DARAA, EL ORIGEN CENSURADO DE LA GUERRA CONTRA
SIRIA
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para la Paz
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LA REALIDAD
QUE SE ESCONDE DETRÁS DE LA PROPAGANDA MEDIÁTICA CONTRA SIRIA
·
Daraa, el origen censurado de la guerra terrorista contra Siria
La lista de
mentiras y manipulaciones que se han lanzado desde los medios corporativos
contra el legítimo gobierno sirio desde 2011 sería inabarcable en un sólo
artículo. Doy por hecho que la mayoría de los lectores conocen esta realidad.
Pero todo este relato falsificado sobre Siria que ahora parece desplomarse tras
la derrota de la OTAN sobre el terreno, hunde sus raíces en el
carácter supuestamente “interno”,“popular”, “revolucionario”, “pacífico” y
“democratizador” de la guerra en Siria. Es decir, que toda la estrategia
propagandística de Occidente sobre Siria está basada en el falso
hecho de que están apoyando una “revolución popular” y “pacífica” en Siria que
se inició en 2011, que posteriormente fue “reprimida por el régimen de Al
Assad” hasta el punto de llevar al país a una “guerra civil”. Esta
situación de desventaja en la que se encuentra “el pueblo sirio
oprimido por un tirano”, justifica ante los
ciudadanos occidentales que EE .UU. y la OTAN junto con las dictaduras del Golfo
estén armando, financiando y apoyando a los “rebeldes sirios”, que
supuestamente representan al pueblo sirio (a pesar de que en
realidad esos “rebeldes” son mercenarios llegados de otros muchos
países extranjeros y de que el presidente Bashar Al Assad cuenta con el
apoyo mayoritario de los sirios). Al seguir sosteniendo este relato
heroico que nos habla del inicio de una “primavera árabe” en Siria,
todo lo demás está justificado. No importa lo que hagan los “rebeldes” y la
OTAN, porque “están defendiendo la democracia, la libertad y los Derechos
Humanos”. Sus crímenes se ocultan, se perdonan, no se investigan ni se tienen
en cuenta porque “están de nuestro lado” defendiendo “nuestros valores
occidentales”.
Frente a
esta interpretación idílica de los hechos poco importan los datos,
las pruebas, el derecho internacional o la ética periodística. No importa
lo que haga realmente Rusia y el resto de sus aliados en Siria, porque visto
desde las élites políticas y mediáticas occidentales todos ellos “están
apoyando a una dictadura que asesina a su propio pueblo”. El foco se coloca
única y exclusivamente sobre ellos, sobre las bajas que ocasionan sus ataques,
no importa si esos ataques y bombardeos son reales o tienen que
inventarlos, no importa si los muertos son realmente civiles o si son
terroristas yihadistas a sueldo. Ante los ojos de Occidente no
existen “terroristas” en Siria luchando contra un legítimo gobierno, todos
esos mercenarios forman parte del “pueblo sirio”, todos son “heroicos
defensores de la democracia”, son la “oposición moderada”, “rebeldes”,
“insurgentes”, o incluso “milicianos”. Se ocultan sus orígenes extremistas
(cuya matriz es Al Qaeda), su ideología wahabí, quiénes les financian, cómo y
porqué llegaron a Siria, cómo arrasan y saquean las ciudades y pueblos sirios,
cómo degüellan y ejecutan públicamente a aquellos sirios que no se unen a ellos
sea cual sea su religión y su raza, se oculta cómo bombardean con morteros a la
población civil, cómo utilizan armas químicas, cómo fueron entrenados por la
OTAN y sus aliados en Oriente Medio… Sus conclusiones siempre son las mismas:
el gobierno de Siria, Rusia, Irán, Hezbolá, las milicias iraquís o palestinas
“asesinan a la población civil siria de forma premeditada”, masiva, sin
compasión, sin motivos racionales, sólo por puro
fanatismo político-religioso. No luchan contra el terrorismo sino que lo
promocionan con su violencia, y en el caso de Rusia, además, pretende extender
esa violencia por Europa a través de la “invasión de Ucrania”. Son el eje
del mal, los populistas, los dictadores, los enemigos de la libertad y la
civilización occidental.
Esta es la dicotomía a
la que se enfrentan los ciudadanos occidentales diariamente cuando ven, leen o
escuchan los informativos. El mejor antídoto contra tanta manipulación de
la realidad y tanta propaganda de guerra, sería volver la vista
atrás y analizar el verdadero origen de la guerra contra Siria y
recordar algunos de los hechos ocurridos antes y después
de marzo de 2011, y así tratar de cortar de raíz ese cordón
umbilical que mantiene con vida el relato falsificado de Occidente, aún cuando
éste relato se está muriendo golpeado por la realidad.
