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martes, 25 de noviembre de 2014

¿Terroristas islámicos en México?


¿Terroristas islámicos en México?
El Vie, 10 de Octubre de 2014, por José Manuel Suárez-Mier
José Manuel Suárez-Mier
José Manuel Suárez-Mier
Columnista de la sección Dinero del periódico Excelsior.
Con la misma regularidad que las cigarras, que reaparecen con vigor inusitado cada cierto número de años, los demagogos políticos en Estados Unidos denuncian el peligro inminente de ataques terroristas provenientes de México cada vez que se acerca una elección, y reiteran su solución favorita: sellar la frontera a piedra y lodo.
Esta temporada no podía faltar el estruendo de los falsarios, pues habrá elecciones en noviembre próximo para renovar la totalidad de la Cámara de Representantes, 435 curules; la tercera parte del Senado, 33 escaños; gubernaturas en 38 de los 50 estados de la unión; y legislaturas locales en 46 estados.
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Los grillos gringos ahora denuncian, ni tardos ni perezosos, que terroristas afiliados al Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS, por sus siglas en inglés), que apenas surgió a la atención pública hace unas cuantas semanas, ya se encuentran en Ciudad Juárez planeando los más perversos ataques sobre el territorio de EU.
Organizaciones ultrarreaccionarias como Judicial Watch publican que fuentes “de alto rango a nivel federal encargadas de ‘inteligencia’ —vulgo, espionaje— y de hacer cumplir la ley… confirman haber emitido boletines de alerta sobre un inminente ataque terrorista en la frontera”.
Estas “fuentes gubernamentales,” nunca identificadas por nombre por supuesto, “revelan que se ha confirmado que grupos militantes de ISIS ya operan en Ciudad Juárez, famoso hervidero infestado de narcotraficantes que se sitúa al otro lado de la frontera de El Paso” y que se alistan a atacar poblaciones de EU con carros bomba. Por supuesto que no se han enterado de la notable caída en la violencia en Juárez.
Se han sumado a difundir estos fantasiosos rumores con fines políticos quienes aspiran a posicionarse como candidatos presidenciales en 2016, como el gobernador de Texas, Rick Perry, —que ni siquiera pudo enumerar las tres entidades burocráticas que él cerraría de un gobierno federal con 500 agencias independientes— y los senadores Marco Rubio (Florida) y Ted Cruz (Texas), ambos de origen cubano.
Aun más amarillista y desmedido que los ya citados, el diputado Duncan Hunter, de California denunció el martes pasado que personal —una vez más nunca identificado— de la patrulla fronteriza le había informado que al menos diez terroristas ya habían sido capturados al cruzar la frontera hacia Texas desde México.
Estos infundios han sido negados sistemáticamente por las agencias especializadas en proteger la seguridad nacional de Estados Unidos en la ciudad de Washington, lo que no ha servido para disuadir a los charlatanes que insisten en la necesidad de “asegurar la frontera” como una forma barata de conseguir votos de sus electores.
Nada de esto es nuevo y no debe sorprendernos. Aun antes de los ataques terroristas de septiembre de 2001 hubo rumores igualmente sin fundamento, como lo avala el Centro Nacional Contraterrorismo en su calendario para este año al revisar las 18 cábalas terroristas para atacar suelo de EU identificadas en los últimos 40 años.
Seis casos han involucrado a oriundos de EU y un séptimo implicó a un ciudadano naturalizado. En cinco casos los conspiradores viajaron de Pakistán, en dos lo hicieron de Canadá y en dos más de Arabia Saudita. También hubo conspiradores provenientes de Alemania, Austria, Bélgica, Francia, Sudán, Tailandia y la URSS. Desde México, ninguno.
Un vendedor de coches usados, ciudadano de EU nacido en Irán, fue sentenciado a 25 años en prisión en 2013 por maquinar el asesinato del embajador de Arabia Saudita en EU en el Café Milano, uno de mis restaurantes favoritos en Washington, mediante la contratación de gatilleros de la banda de los Zetas en nuestro país.
La idea era poner una bomba en el restaurante, pagándole 1.5 millones de dólares provenientes del gobierno de Irán a los ejecutores, pero el iranio-americano nunca llegó a conectarse con nadie más allá de un agente embozado de la DEA en México. Cuando este individuo viajó a nuestro país, se le impidió el ingreso y se le regresó a Nueva York, alertando de paso a las autoridades de EU que lo arrestaron al llegar.
La presión de los demagogos no ha sido totalmente inservible, sin embargo, pues ha resultado en gastos exorbitantes para construir una inútil barda en la frontera y elevar el número de patrulleros fronterizos a cerca de 20 mil, lo que no resuelve el problema del terrorismo y probablemente lo exacerbe al distraer recursos escasos de otros menesteres con mucho mayor rendimiento en el combate contra los fanáticos.
El autor es economista residente y catedrático de la Escuela de Servicio Internacional y director del Centro de Estudios para Norteamérica de la American University en Washington, D

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