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viernes, 17 de noviembre de 2017

Consideraciones en torno al islam y la contemporaneidad

Entrevista a Mansur Abdussalam Escudero, Presidente de Junta Islámica

15/02/1995 - Autor: Luis Vicente Moro - Fuente: Verde Islam 0
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Mansur Escudero, pionero del retorno del islam a al-Andalus
Mansur Escudero
¿Como se encuentra la situación religiosa del Islam en España? ¿Ha crecido en número de fieles en estos años?
Permítame que en primer lugar matice, respecto al término "religioso" al que se refiere en su pregunta, que en el Islam no existe una división entre lo religioso y lo profano. En el Islam, el ámbito de lo religioso abarca cada uno de los aspectos de la conducta humana. Quizás tengamos lugar más adelante para extendernos sobre este aspecto.
Vayamos al crecimiento de los musulmanes en España. Hay que tener en cuenta que, hasta hace muy pocos años era prácticamente desconocida la presencia en nuestra tierra de musulmanes de origen español. Si los había, estos mantenían tan secreta su existencia que, incluso hoy en día, es imposible determinar quienes o cuantos eran o donde se encontraban. Es más, parece como si la mantenida y encarnizada persecución de que durante siglos fueron objeto, hubiera producido un reflejo instintivo de conservación por el que todas las prácticas y costumbres islámicas hubieran tenido que ser reprimidas y relegadas a la memoria inconsciente. Así se podría entender que, en España, con una lengua con miles de términos de origen árabe, más la multitud de nombres de ciudades, pueblos y lugares que dan constancia de la presencia histórica del Islam, se de, tanto a nivel popular como de los sectores mas educados, una profunda ignorancia de lo que es el Islam o, lo que es peor, se le conozca por lo contrario de lo que es.
Pese a esto, me alegra poder decir que el Islam, tras el advenimiento de la democracia en España, ha comenzado a crecer de forma saludable, entre otras cosas, por su naturaleza unitaria e integral que no admite proceso alguno de secularización, la ausencia de un clero que actúe como intermediario en la relación espiritual del hombre con Dios y, porque, por mucho que se haya intentado borrar de la memoria histórica de nuestro pueblo o se distorsione su imagen a través de los medios de comunicación ahí continúa nuestro libro revelado, el Corán, libre de la menor alteración, como una referencia clara para los que buscan la verdad sin prejuicios.
Dese Ud. cuenta del hecho de que el Islam no es ninguna doctrina que promueva el proselitismo y, sin embargo, el número de musulmanes en nuestro país aumenta a ojos vista. De no existir mención alguna acerca de la existencia de musulmanes en los últimos trescientos años, hemos pasado a una situación en la que los musulmanes comenzamos a estar organizados. Hay más de treinta comunidades legalmente inscritas en el Ministerio de Justicia, más muchas otras de naturaleza digamos "espontánea" y, desde hace tres años, está constituida la Comisión Islámica de España, que llegó en el 1992 a la firma de unos Acuerdos de Cooperación con el Estado, tras declararse el Islam como religión de notorio arraigo en nuestro país. Estos Acuerdos, pese a sus deficiencias, suponen un interesante punto de partida para que los musulmanes lleguemos a un total reconocimiento de nuestros derechos civiles como ciudadanos españoles de religión islámica.
¿Cómo calificaría las actuales relaciones del Islam con el Estado español? ¿Cree que el Islam recibe un trato igualitario por parte de la Administración que el que tienen otros credos como el católico, por ejemplo?
La falta de un precedente legal que enmarque las relaciones entre el Islam y la Administración hace que todo el camino de desarrollo esté por recorrer, aunque se haya firmado un marco legal contemplado en la Constitución y expresado a través de los Acuerdos de Cooperación.
El peso de la memoria histórica y de los clichés que han estado oponiendo la visión del mundo imperante en Europa, por delimitar un ámbito de lo Occidental, han propugnado un estado de ignorancia acerca de la naturaleza del Islam que es necesario superar mediante la información y el mutuo conocimiento.
En términos generales y en mayor o menor medida casi todo el mundo tiene una idea clara de las propuestas, finalidad e ideario de la Iglesia Católica. No ocurre así en el caso del Islam, sobre el que tanta literatura se ha vertido y cuya imagen tan obstinadamente se ha deformado. Uno de los principales problemas que hoy en día encuentran los analistas políticos y los expertos en medios de comunicación es la profundidad en la que se encuentran arraigados estos estereotipos. Se reconoce que la idea de Europa se forjó políticamente en torno a la idea de las Cruzadas, de la misma forma que el modelo de libre mercado se forma frente al modelo socialista de la extinta Unión Soviética. Diez siglos de ideologización y demonización de la realidad islámica no se pueden cambiar en poco tiempo.