Las manifestaciones que se iniciaron el 17 de marzo
de 2011 en la ciudad sureña de Daraa, cerca de la frontera con
Jordania, que todos señalan como la fecha en la que se inició la
mal llamada “revolución popular” o “primavera” en Siria, no fueron unas
“manifestaciones pacíficas” duramente “reprimidas por el
régimen de Al Assad”, que pretendía eliminar a sus “democráticos”
opositores, sin más. Tampoco la supuesta detención y represión contra unos
jóvenes y sus familiares por pintar unos grafitis pidiendo que “Al Assad
se marchara” fue un hecho relevante que por si mismo desencadenara la
“revolución” posterior. Más bien fue un hecho aislado pero
que manipulado y magnificado adecuadamente sirvió como argumento inicial
para construir todo el relato posterior difundido desde Occidente. No
obstante en aquellos momentos el gobierno sirio destituyó al Gobernador de
Daraa (también a los de Homs y Hama posteriormente) por este hecho y su gestión
durante las primeras revueltas. No sirvió de nada, como tampoco sirvieron las
reformas políticas emprendidas más tarde por el gobierno, porque la agenda de
los “opositores” era otra bien distinta a la que se quería aparentar de cara al
exterior, y que nada tenía que ver con la “democracia”.
Tampoco fue un movimiento genuinamente sirio, protagonizado por
demócratas sirios que pedían “libertad” y “Derechos Humanos”, y que finalmente
fue “secuestrado” por grupos terroristas que “aprovecharon la situación de
inestabilidad para entrar en Siria”, tal y como nos relatan desde Occidente
para tratar de explicar la presencia de grupos como el “Estado Islámico” en
Siria o Irak. Hasta al menos el año 2013 la inmensa mayoría de los
periodistas, activistas “humanitarios” y gobiernos occidentales ni siquiera
reconocían que Al Qaeda y otros grupos afines estaban luchando en Siria contra
el gobierno de Al Assad. Si no eran capaces de reconocer este hecho tan
evidente, mucho menos iban a reconocer que a esos grupos los financia y dirige
la OTAN y sus criminales aliados del Golfo. Todavía hoy en día siguen sin
reconocerlo; y los que lo hacen culpan al “régimen de Al Assad” de su presencia
en Siria. Su forma de tergiversar la realidad no conoce límites.
La realidad en Daraa y
el resto de Siria fue otra bien distinta a la relatada desde Occidente y
fue sistemáticamente ocultada por los grandes medios corporativos que
seguían el guion preestablecido de los gobiernos de la OTAN y sus aliados.
Estos grupos terroristas takfirís no surgieron como una consecuencia de la
“inestabilidad” o de la “guerra civil” en Siria, sino que fueron la causa de
esa “inestabilidad” en Siria. Fueron introducidos para crear la guerra, y
no al revés.
Desde el inicio de estas manifestaciones en Daraa, estos grupos
armados bien organizados encabezaron estas violentas
revueltas y dispararon contra la Policía que en muchos casos se encontraba
desarmada. Algunos francotiradores dispararon también contra los
propios manifestantes y las fuerzas de seguridad, tratando de crear caos,
confusión, un incremento de la violencia y provocar el endurecimiento
de la respuesta por parte del gobierno. Además se incendiaron las sedes
del partido Baas, el Palacio de la Justicia y varios edificios públicos más en
esa localidad. Días antes del inicio de estas manifestaciones y revueltas del
17 y 18 de marzo, el gobierno y las fuerzas sirias habían interceptado
varios camiones procedentes de Irak cargados con armas, fusiles, granadas y explosivos
con destino a Siria a través de Jordania. Hablamos de días y semanas antes
de producirse estas manifestaciones que supuestamente fueron espontáneas. Por
ejemplo, el 11 de marzo de 2011, uno de estos transportistas que fue
interceptado en el cruce del sur de Tanaf, cerca de la frontera siria con
Jordania, declaró que las armas que trasportaba procedían de Bagdad y que había
recibido 5.000 dólares para trasladarlas a Siria [1]. En 2012 el ex militar
saudí y presidente del Centro de Estudios Estratégicos de Jeddah, Anwar
Al-Eshki, reconoció ante la BBC que Arabia Saudí había enviado armas a sus
correligionarios de la mezquita de Al Omari en Daraa para que iniciasen
una insurrección armada contra el gobierno [2]. Algo similar hizo el
ex-primer ministro catarí, Sheikh Hamad Bin-Jaber al-Thani, durante una
entrevista para el Financial Times [3] donde reconocía la intervención de
países como Catar y Arabia Saudita en las “primaveras árabes” de
Libia y Siria, financiando y armando a los grupos terroristas desde su inicio
en 2011.
