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martes, 29 de marzo de 2016

Alabanza al mejor de los mensajeros

29/03/2016 - Autor: Muhsin Kakorawi - Fuente: WebIslam
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Benarés

1
tasbih
De Benarés una nube fue hacia Mathura,
la brisa trae el agua del Ganges en los hombros de los rayos.
Las gentes de Gokal, majestuosos como cipreses, hace wudu en casa
yendo a bañarse al rio Jamuna expuestos a la esperanza.
Del gran bosque llegan las noticias
que las nubes proceden de los santos lugares de los hindúes.
Densas nubes negras se extienden en la lontananza,
y los ídolos pueden balancearse no solo en Hind sino en el orbe entero.
Las nubes negras invaden cara a la qibla:
quizas Lât y Hubal la Ka’aba puedan asediar.
Un día entero, quizás en unas horas la lluvia cese,
por quince días habrá abundancia de agua.
Ni la luna es visible durante la noche ni el sol durante el día,
esta tumultuosa oscuridad es la influencia de Śanaiścara Saturno.
La densidad de esa nube luce como una vela invisible,
a veces pienso en una polilla que se busca en una antorcha…
La pupila se esconde en la oscuridad,
el ojo que todo lo ve que tiene los síntomas de cataratas.
Un humo que se eleva tocando la claraboya celeste.
¡Es humo negro cuajado en el techo de la casa solar!
Tan ciega es la oscuridad que las nubes yacen inmóviles,
trueno dile al rayo: ¡Trae una antorcha!
2
mahd
Retoños humanos verdean en el jardín
del cual los profetas son ramas y los gnósticos son brotes.
Una bella rosa de Arabia, el Profeta de Medina,
está adornado con una capa de eternidad y un turbante que anterior a esta es.
No se parece  a nadie, nada es igual a él ni como él es,
nadie le es similar, le es comparable o puede remplazarle.
Él es luna llena en su cénit, es dátil de la palmera de los dos mundos,
una perla del océano de la unidad, el loto de la fuente de la multiplicidad.
Luz del sol de la unicidad, luna nueva del honor,
la llama de la lámpara de la creación, esa lámpara que a los profetas guía.

La Ka’aba está en la pupila del Profeta, como la qibla para aquel que siente su mirada,
sus cabellos son como nubles negras que ondean en la cabeza de esta qibla.
Los rayos sollozan ante el ardor de aquella cara
y las nubes cubren como un chal a los relampagos,
mientras que difunde las alabanzas de la vida conferida de los labios del Profeta.
Escucha el momento en el que Isa le dice a las nubes:
«Mirad con ojos de justicia esa dentadura,
él es la única perla, es como una nube»
Un hilo de ángeles lo enebran como a una perla sagrada,
En la noche de mi’rāj aquella nube fue al trono exaltado.
Ascendiendo y descendiendo, el corcel Burāq fue como un rayo,
y la nube verdeó a la sombra del mundo entero

3
du’a
Tu estado es el máximo y excelso,
eres esencia de mi creencia.
Mi deseo es que mi poesía, ya sea qit’aqasīda o ghazal,
no tenga otro fin que alabarte a ti.
En mi creencia y en el mundo no tengo otro refugio.
Solo de ti dependo, de tu fuerza, de tu poder,
quieras ser mi fibra de esperanza, y seas también palmera verde y fresca
cuyas ramas tienen flores y esos flores frutos serán.

Mi deseo es que continue pensando en ti hasta el momento de mi muerte,
que te vea cuando la muerte venga a por mi,
que con tu nombre, Muhammad, sienta en mi corazón el secreto más allá de la mīm,
que mis labios alaben al Profeta y mi corazón glorifique a Allāh.
Y que el ángel de la muerte, Azrail, le diga enamorado a mi alma:
«Querido, si quieres ir a Medina yo iré contigo».
Y en el momento de la muerte note el signo de tu intercesión:
«No te preocupes por el día del juicio, nos preocuparemos de eso mañana».
Y aunque la memoria pueda confundirme
¡Que vea el palacio en la esquina de mi tumba!
¡Que los dos ángeles, mis afitriones, digan: «Estás en casa,
no te preocupes por nada, cesa tus ansias»!
¡Que recuerde tu faz tras mi aniquilación!
Así seas mi compañero de camino al no-ser y me guies como una antorcha,
sepulta mis faltas pesadas y ligeras,
y con mis actos nobles y virtuosos hagas una escalera.
¡Que tu elogiador se halle contigo el día que todos se levanten!,
Mantenme ebrio con la qasīda y ghazal
cuando Jibril se alce y diga: «Bismillāh,
de Benarés una nube fue hacia Mathura»
Muhsin Kakorawi (m. 1905)

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