Libro en PDF 10 MITOS identidad mexicana (PROFECIA POSCOVID)

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martes, 29 de agosto de 2017

ducados para el terror: los adolescentes adoctrinados y entrenados por Estado Islámico para cometer atentados en Europa

Mutassim está nervioso. A sus 16 años, nunca antes ha viajado en avión. Mira alrededor a los otros pasajeros mientras espera en una puerta de abordaje en el aeropuerto de Atenas.
No está muy seguro de lo que hace, así que imita a los demás colocando su tarjeta de embarque dentro de su pasaporte y colocándose en la fila para entrar a la aeronave.
Cuando llaman a abordar, este muchacho sirio echa mano de las pocas palabras de español que ha aprendido. Las autoridades le pueden interrogar y él está viajando con un pasaporte español falso.
Tuvo que pagar por el documento más de US$3.500 a una mafia de traficantes de personas que le ayudaron a irse de Siria a Turquía y, luego, a Europa.
Apenas hace un mes, estaba en Raqa, donde era miembro del autodenominado Estado Islámico (EI). El joven había sido asignado al hospital de la ciudad, donde cuidaba de los yihadistas y ayudaba a los enfermos.
Antes de eso, formó parte de una de las unidades de propaganda.
Pero esa era en otra vida, una que quiere olvidar.
Los bombardeos, los gritos, las decapitaciones, todo eso queda atrás. Deben quedar como un secreto, ahora cuando un nuevo comienzo le espera en Alemania para lo que necesita que las autoridades no descubran que fue entrenado y que sirvió como cachorro de león del califato.
El grupo extremista está colapsando. En Siria, Irak y Libia está perdiendo territorio. Sus ambiciones de crear un califato global no se han concretado, aunque quizá esto ya había sido predicho e incluso anticipado.
Por eso había un plan b, una póliza de seguro creada para extender su sobrevivencia mucho después de que perdiera el control de Raqa, Sirte o Mosul.
Primero fue la preparación, luego vino el reclutamiento y el entrenamiento para crear un nuevo ejército de niños que, al hacerse adultos, podrían convertirse en yihadistas. La próxima generación de odio de EI.
Mutassim no parece precisamente un guerrero. Es bajo de estatura y nervioso. Lo encuentro en la pequeña localidad alemana donde vive ahora. Le gusta fumar, algo que empezó a hacer desde que salió de Siria y que está prohibido por EI; y, aunque aún es temprano en el día, me ofrece una lata de cerveza.
Él dice que ha dejado de rezar que ha abandonado sus creencias. Antes, había absorbido las enseñanzas religiosas de EI y había seguido su camino radical.
Me cuenta que ha grabado en video las consecuencias de los bombardeos de la coalición internacional que combate a EI, que ayudó a los heridos en los hospitales y que presenció decapitaciones públicas.
También recibió el entrenamiento militar que el grupo exige como prerrequisito para sus miembros.
Mutassim solo necesitó 15 días, pero otros requieren de más tiempo. El programa es exigente. Las actividades comienzan con las oraciones a las 4 de la mañana. Luego venían los ejercicios físicos, el entrenamiento de combate y las clases sobre la ley islámica, la sharía.
Como parte de su formación, los adolescentes tenían que saltar entre llantas de vehículos en llamas y aprender a colarse entre barreras de alambre de púas, mientras se efectuaban rondas de disparos sobre sus cabezas.
Una de sus amigos, un chico de 13 años procedente de una localidad cercana a Damasco, fue herido en la cabeza por una bala perdida y murió.
Todo esto ocurrió antes de que Mutassim hubiera cumplido los 16 años.
Muchos grupos armados en África, Medio Oriente y América del Sur han entrenado niños como combatientes, pero pocos han refinado ese proceso de una forma tan eficiente como EI.
Las unidades de propaganda móvil que el grupo ha creado muestran imágenes de castigos y de combates ante audiencias que incluyen a niños de apenas cinco años de edad.
En grabaciones hechas de forma clandestina en Raqa que han llegado a la BBC, se ve un grupo de niños reunirse emocionados en torno a una jaula, dentro de la cual está uno de sus vecinos: un tendero de nombre Samir.
