzam, que apaga la sed del peregrino, el manantial constante de la Realidad, única e inacabable.
La Kaaba es el lugar de adoración que no ha dejado de ser circunvalado, la prueba de la permanencia de la conciencia de Allâh en este mundo, un símbolo que acaba con los símbolos, una forma que las contiene a todas.
Allâhumma: Te pedimos que nos hagas conscientes de nuestro viaje. Que procures a nuestros hermanos una peregrinación luminosa, que obtengan los mayores beneficios y vean incrementada su conciencia de Ti. Y que Tu áman les alcance siempre. Amin.
2
Una vez que se han disuelto las adherencias en la purificación que conlleva el Hach, el peregrino se encuentra con la ummah, con la comunidad. La ummah es el mundo de los otros hasta que comprendemos que es el único mundo para todos los que vivimos tratando de someternos a la Realidad. La ummah es la expresión del nosotros, un nosotros que va más allá de las razas y de las culturas. La condición de musulmán está presente y ausente en todos los pueblos de la tierra. Todas las culturas tienen sus musulmanes y sus cafres. Nuestra ummah es la ummah de Muhámmad, la paz sea con él, donde la Revelación se hace posible en nuestras vidas, donde podemos someternos a la Realidad viviendo en el mundo. En el mismo Surat al Hach, Allâh le dice al profeta:
“Y así es: a cada comunidad que ha creído en Nosotros le hemos asignado el sacrificio como un acto de adoración, para que proclamaran el nombre de Allâh sobre las cabezas de ganado de que Él les haya proveído para tal fin. Y tened esto siempre presente: vuestro Dios es un solo Dios: así pues, someteos a Él.
Y da la buena nueva del beneplácito de Allâh a los que son humildes, aquellos cuyos corazones tiemblan de temor cuando se menciona a Allâh, y los que soportan con paciencia cualquier adversidad que les aflija, y los que son constantes en la oración y gastan en otros de lo que les proveemos como sustento.
Y en cuanto al sacrificio de ganado, os lo hemos ordenado como uno de los símbolos consagrados por Allâh, en los que hay gran bien para vosotros. Así pues, mencionad el nombre de Allâh sobre ellos cuando estén alineados para el sacrificio; y una vez que hayan caído al suelo sin vida, comed de su carne, y alimentad al pobre que se contenta con lo que tiene y no pide, y también al que se ve forzado a pedir. Para este fin, los hemos sometido a vuestras necesidades; para que esto os mueva a ser agradecidos.”
(Corán, Sura 22, Al Hach, La Peregrinación, ayat 34-36)
La otra forma de adoración es el sacrificio. También en este caso Allâh se sirvió de Ibrahim, la paz sea con él, para enseñarnos las formas de adorarLe. En uno de sus viajes a la Mezquita de Luz junto a Zamzam, Ibrahim recibe de Allâh el mandato de sacrificar a su hijo Ismail. Ibrahim no duda de su Señor, de su Rabb, y cuando se dispone al sacrificio, Yibril le trae un cordero y la orden de Allâh de que lo sacrifique en el lugar de su hijo.
Cuando somos capaces de todo por agradar a Allâh, Él nos da el mejor de todos los sustentos, Su presencia como nuestro señor y Sustentador. Así nos hace jalifas suyos y nos dice que alimentemos al que tiene hambre y sed. Allâh ha sometido a los animales al sacrificio para procurarnos el sustento. Seamos pues, agradecidos. Devolvamos la conciencia, la ámana, en forma de conciencia, de sentido. Para eso nos los ha sometido, para que conozcamos el agradecimiento y seamos agradecidos. Y termina diciéndonos el Corán:
“Pero tened esto presente: ni su carne ni su sangre llegan a Allâh: Le llega tan sólo vuestra conciencia de Allâh. Para este fin los hemos sometido a vuestras necesidades; para que glorifiquéis a Allâh por la guía con la que os ha agraciado.
Y da esta buena nueva a los que hacen el bien: En verdad, Allâh defenderá del mal a los que llegan a creer; y, ciertamente, Allâh no ama a quien traiciona la confianza depositada en él y carece por completo de gratitud.”
(Corán, Sura 22, Al Hach, La Peregrinación, ayat 37-38)
El sacrificio real no es el de Ismail. Ismail ha de vivir porque a través de él surgirán profetas y santos. El sacrificio real es un esfuerzo que nace de la conciencia, un movimiento de nuestro corazón por el que nos desprendemos de aquello que nos separa de lo Real. El sacrificio es la renuncia a las pretensiones del nafs, del yo, de usurpar la Realidad en nuestra conciencia. Sacrificamos nuestros ídolos y a cambio nos encontramos con Allâh. Allâh no quiere que acabemos con nuestra descendencia luminosa sino con la materia oscura, con el animal creado para nuestro sustento. Hemos de acabar con las ideas que tenemos de nosotros mismos y de lo Real, no con nuestros hijos. Con nuestros hijos, al igual que Ibrahim, podremos construir, insha Alláh, la forma de nuestra adoración en este mundo, en este momento, la Kaaba de Luz que siempre nos espera como un signo de Allâh en medio del desierto, como una piedra inconmovible que es capaz de ablandar todos los corazones.
Oh Allâh: inunda de luz a Tus peregrinos y derrama Tu báraka mientras circunvalan Tu Casa. Abrillanta el espejo de sus corazones para que puedan así reflejar toda la majestad y toda la belleza que se manifiestan en ese maqam. Líbranos de cualquier distracción y manténnos en un estado elevado de conciencia y de realidad. Cuida nuestros corazones y haz que latan acompasados en la hermandad. Y haz que disfrutemos de una bella estancia en Tu Medina Al Munauara y que sintamos realmente la báraka de Tu profeta Muhámmad, la paz sea siempre con él. Amin.
Del libro "Jutbas de Dar as Salam" Jutba 10, Maqam de Ibrahim. Hashim Cabrera.

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