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viernes, 25 de septiembre de 2015

Corderos y leones en la fiesta del Id Al Kabir

Cuando estemos solo debemos pensar que Allah nos acompaña en nuestra desolación y que las pruebas del camino nos acercan más a Él y nos purifican

25/09/2015 - Autor: Ángel Álvarez Hernández - Fuente: Webislam
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A los corderos y a los leones, solo una cosa les acompaña en su muerte...
Mientras festejamos el Id Al Kabir, miles de niños sueñas con llegar a Europa, y mujeres y hombres de todo el mundo arriesgan sus vidas en busca de un futuro mejor para ellos y sus familias. Ya nadie recuerda el nombre de los ahogados en el mar Egeo, ni el rostro de los que se perdieron en el Mediterráneo o en el Pacifico. Hermanos que se han ido para no volver y que no regresaran a casa con un fajo de billetes y una sonrisa triunfadora.
Aun así, la Fiesta del Id Al Kabir nos ofrece una esperanza a todos. El Sagrado Corán, dice:
"Y cuando Ismael era lo bastante mayor para ayudar en las tareas de Ibrahim, éste dijo: '¡Oh mi querido hijo! ¡He visto en sueños que debía sacrificarte: considera, pues, como lo ves tú!' Ismael respondió: '¡Oh padre mío! ¡Haz lo que se te ordena: hallarás que soy, si Allah quiere, paciente en la adversidad!' Pero cuando ambos se hubieron sometido a la voluntad de Allah, y le hubo tendido sobre el rostro, le llamamos '¡Oh Ibrahim, has cumplido ya con la visión!' Así, realmente, recompensamos a los que hacen el bien: pues, ciertamente, todo esto fue en verdad una prueba, clara en sí misma. Y le rescatamos mediante un sacrificio magnífico, y de esta forma le dejamos como recuerdo para futuras generaciones: ¡La paz sea con Ibrahîm!”
Allah no quiso que Ibrahim sacrificara a su hijo Ismael, y le bastó con una demostración sincera de sumisión y fidelidad. Es la fe la que nos salva, la que ilumina nuestros corazones, la que nos permite vivir en medio de las pruebas.
Si tuviéramos la fe, la voluntad y la fuerza necesarias para seguir los pasos del santo profeta (saws) y el Coran, perderíamos nuestros miedos, nuestros complejos y el mal que habita en cada uno de nosotros. Desaparecerían las vanas ilusiones que fabrica nuestra mente y la realidad ilusoria de nuestra individualidad, y así veríamos que no hay más realidad que Allah.
Allah, el Señor de los mundos, en su infinita misericordia, nos dice a través del Corán:
"En cuanto al huérfano, no le menosprecies ni te aproveches de su debilidad; y en cuanto al que busca conocimiento o al que pide, respóndele de buenas maneras y no seas brusco con él." (Corán. La luz de media mañana, ayat 9-10).
Pero en este mundo, falto de fe y sin amor, no hay piedad para los pobres ni para los débiles. Saad Ibn Abu Waqqas, que Allah esté complacido con él, dijo:
"Estaban en una reunión con el Profeta de Allah (saws) seis pobres. Y dijeron los idólatras (nobles ricos e influyentes) al Profeta de Allah (saws): ‘Echa a esos (pobres)a fin de que no se comparen con nosotros (en señal de desprecio por su pobreza)',"
Y narró Abu Huraira que el mensajero de Allah dijo:
"Los pobres entrarán al paraíso quinientos años antes que los ricos" (At Tirmidhi 2354).
Si siguiéramos el ejemplo de Allah en nuestras vidas, no sacrificaríamos a los refugiados que nadan hacia Europa, ni condenaríamos a los pobres a una vida miserable. Sustituiríamos sus penas y su dolor por un cordero y les daríamos una sonrisa, porque todos somos pobres y necesitados, porque todos estamos faltos de sabiduría y de ciencia y somos pecadores, porque sólo la misericordia y la clemencia de Allah son suficientes.
El Corán nos dice:
"Y recuerda a Job, cuando invocó a su Sustentador: '¡La desgracia ha hecho presa en mí: pero Tú eres el más misericordioso de los misericordiosos!'." (Sura 21: Al-Anbiya’ Los Profetas).

Los leones que dominan el mundo y no quieren reconocer otro Dios que no sea ellos mismos, no perdonaran a sus víctimas las deudas que les crearon con sus estafas. Su ansia de dominar y someter es más fuerte que su corazón falto de amor.
Abu Huraira recuerda que el profeta de Allah, (saws), dijo:
"Desgraciado es el esclavo del dinero, del tejido aterciopelado y de la túnica bordada. Sólo estará satisfecho si es agraciado, si no será infeliz." (Al Bujari /11/216)
Y narró Usamah Ibn Zaid que el mensajero de Allah (saws) dijo:
"Estuve junto a la puerta del Paraíso y la mayoría de los que ingresaban en él eran pobres. Los ricos estaban detenidos esperando permiso para entrar. Mientras que a la gente del infierno se le ordenaba ir al fuego." (Muslim, 2736).
El amor y el desapego de todo lo que nos esclaviza y domina nuestros deseos y pasiones es la única vía que puede conducir a los seres humanos a esta comprensión de la misericordia divina.
El desapego de Ibrahim respecto a su hijo es lo que le permitió conocer la misericordia de Allah, que sustituyó a Ismail por un cordero.
Abdullah Ibn Masud dijo: "El mensajero de Allah (saws) dormía sobre una esterilla, y al levantarse le quedaban marcadas las huellas en su espalda. Le dijimos: '¡Mensajero de Allah! Si te preparámos un lecho dormirías mejor'. Dijo: '¡Yo no soy en esta vida más que un viajero que se detiene a descansar bajo un árbol aprovechando su sombra y luego sigue su camino!'." (At Tirmidhi 2378).
Solo Allah sabe lo que habita en nuestros corazones y cuáles son las intenciones de nuestros actos, por eso al pobre y al rico, a los corderos y a los leones, solo una cosa les acompaña en su muerte, para que sea examinada por Allah.
Anás narró que el mensajero de Allah, que la paz y bendiciones sean con él, dijo: "Al difunto le acompañan tres cosas: Su familia y su gente, su dinero y sus obras. Dos se vuelven y sólo una se queda: su familia y su dinero se vuelven y sus obras permanecen". (Muslim 2960)
Cuando estemos solo debemos pensar que Allah nos acompaña en nuestra desolación y que las pruebas del camino nos acercan más a Él y nos purifican.
“Hemos creado al hombre y sabemos lo que su alma le susurra.  Estamos más cerca de él que su propia vena yugular”. (Coran Sura 50. 16).
En el Corán se nos dice:
“Quizás no os guste algo que sea bueno para vosotros y os agrade algo que os cause daño. Dios sabe más y vosotros sois ignorantes” (Sura II. 216).

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