Los niños miran al prisionero, que se sienta agachado, con su cabeza inclinada en el centro de la jaula. Uno de los pequeños lo rocía con un líquido. Se le acusa de haber acosado sexualmente a una mujer musulmana y su castigo es servir de entretenimiento a los niños, como si fuera un animal en un zoológico.
Pero ellos, y otros pequeños como ellos, probablemente han visto cosas muchos peores: decapitaciones y ejecuciones.
Los yihadistas han sido cuidadosos en la forma de ganarse a los adolescentes para su causa. No solo los han tentado con las promesas de lograr la salvación y de llegar al paraíso, sino también con la posibilidad de satisfacer algunos deseos más terrenales.
La vida dentro de EI puede ser dura y peligrosa, pero no carece de recompensas.
Para Mutassim era la promesa de una esposa. A los 14 años y medio, él estaba deseoso de casarse. Cuando su familia se negó, EI dio un paso al frente. Le permitieron vivir con sus hombres, le dieron responsabilidades, le enseñaron a conducir y le prometieron una esposa.
El joven fue un recluta entusiasta. Dice que alrededor de 70% de los jóvenes que se unieron a la organización tenían problemas con su familia
"Los chicos chantajeaban a sus familias: o cumplían con sus exigencias o ellos se unirían a EI".
Sin embargo, a medida que avanzó la guerra, la vida en Raqa se hizo más dura.
"Cuando se produjeron los ataques en París, no se pudo dormir en Raqa. Los franceses bombardearon toda la ciudad. Yo me molesté porque personas inocentes murieron", dice.
Después de otro bombardeo oyó a niños llorando y a mujeres pidiendo auxilio. "Es un momento que nunca olvidaré. Fue como una escena de una película de acción".
Pero, al final, asegura que se desilusionó de EI. Los yihadistas a los que había admirado por ser valientes y poderosos, no eran fieles a sus creencias.
"Decidí irme cuando vi a uno de ellos golpear a una mujer. Me puse muy molesto. Él es un extranjero golpeando a una mujer siria. A partir de ese día empecé a odiar a Estado Islámico. Me tomó cuatro meses hasta poder desertar", dice.
Mutassim se reconcilió con su familia, que siempre le había rogado que se marchara. Ellos le pagaron a un contrabandista que le ayudó a escapar.
De Siria viajó a Turquía y de allí a Grecia, donde tomó un avión usando el pasaporte falso. Ahora vive en un centro para refugiados en Alemania.
Las autoridades alemanas no saben nada de su pasado, ni del sorprendente hecho de que fue capaz de viajar desde territorio controlado por EI hasta Europa sin ser detectado, en apenas un mes.
Y eso no es todo. Mutassim no viajó solo. Otro adolescente, uno que sirvió al califato en Siria y en Irak, logró llegar hasta Bélgica.
Omar, de 17 años, ya ha sido expulsado de tres albergues para refugiados por su falta de disciplina. Es un bravucón, pero cuando hablas con él pronto te das cuenta de que su tiempo con Estados Islámico fue un fracaso.
Él también es de Raqa. Tras dos semanas de entrenamiento allí le enviaron a Mosul, donde debió quedarse encerrado en una casa durante una semana. Fue decepcionante.
Allí conoció a otros sirios que llevaban en la ciudad más de dos años. Habían estado en el frente de batalla y lo único que tenían para comer era yogurt, pan y dátiles.
"Pasaban 24 horas sin ninguna comida. No cuidaban bien a los muyahidín", dice.
Omar nunca logró convertirse en el guerrero que quiso ser. No superó el curso de instrucción para ingresar al ejército del califato. Luego intentó unirse al equipo que fabrica bombas, pero fue rechazado así que terminó trabajando como informante espiando a los kurdos, a los fumadores o a quienes portaban armas sin autorización.
Una noche fue violado por un miliciano procedente de Argelia, tras lo cual decidió escapar.
En la actualidad, mantiene su pasado oculto. Sobrevive gracias a la ayuda que le dan sus "novias", señoras mayores que le dan dinero.
Dice no ser una amenaza para los europeos.
"Eran mis enemigos y ahora vivo entre ellos, comiendo y bebiendo con ellos. Me recibieron y han cuidado de mí. Comencé a odiar mi vida pasada y decidí comenzar una nueva", afirma.
En los últimos meses, la BBC ha sabido de, al menos, otros tres jóvenes que fueron niños soldados de Estado Islámico que están viviendo en Europa. Ellos no aceptaron ser entrevistados. Consultamos a la fuerza policial de la Unión Europea (Europol) acerca de algunos de estos casos, pero ellos declinaron emitir comentarios.