Dicho esto, queda claro que ha de pasar tiempo y han de evolucionar las mentalidades para que los responsables políticos y la ciudadanía se den cuenta de que el Islam no sólo está a la altura de las grandes confesiones monoteístas, sino que es su histórico y definitivo desenlace.
En el terreno práctico de la aplicación de la Ley de Libertad Religiosa, es evidente que existe una discriminación, que no dudo en calificar de agravio comparativo, a todas luces inconstitucional, entre el trato que recibe la Iglesia Católica y el Islam. La Iglesia Católica recibe una financiación directa a cargo de los presupuestos generales del Estado en torno a los 18.000 millones de pesetas, más otras ayudas en conceptos de asistencia social, educación, cultura, mantenimiento del patrimonio, etc. Mientras que el Islam, como confesión religiosa, no ha recibido absolutamente nada. Todas las actividades que los musulmanes llevamos a cabo en España están sufragadas por los propios musulmanes.
En mi experiencia de negociación con la Administración he podido apreciar una actitud claramente laicista, pero que solo se atreven a aplicar a las confesiones minoritarias, es decir musulmanes, protestantes y judíos. Cuando se han planteado suprimir la asignación presupuestaria a los católicos se han encontrado con la realidad conocida de "con la Iglesia hemos topado". Sin embargo, no quisiera que mis palabras se interpretaran como un deseo por nuestra parte de que se suprima la asignación económica a la Iglesia. Me parece justo que la reciban, en la medida que presta un servicio a una parte de la ciudadanía que profesa esta confesión. Pero me parece discriminatorio e ilegal que no apliquen el mismo criterio a las otras confesiones declaradas como de notorio arraigo. Me parece absurdo y socialmente peligroso el que la Administración, esgrima el argumento de la aconfesionalidad del Estado para negar su apoyo económico a las confesiones a las que ha reconocido un notorio arraigo y, por otra parte, financie asociaciones y actividades culturales de lo más variopinto, grupos políticos, sindicatos, deportes, etc. No debemos olvidar que la propia Constitución reconoce el papel que tiene la religión como elemento de desarrollo integral del hombre y que la estabilidad y el desarrollo de una comunidad humana tienen mucho que ver con el arraigo en la misma de firmes valores éticos y espirituales.
¿Qué ve Ud. dentro del significativo avance del integrismo islámico en el Norte de Africa?
El fenómeno del integrismo es un hecho que no se ha analizado correctamente y, desde la perspectiva europea, se tiende a perpetuar el cliché de la Cruzada lanzada por el Papa Inocencio III, en el que se define al musulmán como fanático, cruel y violento. Sin embargo, el radicalismo que se desprende de los movimientos llamados integristas habría que situarlos, como bien apunta J. Goytisolo, en el marco de un proceso de descolonización.
Tras algunas décadas en las que los nacionalismos vivieron su época dorada, de la mano de modelos laicos de sociedad, importados de Europa, sin contribuir a liberar a los pueblos del atraso y subdesarrollo sino, al contrario, sumiéndolos cada vez más en la pobreza y en la desigualdad, asistimos ahora al grito violento de unas comunidades que han visto mermados sus recursos, han perdido sus raíces y sus creencias mirándose ilusoriamente en el espejo de Europa y, cuando se han dado cuenta de la cruda verdad, han vuelto los ojos a su historia y tratan desesperadamente de afirmarse ante la dominación extranjera representada por gobiernos títeres que engañaron al pueblo prometiendo la liberación nacional y han dejado una estela de corrupción de difícil arreglo.
Relacionar estos movimientos de liberación con el Islam, sin matices, no puede llevarnos sino al desencuentro. Para quien conozca un poco la realidad del Islam debe resultar chocante asociar el largo rosario de muertes, amenaza y terror que se atribuyen a los movimientos integristas con las referencias que dimanan de una correcta interpretación de las fuentes del Islam, es decir, el Corán y la conducta profética.
Por otro lado, es curioso constatar como los medios tratan el terrorismo cuando este proviene del mundo islámico. Recordemos, por citar un símil, cuando la revolución armada sandinista se desarrollaba en Nicaragua, a ningún analista se le ocurrió relacionar las bombas o los ametrallamientos con integrismo alguno, puesto que se reconocía que se trataba de un movimiento popular de liberación. En cambio cuando se da un movimiento de liberación en países de mayoría musulmana, que se expresan en términos de su propia cultura, que es esencialmente islámica, se desplaza la cuestión hacia el fundamentalismo y el integrismo. Hablar en estos términos implica, además del desconocimiento de la Historia, una superficialidad cargada de frivolidad, teniendo en cuenta que el mantenimiento de esas actitudes agrava el problema en términos de vidas humanas, odio, empobrecimiento y confrontación.