EE.UU. también envió armas
con destino a Daraa (y el resto de Siria) desde los muelles que
controlaban en Bengasi, en Libia, antes de iniciarse la falsa “revolución”
ese triste 17 de marzo de 2011. Primero llegaron las armas, que se
almacenaron en la mezquita de Al Omari (Daraa) que sirvió a su vez como
centro de operaciones para la Hermandad Musulmana local y el Partido de la
Liberación (Hizb ut-Tahrir) [4]. Y más tarde llegaron los
terroristas, en un primer momento también procedentes de Libia
donde un mes antes se había iniciado otra guerra de invasión –
llamada en occidente “primavera árabe” – organizada por la OTAN
para destruir el país y eliminar a Gadafi y su proyecto panafricano. Estos
grupos terroristas procedentes de Libia, principalmente miembros del Grupo
Combatiente Islámico Libio (LIFG) que más tarde formarían junto a otros
yihadistas el Ejército Sirio Libre (los “rebeldes moderados”, según la
OTAN), fueron introducidos por la CIA en el sur de Siria a través de su
sede en Jordania (después de cruzar Egipto e Israel), y en el norte a
través de Turquía. También a través de Jordania, el príncipe saudita
Bandar ben Sultan [5], introdujo a decenas de grupos terroristas que reclutó
previamente en diferentes países de Oriente Medio, norte de África, Asia
Central, etc. Desde los Emiratos Árabes Unidos (EAU) también se exportaron
terroristas. En el año 2010, meses antes de que se iniciaran las famosas
“primaveras árabes”, el régimen de Abu Dhabi firmó un contrato con la
empresa de seguridad privada estadounidense Xe Services, antes conocida como
Blackwater, para la creación de un “ejército secreto” de mercenarios
[6] que sería utilizado para, por un lado, reprimir las luchas
populares que se iniciaran contra las propias dictaduras del Golfo, como
ocurrió por ejemplo en Bahrein, y por otro lado, “para romper los
movimientos populares y asegurar que el poder permanezca en manos de gobiernos
que apoyan los intereses de EE.UU. y de las principales
potencias Europas”, como por ejemplo en Egipto y Túnez. El encargado de la
financiación era el jeque Mohamed bin Zayed al Nahyan, el entrenamiento por su
parte corrió a cargo de militares de EE.UU., Reino Unido, Francia y
Alemania. ¿Qué tiene que ver todo esto con unas “revoluciones populares” en
favor de la “democracia” en Oriente Medio? Absolutamente nada. Es una operación
militar y de inteligencia de la OTAN financiada con petrodólares del Golfo.
Volviendo a las “revueltas” iniciales, en cuestión de días
la invasión terrorista que comenzó en Daraa se extendió al
pueblo de Jisr al-Shughour, en la provincia de Idlib al noroeste de Siria,
a escasos 10 kilómetros de la frontera con Turquía. Allí ni siquiera se
reportaron manifestaciones en contra del “régimen”. Con el apoyo de Turquía los
terroristas salafistas – patrocinados por la OTAN (incluido Israel, por
supuesto) y el Consejo de Cooperación del Golfo – atacaron a las fuerzas
sirias y a la población civil que quedó atrapada en medio del fuego cruzado
[7]. Desde el inicio de las “revueltas” los medios corporativos y gobiernos
occidentales culparon unilateralmente al “régimen sirio” por la muerte de
civiles. Pero aquí, ante los hechos que ya conocemos, debemos
preguntarnos: ¿Quién es el responsable de estas muertes de civiles,
el gobierno y el ejército sirio que está defendiendo su soberanía
nacional y territorial, o los terroristas y mercenarios extranjeros
que invaden el país y asesinan a su población? Cuando
unas semanas más tarde de iniciarse las “pacíficas revueltas” en
Jisr al-Shughour (Idlib) el ejército sirio se hizo con el control de esta
zona, fue descubierta una fosa común donde aparecieron los cuerpos
de al menos 120 policías de esa localidad, muchos de ellos mutilados y
degollados [8]. Parece ser que estos policías, como los de
Daraa, fueron asesinados “pacíficamente” por los “demócratas”.
Obviamente no es ninguna casualidad que la mal
llamada “revolución siria” comience en estas dos pequeñas localidades
limítrofes con Jordania y Turquía (y cercanas estratégicamente a Israel y
Líbano), dos países que apoyaron de manera fundamental el
proyecto de “cambio de régimen” en Siria planificado por
Washington y apoyaron a los terroristas desde el primer momento, no sólo
permitiendo el paso de armas y terroristas a través de sus fronteras
sino albergando en su territorio campos de entrenamiento de terroristas
wahabís (como el de la ciudad jordana de Safawi o el existente en las
proximidades de la base militar de Incirlik, en Turquía [9]) que son
dirigidos por los servicios secretos estadounidenses, principalmente, aunque
también israelís, británicos, franceses y saudís. La frontera siria con
Turquía, Jordania o Irak era un coladero de terroristas y fundamentalistas, no
sólo desde el inicio de las “revueltas” sino desde al menos la invasión de
Irak en el año 2003. Algunas zonas dentro de Siria, como la propia
Daraa, estaban controladas o bajo la fuerte influencia de sectores
extremistas sunís que dieron apoyo a “paramilitares y escuadrones de
la muerte” que participaron en la invasión y destrucción de Irak dirigidos
por EE.UU. y sus aliados. En aquel
entonces en Siria “se estaba creando un nido de víboras que luego se
extendería y aplicarían su veneno a la propia Siria”, tal y como lo define
brillantemente en uno de sus artículos el escritor y analista Mikel Itulain: Las
revueltas en Siria no son ni fueron una rebelión popular ni pacífica.
