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viernes, 31 de julio de 2015

EU: ¿CON IRÁN O CONTRA ISRAEL?

EU: ¿CON IRÁN O CONTRA ISRAEL?
2015-07-23 17:22:49
El acuerdo nuclear entre los Estados Unidos e Israel vino a confirmar una serie de movimientos políticos que desde hacía ya algunos meses se venían perfilando.

El primero y tal vez el más importante no es, curiosamente, el acercamiento de jure y de facto de Estados Unidos con Irán tras la aceptación de levantar las sanciones que por años había impuesto el primero al segundo, sino el distanciamiento entre los Washington y Tel Aviv. Efectivamente los abusos de Israel no sólo contra el pueblo palestino sino incluso contra Estados Unidos — su principal aliado político, benefactor económico y escudo diplomático— parecen haber llegado a su límite.

Ni las matanzas de Sabra y Chatila en 1982 —de las que Israel fue responsable indirecto—, ni la construcción del muro racista –que revive una segregación que no se había materializado de este modo desde la Alemania nazi o la Sudáfrica del Apartheid y que la ONU condenó desde 2003 (El País. Oct. 23, 2003)—, ni atrocidades como la Operación Plomo Fundido de 2008-2009, el ataque contra la franja de Gaza en 2014 o el desdén expresado contra el presidente de los Estados Unidos –mediante la visita no consentida del primer ministro de Israel al congreso en marzo pasado— habrían conseguido por si mismos distanciar a Washington de Tel Aviv.

Efectivamente, este distanciamiento no es producto de alguno de estos episodios en particular, sino el resultado de la combinación de todos ellos –entre algunos otros—, así pues, el acercamiento de Estados Unidos e Irán —desdeñando por ese solo acto cualquier cosa que Israel tuviera que decir o hacer— es una expresión del fastidio que se vive en la clase dirigente de los Estados Unidos respecto de su aliado principal en el medio oriente.

Contra el derecho internacional, violentando derechos humanos, a contracorriente de prácticamente la totalidad del mundo (excepto de pequeñas islas como Tuvalu, Micronesia o las Islas Marshall) Estados Unidos apoyó por años a sangre y fuego —literalmente— a Israel en su tarea de convertirse en uno de los principales violadores al derecho internacional. (Tal sólo recuérdese el episodio más reciente: durante el ataque contra Gaza de 2014, en algún momento del abuso Israel se quedó sin misiles para seguir matando palestinos y Estados Unidos diligentemente re-abasteció los arsenales israelitas para que la sangría continuara al tiempo que decía buscar un acuerdo negociado). Estos gestos de macabra solidaridad –si por interés o por convicción ideológica es lo de menos— no fueron suficientes para hacer escuchar al liderazgo del estado de Israel: Benjamin Netanyahu lo quería todo, a su modo, sin ninguna concesión y sin ninguna restricción: recuérdese sus mentiras en el seno de las Naciones Unidas cuando en 2012 afirmó que Irán estaba a un año de tener una bomba nuclear —es decir, para 2013— declaración que sería refutada tres años más tarde por el mismísimo Mossad. (Ver “Leaked cables show Netanyahu´s Iran bomb claim contradicted by Mossad. The Guardian. Feb. 23, 2015).

No importa si se trata del apoyo interesado de Estados Unidos, o del abuso incontenible de unos, el sufrimiento de los otros o el desdén internacional, todo tiene un límite. La ambición desmedida de la élite política-económica-militar de Israel fue sencillamente demasiado: ése es el origen del acuerdo con Irán.

Barack Obama recibió un Premio Nobel a la Paz inmerecido —inmerecido porque básicamente no había hecho que se lo valiera cuando le fue concedido en 2009—, sin embargo, tras el acuerdo con Irán –y el consecuente levantamiento de sanciones que desde siempre han lastimado sólo a los más pobres en la sociedad pero no al gobierno— y tras el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba, tal vez se encuentre en camino de ganárselo: sólo faltaría la condena al Estado de Israel, el cese del apoyo militar que le presta y la destrucción de un muro inhumano resabio de los periodos más obscuros de la humanidad.

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