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lunes, 27 de octubre de 2014

Allah es el mejor de los custodios y el más misericordioso

Allah es el mejor de los custodios y el más misericordioso


“Y sabed que el alivio viene con el apuro, la victoria con la paciencia, y con la dificultad surge la facilidad”


27/10/2014 - Autor: Sheij Nasser Al Mgbel - Fuente: Cciar



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La misericordia de Allah es infinita
La misericordia de Allah es infinita

Alabado sea Allah, Quien está bien informado y conoce a sus siervos. Enaltecido sea Aquel que creó constelaciones en el cielo y puso en él al sol como una fuente irradiante de luz y una luna luminosa. Él es Quien dispuso la sucesión de la noche y el día para que reflexionéis en su grandiosidad y le agradezcáis. Atestiguo que Allah es Uno, Único, no tiene socios, Omnisapiente y Omnividente. Y atestiguo que Muhammad es Su siervo y Mensajero, lo envió como amonestador y albriciador. ¡Oh, Allah! bendice a Muhammad, a su familia, a sus compañeros y a quienes fueron guiados por su luz hasta el Día del Juicio Final.

Abdul-lah Ibn 'Abbas (que Allah esté complacido con ambos), relató: “Un día el Profeta me dijo: «¡Oh joven!, te voy a enseñar unas palabras: Guarda los mandatos de Allah, y Él te guardará. Guarda los mandatos de Allah y lo encontrarás ante ti. Si pides algo, pídeselo a Allah y si necesitas ayuda, acude a Allah, y sabe que si todo el pueblo se reúne para beneficiarte en algo, no te beneficiarán excepto en lo que Allah ha decretado para ti, y si se reúnen para perjudicarte en algo, no te perjudicarán salvo en algo que Allah haya decretado para ti. Las plumas han sido levantadas y las hojas secadas.» (Transmitido por al-Tirmidi)

Según otra versión: «Y sabed que el alivio viene con el apuro, la victoria con la paciencia, y con la dificultad surge la facilidad.».

Este relato verídico es el consejo legado por el Mensajero de Allah (PyB) tanto para los antecesores como para los sucesores. Pues, "Allah es el mejor de los Custodios y el más Misericordioso" (Sura de José, aleya 64). Esto último es lo que pronunció Jacob cuando se le perdió su hijo José y recordó que los lobos lo iban a devorar. Y recordó también que la dura separación haría que dudase de su retorno a él.

Quién tiene, pues, las llaves de todo sino Allah, el Único. Y es por eso que debemos encomendarnos a Él, Altísimo Sea. Allah dice en el Sagrado Corán, condenando la actitud de los idólatras: "Pero los incrédulos han tomado dioses fuera de Él que no pueden crear nada, ellos mismos han sido creados; no tienen capacidad para dañarse o beneficiarse ni tienen dominio sobre la vida, la muerte ni tampoco la resurrección" (Sura de El Discernimiento, aleya 3).

Fue reportado por Al Bujari que cierta vez: "Un hombre de los hijos de Israel le pidió a uno de sus compañeros que le prestara mil dinares y dijo éste: “Trae testigos”. Dijo el otro: “Allah es suficiente como testigo”. Dijo: “Trae a alguien que te avale”. Contestó: “Allah es suficiente como aval”. Dijo: “Has dicho la verdad”. Y le concedió el préstamo hasta un plazo determinado. El que había solicitado el préstamo emprendió su viaje, hizo sus negocios, adquiriendo ganancias y cuando quiso iniciar su viaje de vuelta para pagar su deuda en el plazo establecido, no encontró ningún barco que lo llevara de regreso. Entonces tomó un trozo grande de madera, lo vació, metió adentro los mil dinares, una carta para el prestamista y colocó algo encima para que el agua no penetrara donde estaba el dinero y la carta. Luego se dirigió al mar y dijo: “Oh Allah, Tú sabes que le pedí a fulano mil dinares, me exigió un aval y dije: Allah es suficiente como aval, y estuvo complacido contigo; me pidió un testigo y dije: Allah es suficiente como testigo, y él estuvo satisfecho contigo como testigo. He estado buscando una embarcación para volver junto a él y devolverle su préstamo, pero no la he encontrado; así que ahora en Ti me confío. Arrojó la madera en el mar y cuando la perdió de vista se fue. Pasado un tiempo encontró una embarcación que le llevó de vuelta a su hogar. El día fijado para la devolución del préstamo, el prestamista salió en busca de la embarcación en la que llegara el deudor junto con su dinero. Al final del día lo único que vio fue un trozo de madera, que agarró y llevó a su hogar como leña. Cuando cortó la madera encontró la carta y el dinero. Ciertamente (Allah es el mejor de los Custodios y el más Misericordioso).