Desde estas poblaciones o regiones sirias donde existía desde hace
años una fuerte presencia y actividad fundamentalista-yihadista, y que son
cercanas geográfica y geoestratégicamente a países como Turquía, Jordania,
Irak, Israel, Líbano, o Egipto (como Daraa, Idlib, Homs o Deir Ezzor)
surgieron “espontáneamente” las revueltas en Siria. ¿No es este un dato
fundamental, otro más entre tantos, que debería tenerse en cuenta a la hora de
analizar y relatar cómo y porqué se iniciaron las revueltas en Siria?
Obviamente si, como todos los demás, por eso lo censuran desde los medios
corporativos.
En informes académicos emitidos por el
West Point Combating Terrorism Center del ejército de los Estados
Unidos se realizaron estudios donde se mostraba de dónde procedía el flujo
principal de miembros de Al Qaeda que llegaban a Irak. (…). Las rutas que
usaban los terroristas para llegar a Irak eran las mismas que ahora se usan para
invadir Siria. Todo ello con la complicidad y apoyo de occidente y sus socios
en la región: Egipto, Israel, Jordania, Turquía, Arabia Saudí y Catar. En estos
estudios e informes del West Point Combating Terrorism Center también se vio
cuáles eran los principales centros de Siria donde se acumulaban terroristas de
Al Qaeda durante la guerra contra Irak. En el gráfico siguiente se puede ver
que eran lugares como Dayr Al-Zawr [Deir Ezzor],en
el sureste cerca de la frontera iraquí, Idlib, cerca de Alepo, y en Daraa,
donde se originaron las revueltas. Bien, esos sitios son precisamente los
epicentros de estas revueltas en Siria, y no por casualidad. [10]
Al mismo tiempo que
la “primavera” terrorista se extendía por varias localidades sirias,
decenas de miles de sirios se manifestaban en apoyo del gobierno sirio en
las grandes ciudades como Damasco o Alepo. Sin embargo, en un ejercicio de
descarada manipulación informativa, estas masivas manifestaciones a favor del
gobierno eran presentadas por los medios corporativos occidentales como
“manifestaciones en contra del régimen de Al Assad”, cuando fácilmente podía
comprobarse que ocurría todo lo contrario [11]. Por cada
manifestación que supuestamente se organizaba en contra del gobierno sirio en
pequeñas localidades, todas ellas muy minoritarias y violentas aunque
masivamente cubiertas por los grandes medios occidentales, era convocaba
otra mucho más multitudinaria a favor del gobierno en las grandes ciudades y
localidades más importantes, y que esos mismos medios corporativos
occidentales se encargaban de censurar. En esas minoritarias y
violentas “manifestaciones en contra del régimen”, los “pacíficos” y
“democráticos” participantes coreaban consignas pidiendo el exterminio de los
alauitas y la expulsión de los cristianos: “Cristianos a Beirut, alauitas a la
tumba”, gritaban. Al mismo tiempo estos grupos extremistas juraban lealtad al
clérigo sirio Adnan al-Aroor, patrocinado por Arabia Saudí, y al miembro
de la Hermandad Musulmana Jusuf al-Qaradawi, patrocinado por Catar. Estos
eran y siguen siendo algunos de los referentes “políticos” de la
“oposición moderada” que inició la “revolución popular” en Siria pidiendo
“democracia”. Por cierto, el diario El País con sede en Madrid, publicó un
artículo el 26 de marzo del año 2012 en el que definía al jeque Yusuf
al-Qaradawi – líder de la criminal Hermandad Musulmana
y que, entre otras cosas, presenta un programa religioso en la
televisión catarí Al Yazzera – como un “predicador
controvertido”, uno de los “teólogos más influyentes”, o un “intelectual” a la
altura de “Noam Chomsky, Mario Vargas Llosa o Umberto Eco”, nada más y nada
menos. El “intelectual” Yusuf al-Qaradawi exhorta desde sus tribunas
publicas a todos los musulmanes sunís del mundo a iniciar una “yihad”
contra Siria, Irán, Hezbolá y contra los chiís que no apoyan su causa
fundamentalista [12]. En realidad tampoco debe extrañarnos este comportamiento
de los grandes medios de comunicación occidentales. Este tipo de medios
corporativos, que son propiedad de las grandes corporaciones y del capital
financiero internacional, son los mismos que en su momento llamaban
“guerrero antisoviético” que “lucha por la paz” a Osama Ben Laden, como
hizo Robert Fisk en The Independent en 1993 [13].
En resumen, volviendo a
las “pacíficas manifestaciones” de estos “guerreros por la libertad”, aún en el
hipotético caso de que fueran reales todas esas pequeñas concentraciones que se
organizaban “en contra del régimen”, el apoyo mayoritario de los sirios hacia
su gobierno así como su oposición frente al terrorismo
takfirí que invadía el país desde marzo de 2011 era más que
evidente, como atestiguan tanto las imágenes como los testimonios de
diferentes activistas que trabajaban en Siria en esos momentos. Incluso algunas
encuestas publicadas desde lugares como Catar o el testimonio directo de los
“rebeldes moderados” apoyados por Occidente, es decir, el testimonio de sus
enemigos directos que luchaban contra el gobierno sirio sobre el terreno,
evidenciaban el claro apoyo que Bashar Al Assad tenía por parte del pueblo
sirio desde el inicio de la “revolución”, ese pueblo al que supuestamente
estaba “asesinando”.