Currículo de odio

Muttassim durante la entrevista con la BBC.: Mutassim le contó a la BBC cómo logró llegar hasta Alemania.© BBC Mutassim le contó a la BBC cómo logró llegar hasta Alemania.
Estado Islámico no solo centró su atención en conseguir nuevos reclutas para enviar al frente de batalla, se adentró en la sociedad, en las casas, en las aulas de clase y en las mentes de los niños más pequeños.
Según revelan los libros usados en las escuelas, tan pronto cumplen cinco años, a los niños se les enseña un vocabulario de lucha y sangre. Se convierten en los cachorros del califato y se inicia el proceso de convertirlos en guerreros sagrados.
Los maestros tienen instrucciones de sembrar el "amor por la educación", pero deben hacerlo mencionando las virtudes de los profetas y mensajeros tales como "perdón, paciencia, valentía, fortaleza, confianza en Alá y en la llamada a la yihad en su nombre".
También les pedían que "inyectaran entusiasmo a través de rimas fervientes que aterroricen a los enemigos del islam".
Los cachorros aprenderían rimas sencillas pero violentas que glorifican la yihad y la muerte en nombre de Alá.
Así como el movimiento juvenil hitleriano adoctrinó a los niños para servir al Reich de 1.000 años de los nazis, Estado Islámico desarrolló un aparato para inyectar regularmente nueva sangre en sus venas. Cuando tomaron pleno control de Raqa en 2014 y la hicieron su capital, el plan para subvertir el sistema educativo se puso en marcha.
El recién creado ministerio de Educación emitió su primer decreto prohibiendo las clases de música, de formación cívica, historia, deportes e, incluso, el programa estatal de educación islámica del gobierno sirio.
Su lugar fue ocupado por los libros con la propia "doctrina yihadista" y de la "sharía islámica" de EI.
Como no disponían aún de libros impresos, usaron los existentes pero aplicándoles una dura censura, borrando los ejemplos que mencionaran cosas como los intereses bancarios, la democracia, las elecciones o el darwinismo.
Los maestros debían llenar los vacíos con ejemplos que "no contradigan la sharía o la política de EI".
En la educación primaria, el material religioso incluía textos instigando en contra de los no musulmanes, así como hojas de propaganda diseñadas para presentar a EI ante los más jóvenes desde una perspectiva positiva.
Para el año 2015 - 2016, el nuevo currículo educativo de EI finalmente se aplicaría en su totalidad. Entre los 5 y los 15 años de edad, los niños serían formados en 12 disciplinas que se basarían en la doctrina de Estado Islámico y en su visión del mundo.
La yihad se institucionalizó y todos los que estaban fuera de las fronteras del califato se convertían en enemigos.
Durante los años de primaria, sobre todo en sus clases de árabe, a los niños se les recuerda la lista de enemigos inclinados a "contaminar" la dignidad de los musulmanes incluyendo a los chiítas, los iraníes, los países de occidente, la coalición internacional que lidera Estados Unidos, la ONU y los gobernantes árabes que no siguen la sharía.
Desde esa tierna edad, los niños son adoctrinados sobre lo imperativo de hacer la yihad en contra de los infieles y de los apóstatas. Ellos deben ser vencidos.
Los textos escolares revelan que los niños de 6 a 11 años estaban siendo expuestos repetidamente a conceptos como Al Wala y Al Bara que implican amar a quienes aman a Alá y odiar a los que no lo hacen, así como la necesidad de hacer la yihad.
Pero, quizá la subversión educativa más maquiavélica de EI se plasma en su enseñanza del Corán, pues los maestros son instruidos para vincular versos de ese texto con conceptos extremistas.
Un miliciano de Estado Islámico en Raqa.: En junio de 2014, Estado Islámico ya controlaba Raqa y anunció la creación de su califato.© Reuters En junio de 2014, Estado Islámico ya controlaba Raqa y anunció la creación de su califato.
"Prepárate para enseñar este verso para mostrar a tus estudiantes que el objetivo de un creyente de la yihad en el nombre de Alá es la vitoria sobre los infieles o la muerte en honor a Alá", dice una instrucción.
Para el momento en el que concluyen la primaria, como resultado de estas enseñanzas, los niños verían como un apóstata a cualquier otro musulmán que no siguiera la misma doctrina.
El efecto de semejante currículo en los niños puede verse en "Entrenando a futuros leones", un video de propaganda de EI.
"¿Quién es tu emir?, pregunta el narrador.
"Abu Bakr al Baghdadi", responde Abdullah, un niño kazajo, quizá de menos de 10 años de edad.
"¿Qué quieres ser en el futuro?", repregunta el narrador.
"Yo seré quien te mate, oh infiel. Seré un muyahidín, si Alá quiere", replica el niño.
Tres meses más tarde, Abdullah apareció en un nuevo video, portando una pistola y ejecutando a dos supuestos espías.