El Profeta Abraham y el fuego

Cavaron un hoyo profundo que se llenó con madera de quemar que prendieron. Trajeron una catapulta con la que lanzar al Profeta de Allah Abraham al fuego. Lo metieron en la catapulta, con las manos y los pies atados. El fuego ya estaba listo, con sus llamas llegando al cielo. La gente se quedó lejos del hoyo debido al gran calor que hacía. Entonces, el sacerdote principal dio la orden de lanzar a Abraham al fuego.

El ángel Gabriel se puso cerca de la cabeza de Abraham y le preguntó: "Oh Abraham, ¿deseas algo?". Y él le respondió: "¡De ti, nada, pero de Allah sí!”.

Fue lanzada la catapulta, y el Profeta Abraham fue arrojado al fuego, pero su descenso a las llamas fue un descenso gradual a un jardín fresco. Las llamas aún estaban allí, pero no quemaban, porque Allah, el Todopoderoso, había dado esta orden: "¡Fuego! Sé frescura y seguridad para Abraham".

Historia de Moisés con el Faraón

El Faraón que gobernó Egipto era un tirano que oprimió a los descendientes de Jacob, los hijos de Israel. Un día, Moisés se presentó ante él en su palacio a pesar de saber que la muerte lo estaba acechando: “Dijeron: ¡Oh, Señor nuestro! Tememos que nos reprima y se propase con nosotros” (Sura de Ta Ha, aleya 45). Y llegaron las palabras de quien es el mejor de los Custodios y el más Misericordioso: “No temáis, pues Yo estoy con vosotros escuchando y observando todo” (Ta Ha, aleya 46). Entonces Moisés le habló fuerte y Allah lo guardó. Dijo Moisés: “¡Arrojad! Y cuando hubieron arrojado, embrujaron los ojos de los presentes” y él sintió temor. Sin embargo, le llegaron las palabras de Allah, el Altísimo, quien es el mejor de los Custodios y el más Misericordioso: “Pero le dijimos: No temas, ciertamente tú serás el vencedor” (Sura de Ta Ha, aleya 68). Porque Allah está con él. Pues, arrojó la vara y fue salvado.

Y cuando quiso atravesar el mar, Allah, Enaltecido Sea, le ordenó: “Golpea el mar con tu vara. Y entonces, el mar se dividió en dos”. Y fue entonces cuando Allah lo salvó del Faraón y ahogó a éste y a su ejército.

El Profeta Jonás en las tres tinieblas

El Profeta Jonás había abordado una embarcación con la esperanza de que lo llevara muy lejos de esas personas insolentes. En cuanto la noche lo rodeó, el mar cambió de manera repentina. El viento comenzó a soplar con violencia y lo azotó una tormenta de gran magnitud. El barco se estremecía y parecía que se iba a partir en dos.

Jonás sabía que esto no había sido coincidencia. Entendió que esto estaba en su destino, predeterminado por Allah, el Altísimo, de modo que se lanzó al mar. Todos se horrorizaron al verlo caer al agua y ser tragado por un pez gigantesco.

Cuando Jonás volvió en sí después de estar inconsciente, pensó que había muerto pero al instante se dio cuenta que estaba dentro de un pez enorme. Tuvo miedo y le suplicó a Allah. En la oscuridad del pez, en la oscuridad del océano y en la oscuridad de la noche, Jonás elevó su voz e invocó al Altísimo: “No hay otra divinidad más que Tú. ¡Glorificado seas! Ciertamente he sido un inicuo”. (Sura de Los Profetas, aleya 87). Palabras que llegaron al Altísimo: “hacia Él ascienden las buenas palabras y Él exalta las obras piadosas” (Sura Originador, aleya 10).

Los ángeles oyeron su lamento en la oscuridad y reconocieron su voz. Lloraron y se le dijeron a Allah, Exaltado Sea: “es una voz conocida de un siervo conocido. No sabemos dónde está”. Allah dijo: Yo sí.