Islamistas armados fueron más lejos. En
2012 Reuters, el Guardian y el Times Magazine reportaron a tres líderes del
‘Ejército Libre Sirio’ (ELS) en Aleppo diciendo que el Presidente de Siria
tenía un ’70 %’ de apoyo; o que la población local ‘son todos leales al
criminal Bashar, y nos delatan’; o que son ‘todos informantes… nos odian. Nos
culpan de la destrucción’. La impopularidad, claro, es fatal en una revolución;
aunque para un fanático religioso es sólo un inconveniente. Estos tres grupos
del ELS mantenían buenas relaciones con al Qaeda. [14]
Todo este apoyo popular
al gobierno sirio se pudo confirmar el 3 junio de 2014 cuando Al Assad ganó
las elecciones presidenciales con un 88,7% de los votos, tras una
participación del 73,42%, muy alta a pesar de estar en plena guerra de
invasión terrorista y de todos los impedimentos que pusieron los países
occidentales y sus vasallos para que los sirios en el extranjero pudieran votar
en esas elecciones [15]. De estos resultados electorales hay que destacar que
los “refugiados sirios” que se encontraban en países como Líbano y Jordania y
que pudieron participar en aquellas elecciones votaron mayoritariamente a favor
del gobierno de Bashar Al Assad, lo cual, una vez más, desmonta toda la
narrativa difundida desde Occidente por parte de los gobiernos, las grandes
ONGs, la yihad mediática y la izquierda corporativa. No huyen del gobierno,
huyen de los terroristas de la OTAN-CCG que iniciaron la guerra contra Siria
sin importarles la vida de los sirios.
Nadie en Siria antes
del 17 de marzo de 2011 se podía imaginar que esta
falsa “revolución popular” se iba a producir, puesto que no había ese
descontento y esa desesperación fruto de la “represión” de la que nos
hablan desde Occidente. Siria, que como cualquier país del mundo
tenía problemas y asuntos que mejorar o cambiar, era un país estable,
seguro y con un buen nivel de vida dentro del contexto regional. De hecho
los días 4 y 5 de febrero de 2011, así como los días 4 y 5 de marzo de ese año,
la “oposición siria” (es decir, los yihadistas encabezados por la Hermandad
Musulmana) apoyada desde el exterior convocó manifestaciones de protesta
en contra del gobierno sirio que resultaron ser un fracaso absoluto, como
reconocieron en aquel momento algunos medios occidentales como la revista
estadounidense Time. Afirmar que apenas unos días después, de forma
inexplicable “el pueblo sirio” harto de la “represión” despertó en todo el
país y se levantó “en contra
de un tirano”, era y es sencillamente manipular la
realidad de forma grotesca.
La corresponsal de Time, Rania Abouzeid,
atribuyó el
fracaso de que los organizadores de la protesta no obtuvieran un apoyo significativo
al hecho de que la mayoría de los sirios no se oponían a su gobierno.
Assad tenía una reputación favorable, especialmente entre las dos terceras
partes de la población por debajo de los 30 años de edad; y las políticas de su gobierno eran
apoyadas extensamente. “Incluso los críticos
reconocen que Assad es popular y es considerado cercano a la enorme cohorte
juvenil del país, tanto emocionalmente, como ideológicamente y, por supuesto,
cronológicamente”, dijo Abouzeid, añadiendo que a diferencia de “los derrocados
líderes proamericanos de Túnez y Egipto, la política exterior hacia Israel, el
fuerte apoyo a los palestinos y a los grupos militantes de Hamas y Hezbollah
están en línea con el sentimiento popular sirio”. Assad, en otras palabras, tenía
legitimidad. El corresponsal de Time añadió que
“conducir por su cuenta a la Mezquita Umayyad en febrero para participar en
oraciones para celebrar el cumpleaños del Profeta Muhammad y pasear por el
concurrido mercado del Souq Al-Hamidiyah con un bajo perfil de seguridad” lo ha
“ayudado a hacerse querer, personalmente, por el pueblo”. (…) Un joven sirio
dijo a Time: “Hay mucha ayuda del gobierno para los jóvenes, nos dan
libros gratis, escuelas gratis, universidades gratis”. (…) “¿Por qué habría una
revolución?, tal vez haya un uno por ciento de posibilidades”. [16]
Desde el inicio de
esas primeras revueltas violentas de Daraa, los grandes
medios de masas occidentales se encargaron de reportar
puntualmente las muertes de manifestantes supuestamente “a manos del
régimen”, pero ocultaban que esos “pacíficos manifestantes” estaban
armados y disparaban contra la policía matando a decenas de ellos
durante esos primeros días de revueltas. La Policía, así como el
ejército que tuvo que intervenir posteriormente ante la muerte de decenas de
estos policías y de manifestantes a manos de francotiradores, no estaban
reprimiendo a un movimiento democrático y pacífico de protesta sino
respondiendo a una insurrección armada muy violenta
organizada desde el exterior. Algunos de estos soldados sirios que fueron
enviados a Daraa tras iniciarse las primeras revueltas, ofrecen una visión
muy distinta a la difundida por los gobiernos, grandes medios corporativos
y ONGs occidentales sobre aquellos hechos iniciales. Estos soldados que fueron
enviados desde Damasco a Daraa se encontraron con una situación muy distinta a
la que se esperaban. Según su propio relato [17], en esos primeros momentos
estos soldados y policías no portaban armas de fuego, sólo material
antidisturbios. Sin embargo nada más llegar a Daraa fueron recibidos por una
multitud armada, muy bien organizada, que disparó contra ellos utilizando
fusiles, pistolas y ametralladoras sin darles ninguna posibilidad de
defenderse. Algunos pudieron huir y refugiarse en un cuartel general en el que
permanecieron atrincherados durante varias semanas. Durante ese tiempo, según
relata uno de estos soldados, no recibieron armas del gobierno sirio para poder
defenderse, lo que choca frontalmente con la versión occidental. Quizás ése sea
el reproche más grande que haya que hacerle a gobierno de Bashar al-Assad
durante esos primeros momentos. Aquellos soldados y policías fueron
enviados a una muerte segura en Daraa (también, posteriormente, en lugares como
Latakia).