Legado aterrador

Estado Islámico fue expulsado de Mosul, pero sus canciones siguen presentes en la mente de niños de 12 años como Usma y Yabcoub.
Los niños recuerdan cuando caminando hacia sus casas vieron cuerpos colgados de los postes del alumbrado público y videos con decapitaciones.
"Iremos a través de la muerte y regresaremos / marchando como uno solo / pero moriremos de pie como leones".
Omar vive ahora en Bélgica donde inició una nueva vida.© BBC Omar vive ahora en Bélgica donde inició una nueva vida.
Estado Islámico buscaba la atención de niños de su edad y más jóvenes. Era su póliza de seguro para el futuro y un proceso de filtrado para identificar a potenciales yihadistas que podrían ser reclutados y entrenados militarmente.
"EI no se acercó a los estudiantes de forma violenta. Ellos apelaron a las emociones diciendo: somos tu familia y te ayudaremos a conseguir tu libertad e independencia", dice a la BBC Yousef, el tutor de los niños.
Él vio cómo la ideología de EI tomó cuerpo en las aulas de clase y cómo desaparecieron algunos de sus alumnos.
"Los niños son terreno fértil. Es fácil para Estado Islámico lavarles el cerebro y prepararlos para ser reclutados, a diferencia de los adultos", afirma.
Asegura que en algunos casos, las familias entregaban un hijo a EI con el objetivo de proteger a otros miembros del grupo familiar.
Es lo que Mia Bloom, una experta en radicalización infantil de la Universidad Estatal de Georgia, denomina una "inversión perversa" del rol parental.
"Estado Islámico se ha asegurado que los que funcionó con otros niños soldados no pueda funcionar aquí. Los niños no pueden volver con sus familias si fueron estas las que les entregaron a EI".
Para Naciones Unidas no importa cómo los niños terminaron en las filas de un grupo armado, si fueron secuestrados, coaccionados o si se fueron voluntarios: todos los niños soldados son víctimas.
Los que fueron tomados muy pequeños no tienen recuerdos de una niñez apropiada y son los más difíciles de salvar.
Uno de los más destructivos legados de EI es el de los niños que vivieron bajo su régimen, que perdieron su pasado y presente ante el caos y la guerra y que ahora quedan sin futuro.
Es difícil precisar cifras exactas, pero al menos 2.000 niños se convirtieron en "cachorros de león del califato" -niños soldados para reforzar la maquinaria de guerra de EI- y muchos miles más fueron manipulados y adoctrinados sobre el yihadismo en las aulas de clase.
Son víctimas y algunos son una amenaza. Casi todos están abandonados en los márgenes de cualquiera que sea la sociedad en la que viven ahora.
Y pueden recaer. "No es una reincidencia como la que uno esperaría. Estos niños pueden terminar convertidos en criminales, tienen todas las habilidades para ello. Terminan en pandillas, no en grupos terroristas", señala Bloom.
Cuando se mira la ciudad vieja de Mosul, es fácil quedar abrumado por el espectáculo de devastación total.
Avión caza francés: Tras los atentados de París, Francia bombardeó duramente Raqa.© Getty Images Tras los atentados de París, Francia bombardeó duramente Raqa.
Se han hecho comparaciones con las ruinas de guerras anteriores como en Dresde o Stalingrado. Eso es exagerar los daños y perderse lo importante. El daño material es el más fácil de ver, pero también el más fácil de reparar. Las ciudades se reconstruyen.
En su corta vida, EI hizo un daño más duradero al preparar y corromper a estos jóvenes.
Identificar a los más afectados es muy difícil. Tratarlos, detener sus pesadillas y reparar sus traumas será costoso y tomará mucho tiempo.
Al no haber recibido la educación adecuada será muy difícil encontrarles empleoHacer que recuperen su credo, uno que no esté contaminado por la ideología yihadista requerirá perseverancia.
Eso podrá ser suficiente para salvarlos, reincorporarlos a sus sociedades, para ayudar a reconstruir Irak y Siria. Darle tratamiento a los que han sufrido y escapado a occidente podría evitar que se conviertan en criminales o en algo peor.
Pero todas esas cosas son difíciles e impopulares y quizás Estado Islámico, esos expertos en dividir y destruir, siempre lo supo.
Después de todo, ¿quién querría ayudar a un joven que quería ser un terrorista suicida?

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