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lunes, 29 de mayo de 2017

El 'Marina d'Or yihadista': entramos en el resort de lujo del ISIS en Mosul

Durante dos años, este hotel ha estado gestionado por el grupo, que lo remodeló y adaptó conforme a los preceptos islámicos para el descanso de sus miembros más selectos y sus familias

Foto: El 'Marina d'Or yihadista': El Hotel Nínive Internacional. (Ethel Bonet)
El 'Marina d'Or yihadista': El Hotel Nínive Internacional. (Ethel Bonet)
La pirámide truncada se eleva hacia el cielo a orillas del río Tigris, en su ribera oriental. O más bien lo que queda de ella. El Hotel Internacional Nínive sufrió importantes daños durante los combates por el barrio de Al Arabi en Mosul, uno de los últimos en ser liberado por las fuerzas iraquíes a finales de enero. Durante los dos últimos años, esta propiedad de lujo había servido como lugar de descanso y vacaciones para la flor y nata del Estado Islámico y sus familiares, una especie de Marina d'Or de secano y 'halal' (conforme a los preceptos del islam), hasta que se impusieron las necesidades militares.
Tras la toma de Mosul, el Estado Islámico asumió la dirección y gerencia de este resort vacacional con piscina y barra de bar, jardines con fuentes, canchas de tenis, sala de 'fitness' y dos salones para banquetes, y lo modificó conforme a su doctrina radical. La nueva dirección lo renombró Hotel de los Herederos, y sus 262 lujosas habitaciones con impresionantes vistas al Tigris estaban reservadas a la élite yihadista y sus parientes cercanos, que eran los únicos que podían pagarse esta privilegiada estancia. Por allí pasaron los ministros del Daesh y el propio Abu Baker al Baghdadi, cuando venía de visita a la ciudad.
Trabajadores del ISIS destruyen los relieves no islámicos en las paredes del hotel, en el vídeo promocional hecho por el grupo.
Trabajadores del ISIS destruyen los relieves no islámicos en las paredes del hotel, en el vídeo promocional hecho por el grupo.
Las banderas de países occidentales que ondeaban en los mástiles en la entrada del recinto hotelero fueron reemplazadas por la insignia negra y blanca del Estado Islámico. Con cincel y martillo, los yihadistas quitaron los relieves de seres mitológicos asirios que decoraban los muros para dejarlos totalmente lisos. La gerencia cambió el menú del restaurante para que que todas las comidas fueran 'halal', y en la carta de bebidas solo se ofrecía zumos, bebidas gaseosas y cócteles sin alcohol.
En la inauguración del reformado Hotel de los Herederos se invitó al evento a la prensa local. “Había yihadistas de todas las nacionalidades” con luengas barbas que cambiaron el uniforme militar por “camisa y pantalones anchos de color blanco”, explica Louey, un periodista de Mosul. “Cuando se hospedaba Al Baghdadi, había un fuerte dispositivo de seguridad, incluso se cerraban algunas calles para que nadie pudiera llegar al recinto del hotel”, recuerda.
Captura de pantalla del vídeo promocional del hotel hecho por los yihadistas.
Captura de pantalla del vídeo promocional del hotel hecho por los yihadistas.
El Daesh reclutó a sus propios empleados de confianza para trabajar en el hotel porque el acceso era muy restringido. En el edificio se celebraron banquetes de boda de altos mandos militares del grupo con esclavas yazidíes, o con novias extranjeras que venían a Irak y Siria para casarse con yihadistas. El Ministerio de Propaganda del grupo yihadista hizo vídeos promocionales del hotel, mostrando la piscina iluminada por la noche, la lujosa recepción con el suelo de mármol recién pulido, o el parque de atracciones que montó en una explanada dentro del recinto de hotel.
El ISIS trajo de las vecinas localidades cristianas de Bartela y Hamdaniya una noria, un tiovivo y otras atracciones infantiles. Ahora, en el abandonado recinto ferial, languidecen arrinconados elefantes rosas, ratones de grandes orejas y fieras con mirada tierna de cartón piedra que sirvieron de entretenimiento a los hijos de los yihadistas.

La 'carretera del Califa'

Cuando las huestes de Abu Baker al Baghdadi tomaron en tiempo récord la ciudad de Mosul y parte de la provincia de Nínive y se extendieron hacia la vecina Siria, el ISIS cerró todos los hoteles y hostales. Pero después, cuando el grupo yihadista intentó establecerse y expandir su Califato, volvió a reabrir los hoteles, pero remodelándolos acorde con su estricto estilo islámico. Lo que queda del hotel cinco estrellas del Estado Islámico es un espejismo alimentado por las leyendas populares.
El ISIS construyó una nueva ruta, conocida como la 'carretera del Califa', por la que únicamente podían circular los vehículos oficiales todoterreno con cristales tintados para evitar los atascos que se forman en Mosul. Los yihadistas trajeron 'bulldozers' y palas excavadoras y destrozaron parte del sitio arqueológico asirio donde el rey Senaquerib levantó su metrópolis imperial, en el siglo VIII a.C., para que el nuevo camino cruzara por allí. Este atajo conduce hacia el Hotel Internacional Nínive, y de allí bordea el río para cruzar por el puente Cuatro y llegar al casco antiguo en el lado oeste.
Captura de pantalla del vídeo promocional del hotel hecho por los yihadistas.
Captura de pantalla del vídeo promocional del hotel hecho por los yihadistas.
Durante la ofensiva para recuperar la orilla oriental de Mosul, el lujoso complejo hotelero se transformó en el cuartel militar de los yihadistas, que se instalaron en los bajos del hotel, donde estaban el gimnasio, los baños públicos de la piscina y los almacenes. Sacaron las máquinas de pesas, la cinta de correr y las bicicletas estáticas, llenaron de colchones y víveres la sala de 'fitness' y allí se atrincheraron los últimos combatientes del grupo en Mosul este hasta que la Policía Federal y el ejército, con apoyo de los bombardeos de la coalición internacional, tomaron el edificio y “mataron a 24 miembros del Daesh”, explica el capitán Buazer, de la División de Respuesta Rápida de la Policía Federal.
Por su estratégica localización frente al barrio Al Sahur (en la orilla derecha del Tigris), todavía bajo control del ISIS, el hotel se ha convertido en una posición militar que comparten la Policía Federal, el Ejército Nacional y un grupo de fuerzas especiales de Dinamarca. El capitán Buazer nos lleva a hacer un recorrido por el hotel. Hay que tener mucha precaución, porque al otro lado del río hay apostados francotiradores del EI.
La lujosa recepción con su pulido suelo de mármol, así como los dos restaurantes, se derrumbó por los bombardeos aéreos. La planta baja se ha convertido en una caverna oscura con madejas de cables sueltos, montañas de escombros y amasijos de hierro. Para acceder a las habitaciones del hotel hay que cruzar por este lúgubre pasillo intransitable. En las habitaciones de los pisos más altos del hotel, completamente desvalijado, están las posiciones de los francotiradores daneses. El antiguo centro hostelero internacional reconvertido en un pequeño edén yihadista es hoy la línea del frente en que se decidirá el futuro de Mosul.

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