La propia ONU en marzo
de 2012, a pesar de apoyarse en fuentes que manipulaban las cifras y los
muertos (como el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos creado por el
gobierno del Reino Unido, por ejemplo), reconoció en sus informes que en el
primer año de “conflicto” en Siria se habían reportado unas 5.000 muertes,
de las cuales 2.569 eran policías, militares y funcionarios del gobierno sirio
[18]. Es decir, que las propias cifras que aportaban algunos organismos
pro-occidentales, que como digo sus cifras estaban manipuladas en contra del
gobierno de Al Assad, desmontan algunos de los pilares sobre los que se asienta
la narrativa mediática occidental sobre Siria desde entonces. Al contrario de
lo relatado desde hace más de 5 años, las manifestaciones no eran pacíficas
y la oposición estaba encabezada por yihadistas fuertemente
armados desde un principio [19]. El gobierno sirio no atacaba “a su propio
pueblo” sino que defendía a su país y a su población de un ataque armado
provocado por mercenarios extranjeros.
Desde el punto de vista
ideológico y político, esa “primavera siria” tampoco estaba encabezada por
moderados opositores políticos que luchaban por la democracia y la
libertad, sino que estaba liderada por los Hermanos Musulmanes de Siria y el grupo
Hizb ut-Tahrir (Partido de la Liberación) – ambos apoyados, entre otros
países, por Reino Unido donde residen sus dirigentes exiliados – a los que
se unieron otros grupos salafistas posteriormente, como Jabhat al-Nusra y
Ahrar al-Sham. Tres meses antes del inicio de las revueltas en
Daraa los líderes de la Hermandad Musulmana ya habían expresado “su
esperanza de una revuelta civil en Siria”, apoyada y organizada desde
Washington. El 28 de marzo de 2011 el jefe de esta Hermandad Musulmana
siria, Muhammad Riyad Al-Shaqfa, emitió un comunicado señalando el carácter
“sectario” e “islamista” de las revueltas y reivindicando su papel
protagónico en ellas [20]. Estos son los mismos Hermanos
Musulmanes que en febrero de 1982 ya ejecutaron otra “revolución
popular” iniciada en Hama para intentar derrocar al gobierno de
Hafez al Assad siguiendo un patrón muy similar al actual. Este papel
protagónico de los Hermanos Musulmanes y del fundamentalismo islámico en
el inicio de la “primavera árabe” de 2011 en Siria fue reconocido incluso
por la Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa de EE.UU. (DIA), quien en agosto
de 2012 señalaba en un informe que “los salafistas, la Hermandad Musulmana
y Al Qaeda en Irak eran las principales fuerzas que impulsaban la insurrección
en Siria”, también ideológica y mediáticamente [21].
Es decir, que de nuevo,
con los hechos en la mano, ese relato épico y romántico que nos han
contado sobre una “primavera árabe” y una “revolución popular” en
Siria se cae por su propio peso. Tanto los organizadores de esta
“revolución”, como los ejecutores y todos sus patrocinadores eran
fuerzas extranjeras (OTAN-CCG) que pretendían lograr no sólo un “cambio de
régimen” en Siria, sino destruir ese Estado secular siguiendo el mismo patrón
empleado en Libia, y así convertir un país soberano, miembro del Eje de la
Resistencia, en un “califato” títere de Occidente. Gracias a la información de
la que disponemos, como la aportada por los cables presentados por WikiLeaks,
sabemos que desde al menos el año 2006 Washington tenía planes para derrocar a
Al Assad y reconfigurar el mapa de Oriente Medio y norte de África [22].
Algunos de los motivos económicos y geopolíticos por los que Siria y su
legítimo presidente estaban en el punto de mira de la OTAN y las dictaduras del
Golfo los expuse en otro artículo anterior: No son los Derechos Humanos, ¡es el
petróleo , estúpido!
