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domingo, 14 de enero de 2018

Una revolución contra las promesas rotas en Túnez

Miles de tunecinos ondean banderas nacionales en el aniversario de la Primavera Árabe. FETHI BELAIDAFP-PHOTO
La cuna de la Primavera Árabe marca hoy siete años desde que derribó la dictadura de Ben Ali inmersa en una grave ola de contestación social
La cuna de la Primavera Árabe ruge de rabia de nuevo. Las reivindicaciones de pan, trabajo y dignidad que escalaron en una ola de protestas que logró echar abajo el régimen de Zin el Abidin Ben Ali en Túnez han regresado a las calles de todo país siete años después. Entonces, como hoy, los jóvenes desempleados de las 'banlieus' y de las ciudades del interior subdesarrollado hacen alarde de su furia y su frustración vital.
Las protestas estallaron hace una semana tras la aprobación en el Parlamento de la Ley de Presupuestos de 2018, que estipula subidas de precios para productos de consumo diario y servicios como telefonía e internet. Las autoridades han aumentado los impuestos y prevén bajar los salarios de los funcionarios y congelar las contrataciones públicas. Animados por la campaña Fech Nestannew (¿A qué esperamos?), los tunecinos se echaron a la calle pacíficamente, pero las protestas derivaron en disturbios con las fuerzas de seguridad que empeoraron tras la muerte, el lunes, de un manifestante en la población de Teburba, a 30 kilómetros de la capital.
Se trata de la más grave ola de contestación contra el Gobierno que dirige Yusef Chahed, en coalición con Nidaa Tunis (conservadores laicos), En Nahda (islamistas) e independientes. Enero es, tradicionalmente, un mes de movilizaciones sociales contra el alza de precios, pero esta vez las protestas ponen en jaque a las autoridades a pocos meses de las elecciones municipales, las primeras desde la revolución. Los comicios, pospuestos una y otra vez desde 2011, deberán celebrarse en mayo.
El presidente tunecino, Beji Caid Esebsi (jefe de filas de Nidaa Tunis), se reunió ayer con los partidos en el Gobierno, el poderoso sindicato Unión General de Trabajadores Tunecinos (UGTT) -que jugó un importante papel durante la revolución- y la patronal UTICA para encontrar una solución la crisis. Tras el encuentro, el Gabinete prometió incrementar las ayudas a los más pobres, pero no especificó sus planes.
Tras varias noches consecutivas de graves disturbios por todo el país, que se han saldado con unos 800 detenidos y 97 agentes de las fuerzas de seguridad heridos (no hay cifras oficiales sobre manifestantes heridos), la calma volvió desde el viernes a Túnez. Sin embargo, puede ser el silencio previo a una tempestad, ya que para hoy domingo está convocada una gran movilización en todo el país, para conmemorar el día en que, hace siete años, el dictador Ben Ali huía del país para refugiarse en Arabia Saudí tras un mes de manifestaciones y disturbios. Entonces, todo comenzó en Sidi Bouzid, una ciudad enclavada en el marginado interior tunecino, donde un joven vendedor ambulante se inmoló para protestar por el maltrato que sufrió a manos de las autoridades.
Los jóvenes que se alzaron contra la dictadura tienen ahora libertad, pero sus vidas no han mejorado en términos materiales. "El problema también es que Túnez, que hace frente a una situación económica difícil en una coyuntura regional e internacional extremadamente complicada, no encuentra a quien se ponga de su parte para que su experiencia funcione, quien ayude al país a ser de verdad un modelo de cambio democrático exitoso en sus deberes políticos y en unos proyectos de desarrollo que logren que respire una sociedad congestionada", escribía el periodista tunecino Mohamed Krichen -estrella de Al Yazira en los días de la revolución- en las páginas del diario saudí con sede en Londres 'Al Quds al Arabi', según recoge la Fundación Al Fanar.
Estos días, Sidi Bouzid, el epicentro de aquella revolución protagonizada por los desheredados de Ben Ali, vuelve a prender la llama del descontento social. Allí, las protestas y los disturbios no han parado desde hace una semana, evidenciando la frustración y la cólera social. De hecho, la sociedad tunecina actual se ha curtido en reivindicaciones sindicales y huelgas generales históricas, como la de los mineros de Gafsa de 2008. Durante la transición política iniciada en 2011, las huelgas generales no han dejado de sucederse, la última más importante tuvo lugar en 2016. Esta es la tercera escalada de protestas que vive el Ejecutivo de Chahed, después de las de enero y abril de 2017.
Ante las movilizaciones de hoy, crece la preocupación en Naciones Unidas, que por boca de su comisionado para los derechos humanos ha manifestado su"inquietud" por el alto número de detenciones y ha apelado a que las autoridades aseguren que la gente se pueda manifestar pacíficamente. Amnistía Internacional instó el viernes a las fuerzas de seguridad a "no emplear una fuerza excesiva" contra "manifestantes pacíficos". Según esta organización, "las autoridades tunecinas deben garantizar la seguridad de los manifestantes no violentos y velar por que los cuerpos de seguridad no recurran a la fuerza a no ser que sea necesaria y proporcionada".

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