Dicho esto, no quiero que exista ninguna ambigüedad en mi expresa condena del terrorismo de cualquier signo, tanto del desesperado que se autoinmola en un atentado suicida, como el que se planifica desde complejos centros operativos financiados por estados y se realiza con el más sofisticado armamento que actualmente existe. ¿O es que es más terrorismo el coche bomba o el tiro a bocajarro que el misil inteligente y las operaciones de "limpieza etnica"?.
El Islam, como su propio nombre indica, es una religión que promueve y busca la paz, a nivel individual y social. No cabe en su doctrina ni en las referencias conocidas de su historia, la agresión injustificada a otro pueblo, la tortura, el asesinato de inocentes, el maltrato a los prisioneros y todo lo que actualmente se llama terrorismo.
¿Cual es su punto de vista sobre la guerra civil en Argelia y sobre la posición que mantiene el FIS?
El caso argelino es, a todas luces, un ejemplo de lo expresado anteriormente. Antes incluso de que los hechos pudieran probarlo, Europa aprobó el golpe militar, aduciendo que la victoria del FIS por abrumadora mayoría en las urnas era un peligro para el sistema democrático. Con ello se ha difundido la falsa idea de que Islam y democracia implican conceptos excluyentes. Tal vez la conciencia europea tema más que el Islam demostrase ser una forma de democracia popular, directa y representativa que llevase a los pueblos a sacudirse las cadenas que hoy les atenazan: la deuda, los intereses de las corporaciones bancarias y multinacionales, la alienación publicitaria, la aceptación de un determinado modelo de desarrollo económico, las lacras sociales que no son sino el lado obscuro del brillante escaparate que exhibe occidente. Resulta paradójica la legalización del FI que, durante todo el proceso electoral, garantizó el respeto a las normas del juego democrático y se condujo en todo momento con moderación, y el espaldarazo inmediato de toda la Comunidad Europea a una Junta Militar, con un pasado claramente corrupto, cuyo único programa, por lo que se ha visto hasta el momento, ha sido la represión salvaje de los movimientos islámicos, es decir del pueblo en su mayoría.
Volvemos al pasado y al mantenimiento del espíritu de las Cruzadas: Islam como sinónimo de anacronismo frente a los tanques como banderas del progreso y la modernidad.
¿Cómo calificaría la postura que mantiene el Gobierno español y del resto de la Comunidad Europea sobre el integrismo y sus repercusiones?
En general, los gobiernos de los países que componen el mundo desarrollado, al ser en la práctica, meras delegaciones administrativas al servicio de los intereses del Mercado Único, no hacen sino un papel de mera correa de transmisión de las órdenes que dimanan de quienes diseñan la estrategia global. La construcción de Occidente se ha caracterizado históricamente por la aplicación de una fórmula basada en la descalificación del otro –el más próximo–, que resulta se el mundo árabe-islámico, principalmente los pueblos de la ribera sur del Mediterráneo, como metodología que ha demostrado su eficacia a lo largo de la Historia. El enemigo íntimo, indispensable para que la maquinaria ideológica no se oxide, siempre encarna los aspectos que no se quieren reconocer en uno mismo. De ahí, la proyección de los propios fantasmas y carencias. Recordemos que el término integrismo se difundió en el imaginario colectivo de Occidente en los años setenta a propósito de algunas posturas intransigentes mantenidas dentro de algunos sectores del catolicismo tales como monseñor Lefevre, que no aceptaban el agiornamiento propugnado por el Concilio Vaticano Segundo. Podemos señalar que la mejor manera de conseguir un Mediterráneo en calma sería dentro de una política de respeto entre las culturas y no tratando de imponer un modelo por la fuerza de las armas o de la propaganda. La inteligencia europea, si es que existe y conoce la Historia, debería alzar su voz en contra de la caricatura que se nos presenta de los pueblos islámicos. En el caso de España, me parecería un grave error que asumiera el papel de policía que intenta endosarle la Unión Europea, frente a sus más inmediatos vecinos, cuando su política exterior debería estar basada en unas relaciones de cooperación, entendimiento e intercambio con ellos. Nuestro país, que tanto debe en la formación de su identidad a la cultura árabe y al Islam, debería ser por el contrario, el valedor de las legítimas aspiraciones de estos pueblos, en el espacio cultural y político europeo, cuya necesidad de regeneración y vitalización es ostensible.
¿Hasta donde llega el Islam como religión y cuando se convierte en política?