Allah escuchó el llamado de Jonás y lo salvó de su tormento. Por una orden divina, el pez gigante expulsó a Jonás hacia la orilla del mar. El cuerpo desnudo de Jonás y su piel no podían protegerlo del sol y del viento. Sentía dolor y rogaba protección. Allah, Exaltado Sea, hizo que un árbol creciera a su alrededor y lo protegiera de las inclemencias del tiempo, proveyéndolo además de comida y ropaje. Y “si no fuera porque él era de los que glorifican a Allah, hubiese permanecido en su vientre hasta el Día de la Resurrección” (Sura de Los Ordenados en Filas, aleyas 143-144). En cuanto Jonás fue mejorando, se dio cuenta que debía regresar a su pueblo y continuar con el trabajo que Allah le había prescrito.

Cómo podemos guardar a Allah

Dice el Altísimo en el Sagrado Corán: “Esto es lo que se había prometido para quienes se arrepintieran con sinceridad, cumplieran con los preceptos de Allah” (Sura de Qaf, aleya 32). Guardar a Allah significa cumplir, y para cumplir se debe tener temor de Allah.

El temor de Allah: es acatar sus órdenes, alejarse de sus prohibiciones y creer firmemente en lo que se nos ha informado.

Es también: poner entre tú y el castigo de Allah un muro protector.

Y que además el mayor temor sea el de Allah: “Los más temerosos de Allah son los sabios de entres sus siervos” (Sura Originador, aleya 28).

Preguntaron a Ali Bin Abi Talib, Que Allah esté complacido con él, sobre la Taqwa, el temor de Allah, y respondió lo siguiente: “Taqwa es sentir temor del Majestuoso, obrar conforme a la Revelación, contentarse con lo poco y prepararse para el día de la partida final”.

Guardar a Allah es también mantener la práctica del Salat. Dice el Altísimo: “y aquellos que cumplen sus juramentos y compromisos, son firmes en el testimonio y cuidan su Salat” (Sura de Las Vías de Ascensión, aleya 34). Así, pues, quien cuida los tiempos de la oración y la cumple con devoción, sometimiento y en comunidad, Allah lo guardará el día de la Resurrección: “y haz la oración, que ciertamente la oración preserva de cometer actos inmorales y reprobables. Y sabe que tener presente a Allah en el corazón durante la oración es lo importante, y Allah sabe lo que hacéis” (Sura de La Araña, aleya 45).

Preservar el corazón de las pasiones y asuntos dudosos

Una de las formas de guardar a Allah es que el siervo preserve su corazón de no caer en lo prohibido. El Mensajero de Allah (PyB) dijo: “En el cuerpo hay un trozo de carne que si está sano todo el cuerpo lo estará, pero si se ha corrompido todo el cuerpo se corromperá, y éste se llama corazón”. Al Bujari

Guardar a Allah (swt) es también dominar uno su lengua. Pues, muchos de los males que cometemos en gran medida son ocasionados por la lengua.

Se refirió de Mu'adh Ibn Yabal, que Allah esté complacido con él, que dijo: “Dije: ¡Oh, Profeta de Allah! ¿Seremos reprochados por aquello que nosotros digamos!” Contestó el Profeta (PyB) asombrado ante semejante pregunta: “¡Oh, Mu'adh! ¡¿Acaso hay otra cosa que haga precipitar a la gente de bruces en el fuego sino lo que sus propias lenguas cosechan?!” (Reportado por At-Tirmidhi).

Allah (swt) dice en el Noble Corán: “¡Oh, creyentes! Temed a Allah y hablad sólo con fundamento. Él hará prosperar vuestras obras y perdonará vuestras faltas”. (Sura de Los Aliados, aleyas 70-71).

¡Siervos de Allah! ¡Preservad vuestros corazones, lenguas, oídos y vistas de todo aquello que Allah prohibió, para que así él os custodie en esta vida y en la otra!

¡Oh, Allah, Señor del Universo! ¡Purifica nuestros corazones de la hipocresía y nuestras lenguas de la mentira y la indecencia! ¡Haz que la Fe sea amada por nosotros y embellécela en nuestros corazones!

¡Quiera Allah bendecirnos con el Grandioso Corán y beneficiarnos con la guía de nuestro Profeta Muhammad! Pedid perdón a Allah por vuestras faltas y volved a Él arrepentidos; Él es Indulgente, Misericordioso.

Viernes 03 de Dhul Qadah de 1435 de la Hégira, acorde al viernes 29 de agosto de 2014

Traducción de la jutba pronunciada por el Sheij Nasser Al Mgbel

Mezquita del Centro Cultural Islámico “Custodio de las Dos Sagradas Mezquitas” Rey Fahd en Buenos Aires, Argentina



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