Ya en el año 2007
el premiado periodista Seymour Hersh escribió un famoso
artículo publicado en The New Yorker titulado La
Redirección donde adelantaba entonces
cómo EE.UU. se disponía a financiar
a grupos opositores o incluso a utilizar el terrorismo yihadista para
desestabilizar a aquellos países y derrocar a aquellos gobiernos que suponían
un obstáculo para ejecutar sus proyectos económicos y geopolíticos en
la región. Unos años más tarde incluso el propio George W. Bush reconoció en su
libro de memorias que entre los planes de su gobierno y del Pentágono
estaba atacar a Siria como paso previo para un ataque mayor contra Irán [23].
Si no lo hicieron, reconoce él mismo, fue porque resultaba demasiado
arriesgado para su ejército, como pudieron comprobar años atrás en Irak.
Esto explica porqué EE.UU. decidió utilizar a
grupos terroristas salafistas como los soldados de infantería de la OTAN en
Libia y Siria, ya con Obama en la presidencia.
Las “revoluciones” y
“primaveras árabes” que aparecieron después son el fruto de ese
proyecto imperialista occidental largamente estudiado. No eran por lo
tanto “revoluciones populares” y “espontáneas” sino un proyecto político-económico
bien planificado. Unos años más tarde (2015) otro reconocido analista
internacional, Thierry Meyssan, concretaba un poco más ese proyecto de EE.UU. para reconfigurar
un nuevo Medio Oriente Ampliado, proyecto al que se
unieron Reino Unido y Francia como actores principales de la tragedia. Su
estrategia imperialista se plasmó en los llamados Acuerdos de Lancaster
House.
En 2009 y 2010, después de haber
invitado en 2008 a su homólogo sirio Bachar al-Assad a participar en las
ceremonias conmemorativas del aniversario de la Revolución Francesa y
de haber incluso elogiado los pasos de Assad a favor de la
democracia, el entonces presidente de Francia Nicolás Sarkozy negocia con
Estados Unidos y con el Reino Unido el rediseño del «Medio Oriente ampliado».
La secretaria de Estado Hillary Clinton convence a Sarkozy para que
reactive el proyecto colonial franco-británico, bajo tutela estadounidense.
En eso consiste la teoría del «liderazgo desde atrás». El 2 de noviembre
de 2010 –o sea, antes de la «primavera árabe»–, Francia y el Reino Unido firman
una serie de documentos conocidos como los Acuerdos de Lancaster House.
La parte pública de esos acuerdos anuncia que Francia y el Reino Unido
pondrán en común sus fuerzas de proyección –o sea, sus tropas coloniales–,
la parte secreta prevé atacar Libia y Siria el 21 de marzo
de 2011. [24]
Casi 6 años después de
que la OTAN-CCG iniciaran una guerra de invasión terrorista contra la República
Árabe Siria, hemos podido escuchar gracias a un audio revelado por WikiLeaks y
publicado en diversos medios de comunicación [25], cómo en
septiembre del año pasado John Kerry reconocía durante una reunión
mantenida a puerta cerrada con “opositores sirios”, que EE.UU. permitió el crecimiento
y la actividad criminal de Daesh (o Estado Islámico) en Siria con el fin de
“derrocar a Al Assad”. Es decir, que EE.UU. jamás tuvo la intención
de “luchar contra el terrorismo” en Siria, sino colaborar con los terroristas
para destruir el Estado secular sirio como antes hicieron con Libia. Al mismo
tiempo el ex-secretario de Estado también reconocía en esa
reunión que Rusia intervino en Siria a petición del gobierno para combatir
al Estado Islámico e impedir que instalara allí un “Sunistán”.
Seguir sosteniendo hoy
en día que la guerra en Siria (contra Siria) se inició a raíz de unas
“pacíficas”, “populares”, “espontáneas” y “masivas” manifestaciones que
fueron “brutalmente reprimidas por el régimen sirio” dando origen a una “guerra
civil”, tal y como sostienen no sólo la derecha política y económica y su yihad
mediática sino la “izquierda progresista” y el “activismo
humanitario” en su conjunto, es persistir en el engaño y la mentira
de una manera tan irracional como repugnante. ¿Qué más pruebas necesitan para
reconocer la realidad?
El macabro
guion aplicado en Libia se exportó inmediatament e a Siria
a través de Daraa. Por suerte a día de hoy, al contrario de lo que ocurrió
en Libia, podemos decir que Siria y sus aliados – principalmente Rusia y
el Eje
de la Resistencia – están derrotando a los
terroristas y a las potencias occidentales y las dictaduras del Golfo
Pérsico que los patrocinan, sobretodo a raíz del punto de inflexión que supuso
la liberación de Alepo. Aunque, por desgracia, la guerra terrorista contra
Siria continúa.
REFERENCIAS – NOTAS
[1] Daraa 2011: Syria’s
Islamist Insurrection in Disguise,- artículo de Tim Anderson, profesor
titular de Economía Política en la Universidad de
Sydney (Global Research, 16/3/2016).