Me parece apreciar que la pregunta surge desde una mentalidad que da por hecha la separación tajante de las realidades que conforman el universo existencial del ser humano. Se da por supuesto que la modernidad como referencia doctrinal asume y trata de imponer como dogma que debe ser así. Ésta también es una herencia, en este caso de un mundo desacralizado e indiferente hacia la realidad espiritual. Para los creyentes en Dios, como Creador de todo lo existente y como referencia última de las normas que deben regir la vida, tal separación no tiene sentido. La política, como ejercicio de intervención en los asuntos comunitarios se hace siempre en base a un ideario, a un modelo de sociedad, a unas normas de comportamiento, a fórmulas de regulación y protección social, etc. Sin esas referencias ningún hombre puede, en un sentido estricto, desarrollar una acción política que no lleve a la corrupción y al desatino.
El modelo de individuo y sociedad que se desprende de la creencia en Dios y en sus profetas se encuentra reflejada en las Revelaciones que se han sucedido a diversos pueblos que han conservado una tradición unitaria. Pretender alterar este modelo por la fuerza de las armas, de la propaganda o de la economía, es la expresión de un integrismo laico que no por solapado es menos feroz que el que se pretende atribuir a los pueblos que tratan de sacudirse un dominio colonial de siglos.
¿Cómo recibe las acusaciones que señalan al Islam como una vuelta a la Edad Media?
Como interesadas y tendenciosas. ¿Cómo es posible que, por un lado, se reconozca el papel que jugó el Islam en la formación del espíritu científico que dio lugar al renacimiento de las ciencias y las artes y establecer las bases que harían posible la Europa moderna y que ahora que esa misma Europa tiene que definirse como entidad histórica y cultural, señale al Islam como anacrónico y medieval? Esta idea no es nueva. Arranca de la moda ilustrada del siglo XVIII, que enlazaba el espíritu científico del siglo de las Luces con el mundo griego, olvidando con toda intención que fue precisamente el Islam quien recogió, acrecentándolo, ese acervo científico y, por otro lado, no era europeo sino claramente oriental. La visión de los románticos, la reivindicación de Lord Byron, etc. consolidaron la idea de la herencia grecorromana, dando un salto cualitativo que llegó a enraizar y a conformar la antropología y la geopolítica.
Resulta significativo que este nuevo intento de configurar la identidad europea, reviviendo el viejo fantasma de la Cruzada, se produzca justamente cuando las consecuencias del modelo de desarrollo dominante en Europa empieza a notarse de forma ostentosa: el modelo occidental no ha conseguido cumplir con los ideales de la Ilustración. ¿Dónde quedan las aspiraciones de libertad, igualdad y fraternidad en un mundo en el que las diferencias entre ricos y pobres se hacen cada vez mayores, en el que la libertad sólo se aplica a los aspectos más formales y rituales y donde la solidaridad brilla por su ausencia, además de la profunda huella de destrucción que el modelo ha dejado en una naturaleza cada vez más devastada?
¿Encuentra el Islam en una fase de expansión de su religión en Europa?
Evidentemente, cuando los individuos superen la desilusión que conlleva la forma de vivir que se preconiza en los llamados países desarrollados, retornarán las grandes preguntas existenciales inherentes a todo ser humano: ¿qué somos? ¿de dónde venimos? ¿a dónde vamos? Estas preguntas se encerraron en el fondo del baúl a causa de que el modelo "racionalista" no las puede responder e, incluso, reprime su formulación. Con la crisis del modelo reaparecen las preguntas y los individuos buscan las respuestas en las diferentes tradiciones que no han dejado de tenerlas en cuenta. La necesidad de trascendencia es tan honda que el buscador contemporáneo corre el riesgo de extraviarse ante toda una panoplia de ofertas pseudoreligiosas y esotéricas que tienen cabida en el supermercado de la fe. Los medios de comunicación nos transmiten a diario la existencia de casos deplorables de dominación de las conciencias y peligrosas alienaciones. Ante una respuesta tan clara y sencilla como la que ofrece el Islam no es de extrañar que paulatinamente haya más gente que encuentra en el Islam una referencia directa y sin ambigüedad para articular su comportamiento individual y social y dar un sentido trascendente a su vida. El Islam es sin duda el paradigma y el espejo en el que la humanidad puede, si Dios lo quiere, mirarse como una sola, por encima de las razas y de las culturas.
Mucho se habla últimamente de un Nuevo Orden que trascienda estados y nacionalismos y unifique a la humanidad. El Islam, en su más profundo sentido de sometimiento al Creador, es el modelo que integra todas las transacciones que el ser humano realiza y que podría llegar a hacer factible ese ideal, y no su caricatura plasmada en un mundo sólo libre de fronteras para la mejor dominación económica de los que, con un nombre o con otro, siempre han detentado el poder del dinero.

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