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martes, 19 de septiembre de 2017

La constante violencia contra las mujeres

Cierto, México es un país violento en la que la mayoría de las víctimas de homicidio son hombres. Se trata, sin embargo, de una violencia cambiante en el tiempo. En contraste, la violencia contra las mujeres tiene una implacable característica: es invariable.
Por: José Merino (@PPmerino) y Carolina Torreblanca (@caro_whitetower)
Mara murió estrangulada en el cuarto de un motel en Puebla. Con mucha más frecuencia que los hombres, las mujeres mueren así: con las manos de un hombre alrededor de su cuello; en condiciones de indefensión; después de haber sido abusadas sexualmente.
Por ello es inútil y torpe decir “pero los hombres son con más frecuencia víctimas de homicidio”; porque aunque cierta, esta comparación es inexacta: trata de poner en los mismos términos violencias distintas. Sólo en 2015, las mujeres representaron apenas 11 % del total de víctimas de homicidio, pero 30 % de quienes murieron estrangulados o sofocados, y una mayoría (56%) de quienes fueron asesinados como consecuencia de violencia familiar.

Las mujeres no sólo son asesinadas de maneras cualitativamente distintas a los hombres, también tienen otra característica que no podemos ignorar: es constante. Mientras la tasa de homicidios contra hombres muestra rangos de varianza muy amplios, la tasa de homicidios contra mujeres se mantiene estable en el tiempo. Es justo por ello que cuando los niveles de violencia nacionales decrecen, la proporción de víctimas mujeres se incrementa. Esa violencia no cambia.
Un problema que no se va
En los últimos 12 años, entre 2004 y 2015, han sido asesinadas 23 mil 461 mujeres en México; 3 mil 836 de ellas murieron como Mara, estranguladas, asfixiadas o sofocadas.

Mientras que la tasa de homicidios de hombres en los últimos 12 años ha llegado a mínimos de 15 y máximos de 44, una fluctuación de casi 30 homicidios por cada 100 mil hombres, la de mujeres se ha mantenido muy estable; nunca rebasando 5 asesinatos por cada 100mil mujeres ni sumando menos de 2 por cada 100mil. Todos los años se asesina a una proporción muy similar de mujeres en nuestro país. Así, la desviación estándar anual promedio en el caso de hombres es de 10.6, mientras que en el caso de mujeres es de 0.99.
Ello implica que en años de mucha violencia, como 2010 o 2011, las mujeres representan un porcentaje menor sobre el total de homicidios (9 % y 10 % respectivamente); mientras que en años de relativa poca violencia, las mujeres representan un porcentaje mayor, como en 2007 (12 %) o 2015 (11 %). Esto no quiere decir que las mujeres han permanecido intocadas por la violencia asociada al crimen organizado; quiere decir que son permanentemente tocadas por una violencia asociada a su género.
Además, se les mata de maneras muy diferentes que a los hombres. La violencia contra hombres, perpetrada mayoritariamente por otros hombres es un fenómeno muy diferente a la violencia contra mujeres, también mayoritariamente perpetrada por hombres.
Homicidios crueles, homicidas en la familia
Las mujeres, con mucha mayor frecuencia respecto a los hombres, mueren estranguladas, asfixiadas o sofocadas.


Vale repetir los porcentajes: 1 de cada 10 víctimas de homicidio en México son mujeres; mientras que 3 de cada 10 víctimas estranguladas son mujeres.
Más aún, casi 6 de cada 10 personas asesinadas como resultado de violencia familiar, son mujeres.

Son violencias distintas
La violencia que viven los hombres en México es uno de los principales problemas nacionales, sin duda; pero es muy distinta a la que viven las mujeres y ésta última también debe ser prioritaria.
La insistencia en ignorar estas diferencias sistemáticas no ayuda ni a concentrar esfuerzos ni a encontrar soluciones. Somos un país donde asesinan mujeres estrangulándolas, las asesinan en sus casas, las asesinan año con año en la misma cantidad y donde insisten los comentadores que esas muertes no son el problema real, que nos deberíamos concentrar en las muertes que perpetran los hombres contra hombres, dado que son la mayoría.
Debemos empezar a distinguir violencias, si pretendemos combatirlas. Un buen lugar para empezar es generar datos que incorporen esas diferencias: hoy no podemos saber cuántas víctimas de homicidio presentan además signos de abuso sexual. Sabemos cuántas mujeres mueren y cuál fue la causa de su muerte, pero no tenemos información adicional que nos permita, como establece el código penal federal, identificar con precisión si se trató o no de un feminicidio.
No sabemos cuántas mujeres asesinadas fueron además violadas, pero sabemos que desde 1998 un total de 84 mujeres murieron por agresión sexual. Esto quiere decir que la agresión sexual misma fue la causa de la muerte. No hay forma de dar ese dato cubriendo la brutalidad que implica; el abuso, la violencia, la fuerza que tuvieron que implicar.
No hay forma tampoco de hacer este relato de datos y víctimas sin ponerle el rostro de una niña de 19 años que fue violada, estrangulada y tirada a una barranca.

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