[2] Syria – Daraa
Revolution was Armed to the Teeth from the Very Beginning,- vídeo de las
declaraciones del saudí Anwar Al-Eshki a la BBC (YouTube, 7/11/2013).
[3] Lunch with the FT: Sheikh Hamad Bin-Jaber
al-Thani,- entrevista con el ex primer ministro de Catar (Financial Times,
15/4/2016).
[4] The day before Deraa: How the war broke out in Syria,-
artículo de Steven Sahiounie (American Herald Tribune, 10/8/2016). Este
artículo puede leerse en español traducido por el equipo de SOTT: El día antes de Deraa: cómo Occidente llevó
a Siria a la guerra civil
[5] Dimisión del
príncipe saudita Bandar ben Sultan,- Red Voltaire (17/4/2014). Leer
también: La contrarrevolución en Medio Oriente,- un artículo extenso y
detallado de Thierry Meyssan sobre el papel desestabilizar de Arabia Saudí en
la región, en complicidad con EE.UU. e Israel (Red Voltaire,
15/5/2011).
[6] A Secret Army of
Mercenaries for the Middle East and North Africa,- artículo del geógrafo y
analista geopolítico Manlio Dinucci (Global Research, 24/5/2011).
[7] The Destabilization
of Syria and the Broader Middle East War,- artículo del profesor Michel
Chossudovsky (Global Research, 17/6/2011).
[8] Encuentran fosa
común en Siria,- información aportada por Hispan TV y recogida por
Red Voltaire el 12 de junio de 2011.
[9] EE.UU. entrenó a grupo
terrorista ISIS en base secreta de Jordania,- reporte publicado en el Correo
del Orinoco (18/6/2014) que cita varias fuentes, entre ellas un informe
publicado en febrero de 2012 por el medio estadounidense World
Net Daily (WND).
[10] Las
revueltas en Siria no son ni fueron una rebelión popular ni pacífica,- artículo
del analista y escritor Mikel Itulain (¿Es Posible la Paz? 1/5/2013)
[11] Los medios de
comunicación corporativos y la guerra contra Siria,- artículo bien documentado
de Mikel Itulain en su blog ¿Es Posible la Paz? (6/9/2012)
[12] Meet the “Friends
of Yihad”,- artículo del analista geopolítico Pepe Escobar (Asia Times Online,
5/6/2013). Traducido al español por Germán Leyens para Red Voltaire:
Los “Amigos de la Yihad” (9/6/2013)
[13] La prensa
británica tachaba en 1993 a Bin Laden de “guerrero antisoviético de paz”,- un
reporte de Russia Today recordando los elogios a Bin Laden (7/12/2013)
[14] Por qué los sirios
apoyan a Bashar al Assad,- artículo del profesor Tim Anderson (puede leerse en
español en el Diario Sirio-Libanés (DSL) publicado el 28/10/2014)
[15] El Pueblo de Siria
ha hablado,- un detallado artículo del periodista, analista e intelectual
francés Thierry Meyssan (Red Voltaire, 6/6/2014)
[16] The Revolutionary Distemper in Syria That Wasn’t,- un
amplio artículo lleno de referencias y de información publicado por el
escritor y analista canadiense Stephen Gowans (What´s Left, 22/10/2016).
Este artículo fue traducido por el equipo de SOTT: Descontento fabricado: el pueblo de Siria
nunca deseó la revolución
[17] Syria’s ‘Peaceful’
Protests and “Freedom Bullets,” Testimony from the REAL Syria Civil Defence,-
un completo informe publicado por la activista Vanessa Beeley (21st Century
Wire, 6/11/2016)
[18] How narratives killed the Syrian people,-
artículo de la investigadora y experta en Oriente Medio Sharmine Narwani (RT,
23/3/2016). Este artículo fue traducido al español por Diego Sequera para la
página Misión Verdad: De cómo las narrativas mataron al pueblo
sirio (23/3/2016)
[19] Five Years Ago:
The US-NATO-Israel Sponsored Al Qaeda Insurgency in Syria. Who Was Behind The
2011 “Protest Movement”?,- informe del profesor canadiense Michel Chossudovsky
(Global Research, 16/3/2016)
[20] Muslim Brotherhood Statement about the
so-called “Syrian Revolution”,- comunicado de la Hermandad
Musulmana sobre la “revolución siria” (The truth about Syria, 12/2/2012)
[21] 2012 Defense
Intelligence Agency document: West will facilitate rise of Islamic State “in
order to isolate the Syrian regime”,- informe de la DIA publicado por
Levant Report (19/5/2015)
[22] WikiLeaks Reveals
How the US Aggressively Pursued Regime Change in Syria, Igniting a
Bloodbath,- artículo publicada por Robert Naiman (Truthout, 9/10/2015)
[23] George Bush’s
memoirs reveal how he considered attacks on Iran and Syria,- publicado por The
Guardian, 8/11/2010
[24] ¿Por qué Francia quiere derrocar la
República Árabe Siria?,- artículo del analista Thierry Meyssan (Red
Voltaire, 12/10/2015)
[25] Kerry admite: EEUU intentó usar a Daesh para derrocar a
Al-Asad,- Hispan TV (6/1/2017)
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